Hoy quiero invitarte a pensar sobre una de las grandes debilidades del CEO. Una de nuestras preocupaciones más recurrentes gira en torno a saber si somos buenos líderes. ¿Me obedecen y respetan solo por la tarjeta, o de verdad me siguen por el ejemplo y la autoridad moral? ¿Soy capaz de motivar lo suficiente y de sacar lo mejor de mi equipo?
La Literatura sobre el liderazgo lleva décadas intentando consensuar las características y competencias que debe tener un buen líder, sin llegar a un acuerdo. Para Peter Drucker, el “padre del Management”, un líder no es otra cosa que “aquel al que siguen los demás”.
Pero definir qué es un buen líder es una tarea casi imposible, porque el liderazgo es un proceso psicológico que procura convertir las inercias que llevan al caos, el egoísmo e ineficiencia, en equipos de alto rendimiento. Y ese proceso será tan diferente como diferentes sean las personas que intervengan en él, y como distinto sea el momento social y económico en que haya que ejercerlo.
Lo que sí ocurre en esta época tan compleja e incierta que estamos viviendo, es que ya no solo necesitamos líderes, sino mejores líderes. Y, sobre todo después de la pandemia, líderes más humanos y preocupados por sus plantillas.
En un contexto de cambios acelerado, querido CEO, no queda más remedio que reinventarse cada día desde la humildad, el coraje, la pasión y el compromiso. Nada nuevo, pues son cualidades que distinguen y distinguirán, inmutables, a los grandes líderes. ¿No crees?
