Decía Ernesto Sábato que “el pesimismo, para mantenerse fuerte y vigoroso, necesita de vez en cuando un nuevo impulso producido por una nueva y brutal desilusión”. Y lo cierto es que, a juzgar por el aluvión de malas noticias al que los medios nos someten todos los días, ser pesimista parecería la opción más sensata, en tiempos de barbarie e incertidumbre como los actuales.
Pero es que, además, ¿no te has dado cuenta, Querido CEO, de que en cualquier conversación el pesimista parece atraer más prestigio intelectual, más reconocimiento inmerecido, que el que no lo es? Uno parece más profundo, más integro, denunciando que aprobando, criticando que elogiando; y si es con cara circunspecta y preocupada, pues más cautiva la atención bobalicona.
Más allá de que el pesimismo en nuestro país hunde sus raíces en nuestra historia, en nuestra literatura, en el arte, y quizás también en la religión, debemos saber que todos los humanos tenemos un sesgo de negatividad. Nuestra mente prioriza los eventos negativos como estrategia de supervivencia; somos mucho más sensibles a la pérdida que a la ganancia. Y por si fuera poco, el hemisferio derecho del cerebro, que es donde radica el pesimismo, es hiperactivo, mientras que el izquierdo, donde se aloja el optimismo, es hipoactivo.
Con independencia de que está comprobado científicamente que los optimistas viven más y tienen mejor salud física y mental que los agoreros, es necesario tener muy en cuenta que cuando nos domina la ansiedad, el estrés o el miedo, no podemos pensar ni tomar decisiones de forma estratégica, creativa o coherente. Si buscamos una razón profunda para no rendirnos al pesimismo, la encontramos en que nunca podemos estar seguros de que las cosas vayan a ir a peor. El que haya distintos escenarios posibles es la mejor garantía de que el optimismo no es candidez ni algo injustificado.
Dice José Antonio Marina que “el optimismo es la inteligencia decidida a determinar el futuro”. Por eso el mundo y las empresas avanzan gracias a los optimistas.
Y por todo ello, Querido CEO, y porque debes ser ejemplo para los demás, no tienes derecho a ser pesimista.
Cuídate mucho,
Enrique Sánchez de León