En expresión de Ortega y Gasset, “el tema de nuestro tiempo” en la gestión empresarial es sin duda ChatGPT y la Inteligencia Artificial generativa. En apenas dos meses, ChatGPT ha alcanzado los 100 millones de usuarios, convirtiéndose en la nueva “aplicación asesina”.
Y en apenas dos meses, al contrario de lo que sucedió con otras aplicaciones disruptivas -Facebook, Instagram, Tic-Toc-, o con el propio Metaverso, gobiernos soberanos, instituciones educativas, e incluso empresas muy relevantes, han prohibido o limitado su uso, alegando la probabilidad de que contenga sesgos, información errónea, o apropiación de datos personales y corporativos.
Con el tiempo -probablemente más del que requiere la urgencia- la Inteligencia Artificial se regulará, se encajará en unas normas éticas, y se supervisará y controlará por organismos internacionales. Pero la revolución que vamos a experimentar en lo social y en lo humanístico trasciende con mucho el impacto económico y empresarial.
Por primera vez una revolución tecnológica va a golpear directamente a los cuellos blancos y no solo a los cuellos azules, eliminando profesiones enteras que hoy dan verdadero valor añadido en las empresas; por primera vez dependeremos, de una forma más o menos consciente, de una inteligencia que no busca establecer lo que debería ser, sino que es indiferente a las consecuencias de sus respuestas; y por primera vez el ser humano, con mucho más tiempo libre, deberá buscar el sentido reconfortante de la utilidad, no tanto hacia los demás, sino para sí mismo.
Pero más allá de estas consideraciones filosóficas y humanistas, querido CEO, mi recomendación es que, desde ya, te pongas a estudiar el impacto de la IA, no ya solo en tu modelo de negocio, sino en las funciones que desarrollan los profesionales de tu empresa. Financieros, administrativos, consultores, expertos en marketing, juristas…, todo va a cambiar de forma acelerada y radical.
Y cuando llegue el tsunami, que, no tengas duda, llegará, más te vale estar dispuesto y entrenado para cabalgar la ola, porque si no te engullirá.
Cuídate mucho,
Enrique Sánchez de León
