Este es el título de la película ganadora de 7 Oscars en 2023, y que narra una aventura distópica de universos paralelos, caótica, estridente, pero que de alguna manera absurda, acaba enganchando al espectador.
Como de igual modo acabamos estando enganchados, como hamsters en una rueda que se mueve muy rápido pero que no se desplaza, a esa aceleración del ritmo de trabajo, a ese universo de exigencias, que cada vez dominan más nuestras vidas.
¿No tienes la sensación, querido CEO, de que, como en la película, todo está sucediendo a la vez, en cualquier lugar donde fijes la atención? ¿De que cada vez más, te ves forzado a tomar decisiones apresuradas, sin el suficiente sosiego, con elementos de juicio precarios, y con el temor de que si no lo haces así puedes quedar fuera de juego de forma inmediata?
Más reuniones, más mails, más presión por el beneficio, más información, sobreabundancia de acontecimientos…, una aceleración a ninguna parte, que te atrapa y te aliena, entre lo urgente y la sensación de culpabilidad por no llegar a todo. Hasta en ocasiones parece que tener excesivo tiempo, más que un signo de bienestar es una señal de exclusión del mundo de los “muy ocupados”, de “los elegidos” que no tienen tiempo para nada.
En la mitología romana, Jano era el dios de los comienzos y de los finales. Se le invocaba el primer día de enero (Ianuarius, en latín), y se le simbolizaba con dos caras orientadas en direcciones opuestas, una que miraba al pasado o inicio, y otra que miraba al futuro o al final, representadas respectivamente con los rostros de un joven y de un anciano.
En estos primeros días del año, procuremos dejar atrás aquello que nos decepcionó, nos frustró o nos desencantó; y miremos al futuro con esperanza, ilusión, y con nuevos proyectos. Proyectos que deberían pasar por recuperar la sensación de vivir con dignidad, por darnos el tiempo necesario para familiarizarnos con nuestro entorno, y con la gente que nos rodea. Vivir con intensidad no significa realizar varias tareas a la vez, ni acumular experiencias puntuales una detrás de otra sin ningún impacto en nuestra subjetividad o nuestra identidad; sino que es disfrutar con entusiasmo y trascendencia de cada fragmento de tiempo que se nos ha dado.
Y recuerda siempre, querido CEO, aquel sabio consejo de Séneca, otro romano, pero nacido en Córdoba: “A los que corren en el laberinto, su propia velocidad les confunde”.
Cuídate mucho,
Enrique Sánchez de León
