En 1983, el psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, Howard Gardner, propuso la Teoría de las Inteligencias Múltiples para proclamar que la inteligencia no es un conjunto unitario que agrupe diferentes capacidades específicas, sino una red de conjuntos autónomos interrelacionados entre sí. De este modo, identifica 8 tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, intrapersonal, naturalista, e interpersonal, siendo esta última, y a efectos del artículo que nos ocupa, aquella que nos facultaría para advertir cosas de los demás, más allá de lo que nuestros sentidos logran captar, y así lograr empatizar mejor con las personas. Se puede ser un genio manejando de forma profunda una sola de esas inteligencias, pero lógicamente sobresalir, y llevar una vida más plena, si se trabajan y desarrollan varias de ellas.
Viene esto a cuento porque entiendo que el verdadero líder inspirador en las empresas es aquel que, sin perjuicio de haber desarrollado una o varias de esas inteligencias, se preocupa, cultiva y despliega la inteligencia interpersonal. Hacia dentro y hacia fuera de la compañía.
Llevo ya unos cuantos años siendo testigo privilegiado de cómo directivos de todos los sectores, funciones y tamaños de empresa, procuran hacer networking, ya sea para crear oportunidades de negocio, o solamente para generar posibilidades de empleo. Unos, los más, consideran que el networking es una actividad necesaria y consustancial a su función de directivo, e intentan gestionarla con mayor o menor habilidad y fortuna. Otros en cambio, lo hacen a regañadientes, porque carecen de las habilidades necesarias (de la inteligencia interpersonal), o porque alegan – a mi juicio equivocadamente – que no tienen tiempo para ello.
Sin embargo, el networking es inherente a la actividad directiva, como la necesidad de relacionarse lo es para la vida en sociedad. Decía Aristóteles que quien no participa en la sociedad es “o una bestia o un dios”. Somos “animales sociales”, que necesitamos de los otros para sobrevivir y hacernos mejores. Por ello inventamos permanentemente nuevas formas de comunicarnos o de estar en sociedad, como lo son ahora las redes sociales.
No es posible gestionar un negocio desde una torre de marfil; hay que salir al exterior y contrastar opiniones, abrir la mente a otros argumentos, poner a prueba nuestras certezas, aprender de aquellos que han tenido éxito y de los que no, exponer tus visiones y creencias con convicción, adquirir conciencia de que la creatividad tiene más posibilidades de aflorar cuando relacionas mundos y personas distintas … y eso solo se consigue saliendo de tu zona de confort y relacionándote con personas nuevas.
Y sí, en este mundo cada vez más impersonal y digitalizado, las redes sociales son útiles sin duda para mejorar tu networking. Pero ten en cuenta, Querido Ceo, que éstas no reemplazarán nunca el tiempo cara a cara, el tiempo en que puedes ver la emoción, el interés o el fastidio, en una mueca, un gesto o el brillo de unos ojos.
Cuídate mucho,
Enrique Sánchez de León
