Revista APD
Actualizarse y estar al día de los retos y tendencias tecnológicas resulta fundamental para ser una compañía competitiva. Sin ninguna duda, la COVID-19 ha revolucionado –en clave digital– muchos aspectos de la vida profesional y personal. Y ha provocado una transformación en la propia evolución de las organizaciones. Por eso, esa simbiosis entre tecnología y competitividad se ha convertido en una carrera de fondo para las empresas.
Llegar tarde supone fuertes desventajas. Esta es la realidad sobre la que cada vez más expertos inciden. Se está gestando un mercado muy diferenciado entre aquellas empresas que han acelerado su transformación, frente a las que no han conseguido sumarse al cambio.
De hecho, según un reciente estudio de Accenture, las empresas que han invertido en la nube, en IA o en otras tecnologías han registrado un mayor incremento en sus ingresos, a diferencia de las que no han dado este salto. Concretamente, dicho informe diferencia entre tres tipos de empresas en su análisis:
Aquellas que han sabido adaptarse a tecnologías innovadoras reinvierten sus recursos en formar a la plantilla. Con el avance de la pandemia, estas organizaciones han focalizado sus inversiones en tecnologías como el cloud o la IA. Así, un 72% aceleró las inversiones en seguridad de cloud, fundamental para evitar cualquier ataque y un 70% aceleró las inversiones en tecnología IoT.
Aquellas cuya inversión en tecnología es puntual o abordan la digitalización con el fin de seguir siendo operativas. Pero no con el objetivo de transformar la organización. Por ello, las empresas rezagadas necesitarán invertir más tiempo y esfuerzos en volver a los índices de crecimiento anteriores a la pandemia.
Que han sabido alcanzar el equilibrio entre la solidez y la innovación. Estas cumplen tres imperativos: redefinir la plataforma, redefinir el enfoque y redefinir el alcance. Gracias a todo ello, las organizaciones liebre están aumentando cuatro veces más sus ingresos frente a las rezagadas.
En los últimos años, EEUU y China han sido los referentes en cuanto a revolución digital se refiere. En cambio, Europa ha estado siempre un paso por atrás. Incluso con diferencias sustanciales entre sus países miembros. Así lo refleja el Índice de Digitalización Corporativa 2020/2021 del Banco Europeo de Inversiones: en 2020, el 37% de las empresas europeas aún no habían adoptado ninguna tecnología digital avanzada.
Uno de los motivos que hace que Europa quede más rezagada es la descentralización del continente. Algo que profundiza las diferencias existentes entre los países miembros. Por otro lado, también influye la falta de inversión, cultura y visión sobre las oportunidades que ofrecen las tecnologías emergentes. Según el BEI, en 2020 el 63% de las compañías europeas implementó alguna tecnología digital frente al 73% en EEUU. No obstante, el informe también reconoce la labor de 8 países europeos durante el confinamiento más estricto: España, Portugal, Bélgica, Suecia, Finlandia, Países Bajos y Dinamarca.
Para España, los fondos europeos son una oportunidad sin precedentes para acelerar la transformación digital. Y, por qué no, para situarse a la cabeza de Europa. Por ello, durante este 2022 es importante poner el foco en la adaptación de la empresa hacia un modelo resiliente. También en la implantación del cloud y las aplicaciones nativas. Sin olvidar la importancia que tiene en la actualidad la ciberseguridad, y el valor creciente del dato.
En este sentido, durante 2022 se prevé que las organizaciones continúen o inicien su transformación hacia un entorno que aúne tecnología y competitividad. Las aplicaciones nativas cloud aprovechan la elasticidad y escalabilidad para entregar valor al negocio. Así como para reducir dependencias con otras infraestructuras. Esto ayuda a optimizar las estrategias de negocio.
Otro aspecto al que prestar especial atención es la ciberseguridad. Durante la pandemia algunos analistas estiman que se han pasado de 5.000 ataques semanales a 200.000 a nivel global. El impacto económico que estos ataques tienen en las pymes es de 1,3 millones de euros. Mientras, para las grandes empresas supone unos costes de 7 millones. Por este motivo, más de la mitad de los directivos prevé incrementar su presupuesto en ciberseguridad en los próximos meses.
Podemos concluir que la innovación es cada vez mayor. Y, por tanto, también lo es la relación entre tecnología y competitividad. Por eso, cabe preguntarse: ¿qué tecnologías nos esperan en el corto y medio plazo? Desde la computación cuántica hasta los gemelos digitales. Todo ello sin olvidarnos del metaverso.
Por ejemplo, en 2021 IBM presentaba el primer ordenador cuántico. Un dispositivo con el que resolver procesos complejos, de forma mucho más rápida que los ordenadores convencionales. Por ejemplo, con un ordenador tradicional puede estudiarse la evolución de la Bolsa durante un periodo de tiempo. En cambio, con un ordenador cuántico pueden estudiarse diferentes escenarios con múltiples posibilidades. Una multiplicación exponencial del dato (y del conocimiento) que no tiene precedentes.
Otra tecnología importante donde poner el foco serán los gemelos digitales. Un sistema basado en la simulación dinámica que permite replicar virtualmente cualquier modelo real. Algo especialmente útil en entornos industriales, O cuando existe riesgo de manipulación directa para el ser humano. Un paso de gigante en la gestión telemática de procesos, en línea con lo que ofrece el metaverso.
Este ecosistema virtual promete ser un espacio más en el que trabajar, jugar, estudiar o realizar transacciones económicas. ¿Qué oportunidades ofrece para la empresa? Aunque todavía está por explorar, con el desarrollo de esta tecnología se prevé la configuración de un nuevo ecosistema financiero basado en blockchain y criptomonedas. Eso sí, aún se encuentra en fase de desarrollo.