EN DIFERIDO
LAS EMPRESAS EN EL METAVERSO
BIENVENIDOS AL ‘REALVERSO’
Lo que hace apenas dos décadas se antojaba remoto, hoy ya es una realidad: el metaverso se ha convertido en una de las mayores apuestas de los inversores de cara a los próximos años. Quizás por eso, incluso una tecnológica vanguardista como Facebook ha decidido recientemente reinventarse como Meta. En total, Bloomberg Intelligence calcula que para 2024 el tamaño del mercado del metaverso alcanzará los 800.000 millones de dólares.
Para describir lo que es el metaverso, una primera aproximación podría ser lo que se recrea en la película ‘Ready Player One’ (2018). En la obra de Steven Spielberg se recrea un universo virtual en el que los humanos nos transformamos en avatares para participar en videojuegos de todo tipo.
La realidad no dista tanto de la ficción: el metaverso es un universo virtual que amplía el mundo físico en digital, ya sea con la realidad aumentada, avatares o interfaces virtuales. La única diferencia, quizás, es que no solo abarca los videojuegos o el ocio en general. El metaverso hacia el que vamos es un sistema económico en sí mismo, en el que las empresas puedan operar y en el cualquier persona pueda incluso trabajar.
El metaverso es un universo virtual que amplía el mundo físico en digital, ya sea con la realidad aumentada, avatares o interfaces virtuales
Sin embargo, el concepto de metaverso es algo más antiguo. Apareció por primera vez en 1992 en la novela ‘Snow Crash’, de Neal Stephenson. En ella se describe una especie de espacio virtual colectivo convergente con la realidad. Y, como en ‘Ready Player One,’ el canal de entrada son unas gafas que permiten aparecer como un avatar en el mundo virtual. Trasladado a la época contemporánea, en los últimos años hemos visto distintas expresiones de esta idea: desde la realidad aumentada de fenómenos como Pokémon Go, hasta las gafas VR con las que interactuar con personas de todo el mundo en un entorno virtual.
Pero no se trata de los primeros intentos de crear un metaverso. Plataformas como ‘Second Life’ (2003), que nacieron literalmente como un espacio virtual para vivir una vida paralela, ya lo intentaron en su día y fracasaron. Esencialmente, porque la tecnología de la época limitaba enormemente las posibilidades de interacción.
Quizás por eso, aunque Second Life sigue en activo -e incluso cuenta con un extenso marketplace y una moneda propia-, en la actualidad hay videojuegos de última generación como ‘Fortnite’ capaces de reflejar mejor lo que supone un metaverso supermasivo. En él, la competición ‘battle royale’ ni siquiera es ya el principal motivo para unirse. Se ha convertido en todo un fenómeno social, con un nivel de customización de los avatares casi sin límite y la posibilidad incluso de celebrar conciertos online.
Pero el metaverso que imaginan los próceres tecnológicos como Mark Zuckerberg aún está por llegar. Por el momento, nos encontramos en una fase de sentar las bases de lo que vendrá. Por ahora, existen diversas iniciativas independientes que no constituyen un único ecosistema. Porque para hablar de metaverso como tal tendríamos que disponer de una única plataforma que actúe como continente de todas las demás, ya sean de entretenimiento, de e-learning o incluso económico-empresariales.
En cualquier caso, estas iniciativas parceladas ya empiezan a mostrar el potencial del futuro metaverso. Por ejemplo, el paso de Facebook a Meta puede ser el primer cimiento de lo que serán nuestras relaciones sociales en pocos años. Mientras, la reciente adquisición de Activisión Blizzard por parte de Microsoft abre la puerta a nuevos escenarios como la realidad mixta, con dispositivos como el HoloLens. Por último, el Omniverso de Nvidia ya permite a los usuarios utilizar sus tarjetas gráficas para crear activos digitales y escenas 3D en un universo digital compartido.
En cuanto a el metaverso en empresas, ya existen proyectos ubicados completamente en el metaverso. Hablamos de creación de contenidos, pero también de compañías que se dedican a desarrollar la tecnología blockchain que permite descentralizar el control de las plataformas o las consultoras que se encargan de analizar los aspectos legales y el cumplimiento en materia de GDPR de lo que sucede en el universo digital: desde compraventa de terreno virtual hasta transacciones monetarias.
Y es que el metaverso también ofrece numerosas posibilidades para los NFT. Su conexión es la relación de ambos con los activos digitales y cómo se les da valor. Los NFTs, los tokens no fungibles son archivos digitales encriptados basados en el blockchain indivisibles, transferibles, escasos y exclusivos. Esta nueva modalidad de activos digitales ayuda a obtener acceso exclusivo para acceder determinada ubicación del metaverso, así como escritura de propiedad virtual.
Pero, ¿qué posibilidades reales ofrece el metaverso a las empresas que decidan operar en él?
Por otro lado, en el ámbito corporativo el metaverso ofrece la creación de entornos de trabajo virtuales mediante avatares, donde los equipos pueden llevar a cabo formaciones y reuniones inmersivas, y todo como si estuvieran los miembros del equipo en el mismo lugar en el mundo real. En este sentido, el metaverso revolucionará los entornos profesionales, ya que fomentará la comunicación interna y potenciará las relaciones gracias a la interacción virtual, creando vínculos más estrechos.
En suma, el metaverso supone un cambio de modelo en ámbitos tan distintos como el entretenimiento o el trabajo. Y, aunque la mayoría de las plataformas que lo compondrán aún no están definidas del todo, parece evidente que potencialmente la mayoría de las empresas con actividad digital podrían dar el salto en los próximos años. Sectores como los videojuegos o el e-learning serán los primeros en experimentar en el metaverso, mientras que los negocios 100 % virtuales tendrán que esperar. De momento.