La formula de la Transformación Digital
Aborda (con éxito) la digitalización de tu compañía
En un contexto dominado por la tecnología y la automatización, la proactividad y la resiliencia se han convertido en dos propiedades ineludibles para subsistir. Del mismo modo, la digitalización en las empresas ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación.
Además del ritmo exponencial con el que ya de por sí se despliega la tecnología, la pandemia ha sido un acelerador del proceso. Ya no hay marcha atrás
Y más ahora cuando nos hemos visto obligados a prescindir de la presencialidad, y muchos proyectos de digitalización se han acelerado, ayudando a dar un último empujón a empresas que ya habían comenzado a recorrer este camino.
En opinión de Lucas Carmona, Responsable de Negocio Corporativo de Cuatroochenta, «además del ritmo exponencial con el que ya de por sí se despliega la tecnología, la pandemia ha sido un acelerador del proceso. Ya no hay marcha atrás».
Se podría definir como ese proceso de cambio ineludible que deben abordar todas las empresas para sobrevivir en este nuevo entorno. Una transformación que precisa de un plan estratégico reformador y cuyo eje central debe ser la tecnología pero, sobre todo, los trabajadores.
Para Carmona, «la Transformación Digital tiene que redundar en el crecimiento; si no es así, no está bien planteada. La Transformación Digital no es implantar herramientas digitales o tecnológicas sobre procesos ineficientes. Es adaptar los procesos a las posibilidades que nos ofrecen las nuevas herramientas y tecnologías».
Con todo ello, las compañías deben emprender este proceso de reforma que impactará en tres ejes principales:
Tal y como destaca el directivo de Cuatroochenta, «para adaptar las organizaciones a la realidad de consumo actual basada en compras online, logística ultrarápida y sensibilidad medioambiental, las soluciones más demandadas tienen que ver con ERPs, CRMs y microservicios específicos y la explotación de la información generada con BI/DA e Inteligencia Artificial. Todo ello apoyado en arquitecturas cloud y servicios SaaS«.
Por tanto, digitalizar es el reto al que se enfrentan las organizaciones por una causa exógena: el cliente. Este ha cambiado su nivel de exigencia y las empresas deben seguir siendo capaces de ofrecerles la mejor experiencia, en el momento preciso y a través del canal más adecuado.
El cliente ha cambiado su nivel de exigencia y las empresas deben seguir siendo capaces de ofrecerles la mejor experiencia, en el momento preciso y a través del canal más adecuado
La hoja de ruta de este proceso de adaptación comporta 5 pasos principales:
Desde Cuatroochenta insisten en que «los clientes siempre agradecen la labor de identificar con la máxima precisión sus necesidades y reconducir sus demandas hacia soluciones óptimas«. Asimismo, destacan que «por ejemplo, disponer de la solución más avanzada de monitorización de ataques de ciberseguridad con personas no formadas en técnicas de ingeniería social, no es el mejor escenario».
Para Lucas Carmona, «el inicio es siempre identificar qué procesos pueden ser mejorados con la tecnología, después analizar qué mejoras han de habilitase en las competencias de las plantillas para alcanzar la mejora prevista y, por último, la ejecución del plan que alinea estos tres elementos, en los que la implantación de las herramientas será una parte muy importante pero no la única. Esta fórmula funciona y permite altos niveles de satisfacción y recurrencia en la confianza para proseguir en la digitalización».
Digitalizar no consiste en dar a cada empleado una tablet y conexión a Internet. Digitalizar es invertir en hardware y software y requiere una fuerte inversión en formación al personal.
Además, la realidad nos dice que el principal obstáculo al que acabará enfrentándose cualquier organización es la no inversión y negación del sistema actual.
1. La digitalización y el ROI
Invertir en tecnología siempre supone un retorno de la inversión.
Digitalizar implica una mayor eficiencia, un perfeccionamiento de los procesos y menos gastos operativos.
Además, mejora la calidad de vida de los empleados.
2. Lo digital aumenta el rendimiento
Los nuevos modelos de negocio están basados en la especialización. De ahí la importancia a invertir en formación y aprendizaje.
Este progreso se traduce en que cada trabajador dé lo mejor de sí mismo y, por ende en aumento de la productividad.
3. Mejora cada proceso
La implementación tecnológica incrementa la eficiencia, favorece el servicio de atención al cliente y consolida la imagen de marca.
4. Favorece la diferenciación
Implementar mejoras tecnológicas implica mejorar la cadena de producción y, por tanto, ofrecer mejores productos y servicios en mejores condiciones.
En definitiva. es la mejor forma de despuntar en un mercado cada vez más competitivo.
5. No es cuestión de tamaño
Muchos todavía piensan que esto es solo para las grandes marcas. Nada mas lejos de la realidad.
Esta transformación es ocasión perfecta para que las PYME tengan su gran oportunidad para acometer su transmutación y ampliar su punto de mira. Y así, crecer.
Sinceramente nunca. La tecnología seguirá perfeccionándose, las exigencias del mercado irán a más y las empresas deberán seguir siendo resilientes para adaptarse al entorno y a sus particularidades.
Este proceso de adaptación se debe impulsar desde las organizaciones de arriba a abajo. Además, es muy importante concebir este proceso como un bien necesario y una oportunidad para crecer, mejorar la competitividad e innovar. Y para ello es vital la anticipación, el aprendizaje y la capacidad de ejecutar las acciones de manera ágil.
La pandemia ha impactado de forma contundente en las decisiones de inversión en tecnología
Sin duda, la situación que estamos viviendo ha marcado un antes y un después en el ámbito de la digitalización, y las compañías han tenido que demostrar su enorme capacidad de adaptación. Pero como suele decirse, de todas las crisis nace una oportunidad. Según los expertos, en estos momentos esa oportunidad es la de reforzar los procesos de digitalización que ya están iniciados, darles prioridad dentro de la empresa y anticiparse a las nuevas situaciones que nos pueda deparar el futuro.
En palabras de Carmona, «la pandemia ha impactado de forma contundente en las decisiones de inversión en tecnología. En una primera fase como algo urgente e inevitable para mantener la actividad, aunque deteniendo también muchos proyectos que dejaron de tener sentido en el escenario que hemos vivido. Ya hemos comprobado que hay hábitos, tendencias y tecnologías que han venido para quedarse, y estamos viendo cómo las organizaciones están apostando por integrarlas para incorporar el valor que aportan».