Toda la actualidad de la Comunidad Global de Directivos en un nuevo canal de contenidos digitales.
Hoy y siempre, uno de los recursos capitales de toda organización es su conocimiento y, por tanto, capital es también la formación interna, aquella que es impulsada desde el seno de la organización.
Sin embargo, una dilatada experiencia profesional no garantiza la calidad de un buen formador ni la efectiva transmisión del conocimiento. En muchos casos, el profesional que ha de ejercer como formador no cuenta con las habilidades y técnicas necesarias para generar una experiencia de aprendizaje enriquecedora.
Si cuando acaba la acción formativa, la brecha de conocimiento entre el formador y los participantes no se ha reducido sensiblemente, entonces no ha tenido éxito
Según el experto de INTIVA, para alcanzar una experiencia de aprendizaje enriquecedora «es imprescindible cubrir con éxito tres fases: diseño, ejecución y seguimiento»:
Dicho lo anterior, «posiblemente el éxito radique en situar al participante como el protagonista de su proceso de aprendizaje. No el formador. El formador debe crear el espacio, las condiciones y los canales adecuados para que llegue el conocimiento», asegura el socio de INTIVA, quien además destaca que «en los últimos tiempos se están incorporando herramientas de realidad virtual, realidad aumentada, aplicaciones o ramificación que pueden complementar muy bien la acción formativa de calidad».
Y es que… ¿quién mejor para transmitir el conocimiento que aquellos que lo generan? Así, cada vez es más habitual encontrarse con formadores internos en las propias compañías, en las que los profesionales experimentados comparten su conocimiento con otros miembros de la compañía.
«El compromiso hay que ganárselo», afirma con rotundidad Recuerda. Ciertamente, «puedes pedirlo al inicio de la sesión pero ese crédito tiene los minutos contados. Si el formador tiene que poner mucha energía para que los asistentes estén involucrados entonces es que la sesión no está bien diseñada. La sesión debe tener como eje al participante y debe equilibrar utilidad y atractivo. Si es muy útil pero poco atractiva los acabaré perdiendo y, si es muy atractiva pero poco útil llegará un momento en el que deje de tener sentido. Si conseguimos este equilibrio el éxito está garantizado», incide.
La sesión debe tener como eje al participante y debe equilibrar utilidad y atractivo