A diario, sin que nos demos cuenta, estamos expuestos a la comunicación. Somos receptores y emisores de mensajes que se cuelan en nuestras vidas sin llamar a la puerta: el envío y admisión de información es algo tan asimilado por el ser humano que no somos conscientes de la cantidad de veces que, en 24 horas, la comunicación hace su aparición. Y no. No siempre conseguimos que sea una comunicación efectiva.
Tan importante resulta este intercambio de datos que es fundamental saber utilizarlo. Los expertos en comunicación insisten en que necesitamos una serie de herramientas para que el diálogo sea exitoso. Es la única manera de que aquello que queremos hacer llegar a nuestro interlocutor alcanzará su objetivo sin distorsiones.
Si hay un tipo de interacciones en el que las necesitamos, estas es la mejora de la comunicación en el mundo de la empresa, un sector donde el flujo de información entre jefes y empleados no siempre es todo lo satisfactorio que debiera. «El primer objetivo a lograr en las compañías sería es el de acortar la distancia entre lo que desea el receptor y lo que podemos ofrecerle nosotros como emisores”. Así lo explica Fran Carrillo, asesor de comunicación que ha ayudado a comunicar más eficazmente a empresas como Amazon, Carrefour o IKEA.
Las compañías deben acortar la distancia entre lo que desea el receptor y lo que pueden ofrecerle como emisores
«Comunicar con eficacia resulta clave conocer la retórica y, de esta forma, transmitir discursos ágiles, creíbles, persuasivos y convincentes”, asegura el también Director de la Fábrica de Discursos, con quien analizamos las estrategias, herramientas y pasos que podemos seguir para que nuestras palabras se traduzcan en las palabras ganadoras en una interlocución.
No es ninguna novedad: en el mundo empresarial es a menudo un sector en el que el flujo de información entre jefes y empleados no siempre es todo lo satisfactorio que debiera. Las jerarquías establecidas en las propias de las organizaciones -o, lo que es lo mismo, el miedo a expresarse libremente delante de los superiores- son, en gran medida, las principales trabas para que el diálogo sea horizontal y fluido.
Afrontar estas carencias comunicativas y transformar la dialéctica es fundamental para que una empresa crezca y avance por el buen camino. Según este experto, “la mejor comunicación efectiva es la que no tiene filtros que la embarran ni rodeos que la hacen tediosa”. De estas palabras se deduce que los mensajes claros, de ‘tú a tú’ y sin intermediarios que puedan distorsionar la información, sería la clave para que las empresas hicieran llegar a sus trabajadores el objetivo que buscan: “Se gana más con mensajes auténticos que con palabras disfrazadas”.
En un mundo donde las redes sociales forman parte del día a día y en el que tanto jóvenes como adultos utilizan estas herramientas como instrumento de comunicación, buena parte de las estrategias de comunicación debe partir de la base que el intercambio de información a través de estas plataformas sea efectivo. La manera en que funcionan las redes sociales –textos escritos en los que la entonación de la voz no ayuda a interpretar intenciones ni matices– incitaría a pensar que el diálogo entre las personas puede llevar a confusiones, malentendidos y desaires llegando corromperse.
“Es importante hablar en las redes sociales de la misma manera que lo harías cara a cara”, propone Carrillo, recordando una idea básica: «cuanta menos información, menos posibilidad de interpretación hay”.
Con esto no quiere decir que seamos especialmente escuetos en nuestras interlocuciones digitales o que ocultemos información en las mismas. Debemos aportar todos los elementos a nuestro alcance para que el mensaje llegue a su destino tal cual queremos. “En caso de que haya una frase de contenido exclamativo o interrogativo, o con un tono especial, debemos hacérselo saber al receptor a través de las herramientas propias de la comunicación escrita», recomienda el consultor político.
Como se suele decir, ‘una imagen vale más que mil palabras’. Y nuestra propia apariencia transmitiendo unos u otros mensajes en función de nuestra forma de movernos, gesticular u observar; no se queda al margen.
En ocasiones, una pequeña mueca con la cara o un gesto con las manos pueden dar al traste con un estudiado discurso. El cuerpo, con sus gestos inconscientes, es capaz de traicionarnos y enviar información contradictoria a la que pretendemos proyectar o comunicar.
Debemos aportar todos los elementos a nuestro alcance para que el mensaje llegue a su destino tal cual queremos
Y es que la comunicación no verbal aporta el 65% de la información que transmitimos en nuestros mensajes. Tan nada despreciable porcentaje puede ponerse de nuestro lado, y es posible utilizar esta forma de lenguaje en la que no se emplean las palabras a nuestro favor. La base para conseguir que toda comunicación -verbal o no verbal- se traduzca en éxito: “Entrenándola”.
Según el ponente, “hay que saber escenificar el mensaje que queremos transmitir y, como en todo, la práctica y el ejercicio de esta habilidad conseguirá mejorar nuestra forma de comunicar».
La actitud no verbal es fundamental en la consecución de la credibilidad del orador, recuerda.