Los primeros cien días del republicano al frente de la Casa Blanca dejan un poso de inquietud e incertidumbre. Con el objetivo de analizar lo que ha supuesto este breve pero intenso periodo, APD y Garrigues reúnen el próximo 20 de abril en Madrid en la jornada ‘Tres meses de Gobierno Trump’ a los expertos Antonio Garrigues Walker, Jorge Dezcallar de Mazarredo, Joan María Nin Genova, Julián Cubero y Federico Steinberg.
Charlamos con ellos días antes de la jornada para conocer sus impresiones y opiniones sobre la denominada Era Trump ante la que se muestran moderadamente optimistas y confían en que el orden mundial no se resienta súbitamente bajo su mandato.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el candidato republicano al que nadie tomó en serio y que ha terminado por convertirse en el presidente número 45 de Estados Unidos, provocó un terremoto político y mediático en todo el mundo que, a día de hoy, sigue teniendo un pronóstico reservado. La inquietud y la incertidumbre son, tres meses después de tomar posesión del cargo, las notas dominantes en el gobierno de un mandatario tan excéntrico como imprevisible.
“Valorar a Trump en cien días es más complicado que a otros líderes porque está claro que este hombre aporta a la vida política niveles de incertidumbre mucho mayores”, afirma Antonio Garrigues Walker, presidente de honor de la APD y de la Fundación Garrigues. El bombardeo de Siria como respuesta al ataque químico de Bashar al Assad, el lanzamiento de la mayor bomba no nuclear de Estados Unidos sobre posiciones del ISIS en Afganistán o la escalada de la tensión con Corea del Norte son buena muestra de ello, provocan inquietud y amenazan con perturbar las relaciones el orden internacional.
Sin embargo, más allá de la dinámica de confrontación permanente en la que vive Trump, no está tan claro qué medidas de las que conforman el núcleo duro de su pensamiento (rechazo de los tratados de libre comercio, desconfianza de las alianzas internacionales y de las políticas multilaterales así como el endurecimiento de la política migratoria) será capaz de imponer y cómo afectarán a la arquitectura mundial. “Aún no sabemos qué hará con esos postulados en los que se basa el orden internacional, si los destruirá, los retirará o los normalizará”, apunta Federico Steinberg, investigador principal de Economía Internacional del Real Instituto Elcano.
“Es todavía pronto para poder valorar el impacto que puede tener el cambio del Gobierno en EEUU por dos motivos: el poco tiempo transcurrido, que impide la implementación de medidas más allá de las efectuadas a través de órdenes ejecutivas, y el propio cambio en los mensajes sobre cómo será la orientación de esas políticas que están por llegar. Esa falta de claridad es especialmente acusada en la política comercial, por ejemplo”, añade Julián Cubero, Economista Jefe de Global Modeling & Long Term Analysis BBVA Research.
Conocer hasta qué punto influirán sus preceptos en la economía y empresa española también requerirá de algo más de tiempo. “Puede afectarnos de muchas maneras: en el proteccionismo del Buy American; puede perjudicar nuestras inversiones en América Latina; también podemos notar los efectos de su apoyo al Brexit; o si inicia una guerra comercial con China, que tendría consecuencias planetarias”, advierte Jorge Dezcallar, ex embajador de España en Estados Unidos.
Eso sí, los expertos apuntan que, al menos en el corto plazo, no hay por qué temer que la irrupción de Trump afecte negativamente a nuestro país.“Frente a todos los problemas, la gente tiene que darse cuenta de que estamos operando a nivel global. Si Estados Unidos puede cerrarnos algunas puertas, otras se abrirán, y España tiene un margen de maniobra muy amplio con otros países de Asia en su conjunto”, subraya Garrigues.
Donald Trump, como el Brexit, es un producto del populismo y del miedo que hoy atraviesan algunos sectores de la población que temen que la globalización pueda afectarles negativamente. Así lo asegura Dezcallar: “Es el producto del miedo a una sociedad abierta y a la competencia. El miedo al inmigrante con el que hay que competir por trabajo o por prestaciones sanitarias y educativas. Es un reflejo proteccionista y nacionalista que levanta barreras en defensa de un pasado idealizado y utópico”.
¿Podría producirse un efecto contagio de ese populismo con el resto de países de nuestro entorno? Habrá que esperar para verlo. Según los expertos, al menos hasta las próximas elecciones generales en Francia y Alemania, que tendrán lugar en los próximos meses. “Antes de llegar a Estados Unidos, el populismo apareció en Europa de la mano de los partidos de xenófobos. Es el caso de Holanda, de Hungría, de Francia con Marine Le Pen…”, matiza Garrigues.
En este contexto de incertidumbre en el que el presidente de Estados Unidos gobierna a golpe de tuit, improvisa y obedece más a su instinto que a cualquier tipo de reflexión sensata, las esperanzas se centran en “comprobar que el sistema de ‘check and balances’ norteamericano funciona”, como apunta Juan María Nin, ex director general de La Caixa. O lo que es lo mismo: constatar que el sistema de contrapesos entre los distintos poderes en el país norteamericano es capaz de frenar algunas de las medidas que pretende impulsar, como ya ocurrió durante el mandato de Obama y el proyecto de cerrar Guantánamo, que finalmente no llevó a cabo.
En opinión de Cubero pese a que se ha evidenciado que el nuevo gobierno de EEUU está cuestionando políticas largamente establecidas comoel multilateralismo económico y político o la propia presencia global del país;“en estos momentos no es posible vislumbrar el grado en el que esas intenciones se plasmarán efectivamente dada la existencia de señales contradictorias en todas esas políticas. La incertidumbre es el problema”.
Así, lo que depare a Estados Unidos y al resto del mundo durante la Era Trump está aún por ver y necesitaremos algo más de tres meses para valorarlo porque, como señala Steinberg, “estos 100 días prácticamente no han existido” y no resultan una buena piedra de toque. Pese a todos los pesares, los expertos confían en que no haya súbitos cambios en el orden mundial y que Estados Unidos siga jugando el papel positivo que había cumplido hasta la fecha.
Lo cierto es que todos los periodos de transición a lo largo de la historia han sido confusos e inciertos, llegando a generarse una gran estabilidad. Pero como apunta el ex embajador de España en Estados Unidos, Dezcallar, tal vez lo novedoso ahora sea el ritmo acelerado del cambio. “Como decía Arnold Toynbee, parece que el polvo levantado por el galope de los caballos de la Historia no nos deja ver con claridad y dificulta nuestra adaptación. Pero lo conseguiremos, ya que, al fin y al cabo, nosotros mismos somos producto de un proceso evolutivo”.