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Los 7 tipos de liderazgo empresarial más comunes

Cada empresa debe conocer los tipos de liderazgo que existen y elegir el más adecuado. El liderazgo es la habilidad de un jefe para influir en su equipo y gestionarlo. Su objetivo ha de ser maximizar los beneficios y alcanzar los objetivos marcados. Sin embargo, no todas las formas de liderar son adecuadas para todas las empresas ni para todos los empleados.

La influencia del líder

Un buen o mal liderazgo tendrá su reflejo directo en el rendimiento de la compañía. Una forma de dirigir a los empleados es positiva cuando se amolda a los ideales y a la filosofía del grupo. Además, un buen liderazgo se traduce en mayor rendimiento, empleados motivados, mayor competitividad y, en última instancia, incremento de los beneficios.

Es importante saber determinar cuándo ha llegado la hora de cambiar el liderazgo en beneficio de la empresa

Por el contrario, un liderazgo es negativo cuando dificulta conseguir los objetivos fijados por la empresa. Un mal ambiente de trabajo, un deterioro de la imagen de la compañía o una reducción de las ventas son algunas de las señales de que la jerarquía de mando no está funcionando.

Un líder para cada momento

Para elegir entre los diferentes tipos de poder de liderazgo hay que conocer las cualidades de los empleados y ajustarse a los valores de la compañía. Pero, además, el momento económico por el que esté pasando el grupo será otro factor determinante. Algunos líderes consiguen mejores resultados en situaciones de estabilidad, mientras que otros son más útiles en momentos de crisis.

Igualmente, dentro de la jerarquía empresarial pueden convivir distintos tipos de liderazgo. La combinación de varias formas de dirigir una empresa puede ser la clave para maximizar la productividad. Por ello, es importante conocer qué tipos de líderes existen y cuáles son los más adecuados para ciertos empleados y situaciones.

Tipos de liderazgo en una empresa

Cada tipo de líder tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por ello, las organizaciones deben elegir el estilo de liderazgo empresarial que se adapta más a su plantilla, a su filosofía empresarial y a su situación económica.

Liderazgo situacional 

El liderazgo situacional es una poderosa herramienta para la gestión de personas y se trata de un tipo de liderazgo que consiste en conocer las necesidades, la preparación y las capacidades de cada miembro del equipo con la finalidad de saber adaptar el estilo de liderazgo a cada situación. Es decir, propone que el responsable de dirigir cambie su forma de interactuar y de abordar las tareas según la madurez competencial de sus colaboradores ante una determinada función o tarea junto a su grado de motivación y compromiso en realizarla.

Este tipo de liderazgo se basa en la “teoría situacional de Hersey y Blanchard” desarrollada en el libro «Administración del comportamiento organizacional» (1969), y que a su vez está también basada en el Modelo de Contingencia para el Liderazgo de Fred Friedler, de 1951, que es la primera Teoría Situacional de Liderazgo conocida.

Liderazgo estratégico

Se conoce como liderazgo estratégico al proceso de elaborar una serie de pautas eficaces que ayudan a una organización a conseguir un objetivo preestablecido. En este tipo de liderazgo, el líder se apoya en la organización y la planificación para alcanzar las metas definidas, sacando provecho de las oportunidades que se le presentan al mismo tiempo que respalda los objetivos organizacionales.

En este tipo de liderazgo es muy importante que los equipos expresen las necesidades de la organización en el contexto de sus propias labores. El líder no solo alienta al resto de las personas de su organización, sino que también recibe la inspiración necesaria para crear e implementar una visión compartida. Para ello realiza un ejercicio de análisis de las acciones, procesos y formas de comunicación con la finalidad de motivar y dirigir al grupo hacia lo que se está buscando.

Liderazgo democrático

Se busca la participación de todos los empleados en la toma de decisiones. El diálogo es constante entre todos los miembros del grupo de trabajo. No obstante, la decisión final la tomará el jefe. Los empleados se sienten involucrados con la compañía, lo que aumenta su compromiso y productividad. Además, incentiva la innovación y la creatividad del grupo.

Sin embargo, contar con gran variedad de opiniones puede frenar la toma de decisiones, por lo que el jefe democrático es más lento para alcanzar objetivos. Además, exige que el líder sea una persona con gran capacidad de motivación para mantener a su equipo dispuesto a colaborar.

Liderazgo transaccional

Este tipo de liderazgo se basa en transacciones entre los altos cargos y el resto de la plantilla. Los trabajadores reciben algún tipo de premio como compensación por alcanzar un objetivo. En este caso, las recompensas o incentivos que reciben los trabajadores se traducen en mayor motivación. Así, tanto empleados como directivos se benefician de que los empleados realicen sus tareas correctamente. Y, en definitiva, eso implica mayores ganancias para la corporación en su conjunto.

No todas las formas de liderar son adecuadas para todas las empresas ni para todos los empleados

El líder transaccional es racional y útil para dirigir una compañía en momentos de estabilidad. Sin embargo, supone mayores costes en incentivos económicos. Por ello, en una situación de crisis que traiga reducción de costes puede ser una gestión ineficaz.

Liderazgo transformacional

El líder transformacional se centra en el capital humano. Para él, la transformación de una empresa solo puede llegar a través de los empleados. Por ello, mantiene una comunicación constante con su grupo para contrastar ideas y definir estrategias compartidas. Este tipo de jefes sabe motivar a su equipo e inspirarlo. Y sabe cómo premiarlo para maximizar su creatividad y su productividad.

No obstante, este tipo de liderazgo se centra en cualidades intangibles (ideas, valores…); en definitiva, incide sobre todo en el ambiente laboral. Por ello, puede resultar ineficaz en situaciones de crisis; su forma de dirigir el grupo le impide conseguir resultados rápidos.

Liderazgo Laissez faire

El líder laissez faire confía en sus empleados y les deja cumplir con su puesto con una mínima intervención. Se basa en la idea de que los trabajadores experimentados incrementan su productividad con menor supervisión. Por ello, para los empleados supone más autonomía, y eso les hace sentirse valorados y motivados. Además, no se sienten limitados por las directrices y pueden ser más creativos e innovadores.

No obstante, no todos los trabajadores son igualmente productivos sin supervisión. Tampoco es una forma útil de liderar a empleados con poca experiencia. En este caso, es indispensable conocer los rasgos de la plantilla para determinar si el laissez faire es el tipo de liderazgo más adecuado. De lo contrario, derivará en una falta de control y una baja productividad, además de en un incremento de costes.

Liderazgo autocrático

El liderazgo autocrático concentra todo el poder en un solo directivo y no deja espacio a las opiniones de los subordinados. En este caso, la jerarquía es rígida y la comunicación es unidireccional. Por ello, los empleados reciben las órdenes y las acatan, pero no pueden opinar sobre ellas.

Este tipo de líder puede resultar útil cuando se deben tomar decisiones rápidas. Solo el jefe decide qué hacer, lo que reduce mucho la cadena de mando. Sin embargo, precisamente por eso puede desembocar en empleados que se sientan infravalorados y poco comprometidos con el futuro de la empresa.

El estilo autocrático cada vez se utiliza menos en las empresas modernas. Ahora, las empresas buscan empleados comprometidos y leales, pues son más productivos. Por tanto, este liderazgo rígido es una de las modalidades que más choca con los valores empresariales de las empresas 4.0.

En definitiva un buen liderazgo empresarial mejora los resultados de la empresa, crea un ambiente laboral favorable e incrementa la participación de los empleados y mejora la confianza y fiabilidad en la organización. No obstante, cada grupo de trabajo y cada situación económica responderán mejor ante un tipo de liderazgo. Los responsables de la corporación deben ajustar el modo de gestión de sus directivos para dar con el más adecuado en cada momento. Por ello, es importante también saber determinar cuándo ha llegado la hora de cambiar el liderazgo en beneficio de la empresa.

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