Hay quien opina que la desglobalización ha comenzado. Un error recurrente es considerar que el proceso de globalización económica es lineal cuando lo cierto es que la historia económica mundial alterna periodos de expansión del libre comercio con otros de proteccionismo. En los últimos tiempos, hay que hablar de desglobalización. Este artículo explica en qué consiste este fenómeno y sus manifestaciones.
La desglobalización es un proceso en el cual se reduce el crecimiento de las exportaciones, que son compensadas por un aumento del consumo interno. El efecto a corto plazo es que los países toman medidas proteccionistas para defender mejor sus intereses.
Lo cierto es que, aunque con grandes matices en función del país, este proceso ya se está dando a escala mundial, sobre todo en las economías desarrolladas. Por ejemplo, las perspectivas de crecimiento de la economía para el Banco Mundial en 2018 son del 3,1%, pero con diferencias regionales marcadas. Además, para 2019 y 2020 se proyecta una reducción del crecimiento global al 3 y al 2,9%, respectivamente.
Según estimaciones del Banco Mundial, para 2019 y 2020 se proyecta una reducción del crecimiento global al 3 y al 2,9%, respectivamente
Otro aspecto que destacar es que, en realidad, no hay acuerdos mundiales de liberalización del comercio desde la Ronda de Uruguay, concluida en 1993 y que dio lugar a la Organización Mundial del Comercio (OMC). La tendencia alternativa es la de suscribir acuerdos bilaterales entre los países interesados; el resultado es que, fuera de los bloques homogéneos comerciales, hay distorsiones porque las normas son diferentes.
En consecuencia, no se puede hablar de que la globalización económica esté ganando terreno, sino más bien, de que hay un cambio en las políticas económicas que, dirigido por los grandes Estados, llega a todo el mundo de distintas formas de globalización.
Los distintos Estados están promoviendo de formas diversas la producción nacional, ya sea imponiendo aranceles de entrada a mercancías extranjeras o mediante exenciones fiscales a las industrias nacionales.
La mayoría de los países desarrollados están viviendo un proceso de desaceleración de la actividad económica motivada, en gran parte, por la reducción de las exportaciones o por los intercambios desfavorables con los países emergentes. La previsión es que el conjunto de estos países crezca un 2,2 % y, a corto plazo, no se cree que vaya a haber un impulso en las ventas. De hecho, muchos Gobiernos ya empiezan a fiar el crecimiento económico al impulso de las políticas de demanda interna.
La otra cara de la moneda la representan los países emergentes, que crecerán un 4,5% en 2018, empujados por la exportación a los países desarrollados de materias primas y bienes de consumo de valor bajo o medio-bajo. Ahora bien, la previsión para 2019 y 2020 ya no es tan halagüeña porque hay claros signos de agotamiento de este modelo que, durante dos décadas, permitió a países como China mantener crecimientos anuales por encima del 5%.
La presidencia de Donald Trump en Estados Unidos ha fomentado el aumento de aranceles a la importación de productos, lo que supuso una respuesta inmediata de China. La subida recíproca de aranceles decretada a partir del mes de julio con actualizaciones en otoño ha costado, de momento, 316.400 millones de euros a ambos países.
Pese a los mensajes de distensión, no parece que, a corto plazo, haya un cambio al respecto en la postura de los dos gigantes económicos. La desaceleración del crecimiento vía exportaciones lleva a que los Gobiernos se preocupen más por cuidar la demanda interna. Entre otras cosas porque los ciudadanos de las economías desarrolladas quieren recuperar el nivel de vida anterior a la crisis de 2008.
El aumento de las medidas proteccionistas es generalizado y en los próximos años hay que enfrentarse a un contexto económico distinto en el que se tomarán este tipo de fórmulas
El aumento de las medidas proteccionistas es generalizado y, ya sea de forma directa o indirecta, en los próximos años hay que enfrentarse a un contexto económico distinto en el que se tomarán este tipo de fórmulas.
Lo cierto es que, aunque la impresión que se pueda tener es que la desglobalización es un fenómeno reciente, eso es solo una verdad a medias por dos motivos. En primer lugar, porque a lo largo de la historia ha habido varios fenómenos de esas características que, en ocasiones, han durado siglos. Por otra parte, porque las señales de una desaceleración de la actividad comercial y financiera internacional son evidentes desde 2013.
Los motivos de este fenómeno son diversos, pero se pueden indicar los siguientes como referencias:
En los últimos años, la volatilidad de los productos financieros ha aumentado, y la consecuencia práctica es que el comercio internacional se reduce porque los inversores buscan valores refugio. Esto sucede con el mercado de valores, pero también con las divisas. De esta forma, las exportaciones e importaciones son más arriesgadas porque se trabaja con unos márgenes que generan incertidumbre.
En consecuencia, determinados sectores económicos empresariales de carácter local pueden estar interesados en fortalecer los intercambios en los mercados internos (nacional, Unión Europea, Mercosur…).
Una de las principales consecuencias de la crisis económica de 2008 en los países desarrollados fue el empobrecimiento de las clases medias, puesto que en muchos casos se optó por la devaluación salarial para mantener la competitividad.
Cuando ha pasado lo peor de la crisis, los trabajadores de las industrias y otros sectores reclaman que los Gobiernos impongan medidas proteccionistas para hacer frente a los países emergentes.
Desde la segunda mitad de la década de 1990, los países emergentes, liderados por China, estaban siendo los líderes de las exportaciones. La recesión de 2008 les afectó en menor medida que en los países desarrollados, pero ahora mismo tienen problemas para mantener el ritmo de crecimiento económico.
En consecuencia, la política de librecambismo que en determinados momentos pudieron utilizar los países emergentes tampoco les beneficia porque no soluciona los graves desequilibrios que padecen.
La desglobalización es un proceso que ha venido para quedarse unos cuantos años porque empresas y trabajadores están interesados en fomentar medidas proteccionistas a medio plazo. Por lo tanto, conviene tener en cuenta este escenario para plantear alternativas de inversión con futuro.