La diversificación empresarial es una de las estrategias que una empresa puede utilizar para crecer. Es, quizás, una de las apuestas más arriesgadas por las que puede optar una compañía, pues consiste en lanzar un producto nuevo a un mercado desconocido y con el que nunca se ha trabajado. Pero, ¿por qué conviene hacerlo de vez en cuando?
A pesar de que se dice que esta estrategia es una de las más arriesgadas, si se presta atención a los términos económicos, las operaciones que conllevan un mayor riesgo también son las que pueden producir un gran beneficio. Cuando una estrategia de este tipo sale bien, la empresa no solo tiene un producto nuevo en el mercado, sino que supone el paso previo al incremento de la cartera de clientes.
A pesar de que se dice que la diversificación empresarial es una de las estrategias más arriesgadas, las operaciones que conllevan un mayor riesgo también son las que pueden producir un mayor beneficio
Para que la diversificación empresarial sea realmente útil, debe llevarse a cabo en mercados y productos con una relación inversa a la de sus productos y mercados actuales con el estado de la economía y el universo financiero. Así pues, se reduce la demanda de los mercados establecidos y se compensará con la subida simultánea en los nuevos. De este modo, se puede decir que la empresa es independiente de los diferentes y volubles ciclos económicos.
Existen diferentes tipos de diversificación empresarial. Aplicar uno u otro tipo de diversificación empresarial dependerá de las condiciones del mercado y la propia empresa, y de los objetivos de la misma.
El fracaso de muchas actividades es siempre menos probable que el fracaso de una sola, pues es algo que puede suceder con mayor facilidad
Entre los factores más importantes que pueden desencadenar la toma de decisión de iniciar una diversificación de este tipo destacan los siguientes:
Además de estos factores para diversificar un negocio, se tienen en cuenta las siguientes situaciones o necesidades:
Sucede si no se pueden alcanzar los objetivos de crecimiento en la relación productos-mercados mediante una expansión.
Es decir, los mercados son muy competitivos y en algunos de los sectores industriales se aprecia una fuerte sobresaturación, porque son muchas las empresas que ofrecen los mismos servicios y productos. Gracias a la diversificación se podrán ofrecer nuevos productos en nuevos mercados.
Si se diversifica el negocio, a largo plazo se reducen riesgos. A pesar de que alguna actividad pueda fracasar, es complicado que todas salgan mal. Como se amplía el ámbito de inversión, se reduce el riesgo de un fracaso financiero.
El fracaso de muchas actividades es siempre menos probable que el fracaso de una sola, pues es algo que puede suceder con mayor facilidad.
El desarrollo de actividades nuevas y la relación con otras empresas es más importante de lo que se pueda creer en un principio. El resultado de esto será que el conjunto funcionará de manera más eficiente y el control sobre el negocio será mayor.
Existen cuatro tipo de sinergias: de dirección, productivas, financieras y comerciales. El desempeño del conjunto de los negocios es mejor que el de cada uno por separado.
Cada empresa decide dónde invertir sus recursos excedentes y su capacidad para crear un nuevo producto, servicio o establecer nuevas relaciones con otras empresas.
Es interesante realizar inversiones en actividades que supongan posibilidades de rentabilidad y crecimiento. Se puede realizar una diversificación si las oportunidades detectadas suponen una mayor rentabilidad que realizar una expansión.
La diversificación empresarial tiene una gran cantidad de beneficios, como ampliar el target al que se dirige, introducirse en nuevos mercados, mejorar la imagen de marca, generar mayores ingresos y diferenciarse de la competencia. Cada empresa ha de decidir cómo hacerlo en función de su filosofía y objetivos. Quedarse estancado nunca es una opción.