Los distintos tipos de diversificación empresarial dependen de las condiciones de la empresa, del mercado y de los objetivos que, en función de estas premisas de partida, tienen las diferentes firmas.
Pero, antes de profundizar en las clases de diversificación empresarial existentes, vale la pena comentar que todo proceso de esta índole se basa en impulsar una ampliación, una variación y un crecimiento del modelo de negocio que implica perder el miedo a los cambios.
Se estudian alternativas de modificación de sus actividades para que consigan unos ingresos que compensen la apuesta por la nueva estrategia
No obstante, está claro que se trata de una estrategia que no puede ser improvisada, sino que ha de basarse en indicadores certeros, como la posibilidad de adentrarse en nuevos targets o nichos de mercado o la ambición por trabajar en productos innovadores o imprimir un enfoque distinto a los que ya se comercializaban. Diversificar no es una política empresarial exenta de riesgos, pero los beneficios son proporcionales a estos.
La diversificación de una empresa, por otra parte, nace de la reformulación del plan de negocio inicial. Basándose en el modelo fundacional de la firma, se estudian alternativas de modificación de sus actividades para que, en un plazo determinado, aunque al principio haya que asumir gastos, se consigan unos ingresos que compensen la apuesta por la nueva estrategia.
La diversificación implica seguir con una parte de los recursos productivos, pero aprovechar otra para nuevos negocios. Hace a una organización menos vulnerable ante los riesgos de las crisis de su sector de partida y su introducción en nuevos mercados potencia la marca.
Por una parte, las empresas pueden optar por la inversión propia o por la adquisición total o parcial de una empresa. En esta última opción, se hace falta la diversificación del capital, esta puede ser una diversificación relacionada o no relacionada. Sería relacionada si guardase relación con la otra empresa, y no relacionada si no tuvieran ningún tipo de relación.
Constituye la fórmula de diversificación más seguida, puesto que supone echar mano de los recursos propios a la hora de intentar conquistar nuevos espacios productivos y clientes. Por ejemplo, una empresa cementera decide dedicarse a actividades agrícolas y compra cultivos, una nave industrial y maquinarias. Asimismo, puede contratar a trabajadores especializados y adquirir directamente materias primas.
El modelo inversionista implica crear, ex novo, la propia infraestructura, por lo que suele tener un coste más caro que el resto. No obstante, proporciona una total independencia a la empresa diversificadora, lo que se traduce en un importante margen de maniobra a la hora de tomar decisiones.
Es una estrategia muy habitual entre las grandes empresas, que se pueden permitir en ocasiones la compra de otras más pequeñas. Tanto de firmas que operen en el mismo sector o actividad comercial como de las que lo hagan en uno complementario. Estas adquisiciones posibilitan, más allá de que se produzca o no la fusión de las marcas, una diversificación real del capital.
Por una parte, no hace falta invertir en infraestructuras, puesto que se aprovechan las ya existentes en la empresa comprada total o parcialmente, lo que supone un ahorro considerable. Además de las instalaciones, se saca partido de la experiencia acumulada en la organización adquirida.
La diversificación empresarial supone una audaz política de estímulo del negocio, pero se ha de encarar con criterios de crecimiento objetivos
Un ejemplo de adquisición total o parcial es el de un canal de televisión de noticias que también desea emitir contenidos culturales y compra otro que se dedicaba a estos menesteres.
Es una clase de diversificación que se fundamenta en la combinación de dos o más actividades que se considera que van a tener más éxito bajo la estructura de una misma empresa que en firmas separadas.
No se trata de actividades que se encuadran exactamente en el mismo sector, como ocurría en el anterior ejemplo de las adquisiciones totales o parciales de medios de comunicación.
Sin embargo, sí que existe una evidente relación, como indica la denominación de este tipo de diversificación, con las derivaciones del sector. La clave se encuentra en aprovechar oportunidades productivas o comerciales.
En el ámbito tecnológico se observan con claridad estos supuestos. Sin ir más lejos, Google, que nació para explotar recursos de Internet, obtiene también rendimiento por la venta de productos físicos de realidad aumentada.
La diversificación no relacionada supone la ampliación de las actividades de la empresa con otras que no tienen nada que ver con las que se habían realizado hasta ahora en su seno. Se empezará a trabajar sobre productos y/o servicios con los que la firma no ha estado familiarizada, pero en los que se prevén oportunidades de mercado.
Hay que tener en cuenta que estas diversificaciones son las que comportan un mayor riesgo, por lo que las organizaciones que las afrontan han de disponer de suficientes capitales para mitigarlos. Si los estudios de mercado son tan propicios como fiables, la previsión de ingresos será proporcional al riesgo que se asume.
No en vano los más relevantes grupos empresariales del mundo se han construido a base de estas diversificaciones encadenadas. Entre otras multinacionales que apuestan por este modelo, Nestlé ya no solo vende alimentos, sino también cremas dermatológicas.
En definitiva, la diversificación empresarial supone una audaz política de estímulo del negocio, pero se ha de encarar con criterios de crecimiento objetivos.