Si durante los últimos tiempos has oído hablar de qué es blockchain y cómo va a revolucionar el futuro, seguro que te habrás preguntado en qué consiste y cómo funciona. Blockchain se basa en una tecnología de encriptado en cadena que se utiliza, entre otras cosas, para regular las criptomonedas. Así, aunque la cadena articulada puede utilizarse para asegurar la integridad y privacidad de una serie de bloques de información, probablemente sea más conocida por haber generado beneficios millonarios mediante criptomonedas.
En la tecnología blockchain la manifestación más sonada de las cadenas de bloques es el Bitcoin. Aunque últimamente se habla mucho de Ethereum, plataforma basada en la misma tecnología mediante la que se crean contratos inteligentes y que sustenta la criptomoneda Ether.
Sin embargo, las criptodivisas no son la única posibilidad de inversión en blockchain, que promete ser la principal forma de especulación de la década.
A la hora de invertir en la cadena de bloques, uno puede elegir entre los llamados criptoactivos y los exchange-traded funds (ETFs). Estas herramientas de inversión son fondos que combinan la naturaleza de acciones y sociedades de inversión. Otro producto de inversión son las initial coin offering (ICO), que son una forma de recaudación empleada por startups y empresas. De modo que para comprar blockchain y realizar una transacción con está tecnología, primero es importante conocer las características de los diferentes productos:
A la hora de invertir en la cadena de bloques, uno puede elegir entre los llamados criptoactivos y los exchange-traded funds (ETFs). Estas herramientas de inversión son fondos que combinan la naturaleza de acciones y sociedades de inversión
Evidentemente, el lugar de compra de blockchain va a depender del tipo de producto en que se quiera invertir. Así, las criptomonedas están disponibles en sistemas de intercambios y en mercados. Por su parte, los ETFs se negocian en bolsas de valores, y las ICOs dependen de la entidad emisora.
Un elemento a tener en cuenta es que las criptodivisas no suelen pagarse con tarjeta de crédito, PayPal ni ninguna otra forma de pago reversible. Evidentemente, el objetivo de estas limitaciones es que no se cancele la operación después de consumada.
Sin embargo, con la proliferación de la oferta, cada vez son más los operadores que se atreven con estas formas de pago.
Como toda inversión, la cadena de bloques presenta sus propios riesgos, asociados a la rentabilidad del producto. Por ejemplo, Bitcoin ha demostrado ser una moneda capaz de multiplicar su valor en días y desplomarse en horas. Por otro lado, el Venture Capital invertido a través de ICOs no siempre genera el retorno esperado.
El blockchain es seguro como sistema de intercambio de información. Sin embargo, las criptodivisas no suelen estar respaldadas por organismos reguladores. Además, las prácticas especulativas se ceban con los bloques encadenados, por lo que muchos operadores señalan la creación de burbujas.
Las cadenas de bloques son objeto de la especulación más extrema, lo que las convierte en instrumentos muy volátiles. Sin embargo, no parece factible que desaparezcan criptodivisas tan asentadas como el Bitcoin o inversiones en ICOs reales y fiables. A fin de cuentas, el blockchain tiene la misma base que la economía tradicional: la confianza de sus usuarios.
Algo diferente ocurre si se habla de los ataques informáticos, que han provocado la desaparición de grandes volúmenes de criptodivisas. Lo mismo puede predicarse de las ICOs fraudulentas, no sustentadas por ningún proyecto.
Hay quien equipara la inversión en bolsa a la inversión en criptoactivos. Y lo cierto es que los ETFs funcionan como una inversión bursátil. Sin embargo, las cadenas de bloques se caracterizan por huir de agentes reguladores.
Al margen de ello, la inversión en criptoactivos está desplazando la inversión en acciones, debido a su coste y popularidad.
El problema con esta forma de inversión tiene forma de scam o de burbuja. Ha habido innumerables casos en que, tras adquirir la moneda inicial, los inversores se han dado cuenta de que no existía proyecto alguno detrás de la ICO. De modo que han perdido la totalidad de su inversión.
Como burbuja, los principales agentes económicos han advertido de que el entusiasmo por las criptomonedas se ha contagiado a las ICO. De modo que esperan una explosión de la burbuja, donde los últimos en saltar del barco podrían perder su inversión.
En cuanto a la inversión en Venture Capital, se calcula que el 60% de los beneficios proceden del 10% de proyectos. Es decir, que el 90% de las inversiones realizadas tienen escasa, nula o negativa rentabilidad. Es el precio a pagar por los generosos beneficios de la apuesta ganadora. Por otro lado, la inversión en figuras de cadena de bloque solo es asimilable al accionariado en cuanto a la participación en los beneficios de la empresa. Los derechos solamente tienen carácter económico.
Por tanto, la inversión en blockchain es cada vez más fácil y diversa. Para introducirse en ella se debe analizar previamente qué perfil de inversión se adapta mejor a uno mismo. Lo que incluye una valoración de los riesgos de esta tecnología y conocer cómo funciona.