WORK BETTER
VOLVAMOS A UNA MEJOR EXPERIENCIA DE TRABAJO
No cabe duda de que, en estos momentos, lo primordial es generar entornos laborales seguros y saludables. Así lo cree el Presidente de Steelcase Iberia, Alejandro Pociña, quien en la presente entrevista analiza las claves de los espacios de trabajo tras del COVID-19, ahondando en la importancia de diseñar espacios productivos que ayuden a las personas a sentirse bien física, psicológica y cognitivamente, y atisbando en el futuro una clara reinvención de los mismos apoyada en las tecnologías.
Con el cierre de los espacios de trabajo, las organizaciones han tenido que esforzarse más que nunca por mantener su cultura corporativa en la distancia. Una cultura corporativa resiliente es aquella que ayuda a las organizaciones a impulsar su innovación y a encontrar soluciones creativas a los problemas comunes. El trabajo en remoto ha ayudado a mantener el bienestar físico de las personas a la vez que ha permitido a las organizaciones continuar con su actividad no presencial. Pero poco a poco iremos creando una nueva normalidad que ahora mismo desconocemos.
En estos últimos meses hemos vivido un cambio radical en nuestra forma de percibir y comportarnos en los entornos comunes. Hemos aprendido mucho, y nuestra gran oportunidad como responsables de organizaciones es aplicar todo este nuevo conocimiento para generar entornos de trabajo que no solo nos ayuden a promover una cultura resiliente a la vuelta, sino que sean capaces de adaptarse a cualquier disrupción que podamos vivir en el futuro.
Ahora mismo, el principal reto de las organizaciones es el de proteger la salud de los trabajadores. Las personas son nuestro principal valor y nadie regresará a un espacio de trabajo que no les aporte seguridad. Los espacios de trabajo de hoy en día están diseñados basándose en la densidad. Es muy común encontrar espacios en los que se suceden los puestos tipo bench en entornos abiertos. En entornos así es muy fácil la propagación de enfermedades y es algo en lo que las organizaciones están trabajando rápidamente para poder adaptarlo a las nuevas necesidades. Tenemos que ver el regreso a los espacios de trabajo desde tres perspectivas: el ahora, donde lo que debe primar es la adaptación rápida del espacio a las medidas básicas de higiene y distanciamiento; en el futuro cercano, donde el objetivo debe basarse en reconfigurar el espacio de manera que permita el regreso de la mayoría de la plantilla, diseñando entornos lo más flexibles y resilientes posibles; y el futuro lejano, donde viviremos una reinvención del espacio de trabajo apoyada en las tecnologías y pensando en que lo que hemos vivido durante esta crisis ha sido un ensayo para prepararnos ante cualquier situación que tengamos que vivir en el futuro.
El espacio da forma al comportamiento y el comportamiento con el tiempo se convierte en cultura. Si queremos generar una cultura resiliente, ágil, innovadora, creativa y que aporte todos los valores que se necesitan para que una organización salga reforzada de una situación adversa, el espacio es una pieza clave de la ecuación.
En estos momentos lo primordial es generar entornos saludables, y no debemos olvidarnos del importante equilibrio que existe entre el bienestar y la productividad de los trabajadores. Un espacio productivo es aquel que ayuda a los trabajadores a desarrollar todo su potencial a la vez que ayuda a la organización a conseguir sus objetivos. La clave está en diseñar espacios productivos que ayuden a las personas a sentirse bien física, psicológica y cognitivamente sin perjudicar nuestro sentido de comunidad, creatividad y productividad. Ese será el momento en el que las personas irán a la oficina porque quieren ir, porque encuentran lo que necesitan para poder desarrollar todo su potencial.
Volver al espacio de trabajo, para la mayoría de las personas, supondrán un sentimiento muy diferente a cuando se marcharon de allí. Será un momento para celebrar que disponemos de un espacio común y que volvemos a estar todos juntos. Ya nunca más será un sitio en el que las personas van, se sientan y se ponen a trabajar sin más. Nuestros lugares de trabajo se convertirán en espacios para conectar, para reforzar nuestra cultura, para compartir nuestra cercanía, y para apoyar a todas las experiencias de trabajo que siempre serán mejores que cualquier mesa individual o cualquier videoconferencia. En definitiva, oficinas que sean capaces de hacer fluir la colaboración, la participación de todos los equipos y donde se satisfagan las necesidades de todos los profesionales de manera que, en última instancia, esto repercuta de manera positiva en la productividad, tanto de los empleados, como de la propia compañía.