En los pasillos de la innovación
En el mundo del deporte, uno de los momentos críticos es la gestión del final de la trayectoria profesional, cuando toca reconvertirse, pasar página y buscar un nuevo camino.
Alex Corretja es uno de esos casos en los que un deportista sabe reinventarse y ser igualmente exitoso una vez acaba su carrera. Se ha convertido en la voz televisiva de los grandes torneos de tenis, reconocido por profesionales y espectadores por sus conocimientos técnicos, su cercanía y su sentido del humor.
Es, sin duda, uno de los comentaristas y divulgadores más prestigiosos de su deporte. Hablamos con él sobre su trayectoria en el mundo del tenis, sobre esfuerzo y superación, cómo gestionar las expectativas y sobre cómo asumir las derrotas, pero también las victorias.
Es un reconocimiento muy bonito, porque se valora tu trayectoria como tenista. A nivel nacional, es el siguiente gran paso que tienes después de haber dejado el tenis y haber jugado muchos años la copa Davis. Si te ofrecen ser capitán es un bonito privilegio, porque has estado ahí dentro y conoces perfectamente lo que siente el jugador.
Por otra parte, el gestionar las diferentes personalidades y diferentes estilos de juego, elegir a unos u a otros dependiendo del rival y la superficie que te toca, es un reto bonito. La verdad que luchamos mucho. Llegamos a la final y perdimos en el punto decisivo en 2012, y eso fue muy agridulce, porque el año fue muy positivo. Tuvimos la mala suerte de no poder contar con Rafa en ninguna eliminatoria porque estuvo lesionado mucho tiempo. Y aun así, se nos escapó el punto final con 2-2 en la eliminatoria, y lamentablemente no ha dejado huella, porque cuando haces un muy buen trabajo, pero te ganan en la final, no pasa a la historia como algo único. Para nosotros fue un gran esfuerzo, fueron dos grandes temporadas.
Hay un matiz, que es que tú tienes que ir a por las finales. No es que si juegas la final y pierdes no sirve para nada, sino que en la final tienes que ir con todo lo que tienes. Lo importante es que no te vayas al vestuario con la sensación de no haber hecho algo. Para eso necesitas que tu juego se adapte a tu rival y al entorno. Pero entiendo el concepto de lo que dice, que es que tienes que probar lo que crees que es mejor para ti.
No, ni mucho menos. Es cuestión de darlo todo, de exprimir al máximo las posibilidades y las virtudes que tú tienes. Especialmente para quedarte tranquilo contigo mismo. A mí lo que me deja tranquilo de las dos finales que perdí o de cuando fui el 2 del mundo es que di el 100% para llegar a esas finales y a ese ranking y no pude más, o no supe más. Entonces eso no me supone ahora mismo ni una decepción, ni una amargura o un lamento. Por supuesto que al estar tan cerca piensas: con el esfuerzo que hice y lo cerca que estaba podría haber ganado alguna de las finales o llegar al número 1, pero no me daba para más, los rivales tenían un plus que a mí me faltaba. Yo creo que no todo es cuestión de ganar, es cuestión de dar el máximo que tienes para quedarte tranquilo contigo mismo.
Más que por ser una estrella, luchas cada día para mejorar y ser lo mejor posible. Por supuesto que haces el esfuerzo para intentar ganar el máximo. En su momento tuve años muy buenos, estar el dos del mundo y ganar un Masters, ganar la Davis o ganar una medalla olímpica con Albert Costa quiere decir que estás en un momento de mucho éxito. En ese momento te sientes muy realizado, pero nunca consideré que era una estrella. Simplemente sentía que estaba haciendo lo mejor posible mi trabajo, que era el tenis. Nunca me he considerado una estrella, me siento más agradecido de lo que la gente siente por mí que lo que yo significo como personaje público.
Yo lo que siento es que aporto conocimiento de lo que está sucediendo dentro y puedo explicar muchas cosas por vivencias propias y por haber estado ahí. Y eso es un plus, que si estás bien acompañado, complementa muy bien la narración. Intento aportar el por qué suceden las cosas. A partir de ahí tengo la suerte de que me lo paso muy bien, intento que la gente entienda lo que está sucediendo. Y si se consigue de una forma respetuosa y entretenida yo creo que es un éxito y es lo que me hace sentir mejor.
Recuerdo que cuando tenía 18 años ya fue un éxito pasar la previa del Godó y ganar un partido a Sergio Casal, o ganar unas semanas después a Sánchez Vicario, o pasar la previa de Roland Garros. Yo sentía que estaba dando pasos agigantados, aunque luego me costó más, porque era un jugador con poca potencia y necesitaba desarrollar bien mi juego, y por eso me costó algunos años poder llegar arriba. Al final el tenis me ha enseñado todo lo que soy: el tenis es punto a punto y la vida es minuto a minuto. También me ha permitido viajar mucho, compartir con gente de diferentes religiones o culturas, y eso nos ha hecho mucho más tolerantes. Eso es de lo que más orgulloso estoy, de haber crecido en un ambiente muy abierto y que me ha enseñado a conocer mucho mundo.
La única forma de gestionarlo es sabiendo donde quieres estar. Una cosa son las expectativas que se generan desde fuera y otra las que tanto tu equipo como tú tenéis desde dentro. Tienes que marcarte los objetivos que crees que son reales y asumibles para ti. Creo que depende de cada uno y de la presión o la exigencia que se quiera meter. Hay gente que no lo quiere manifestar públicamente para no sentir que no están cumpliendo con las expectativas que él mismo ha puesto y que luego le van a exigir por haber hablado. Pero también me parece bien decirlo y hablarlo con transparencia. Por eso la expectativa depende de las aspiraciones y los objetivos.
El mejor fue ganar el Masters, porque eran muchos años de esfuerzo para llegar al punto en el que consigues el gran éxito de tu vida. Después también la Copa Davis porque era la primera vez que ganábamos en España y parecía que nunca íbamos a conseguir ese reto. Y también tener una medalla olímpica es un logro muy emocionante. Y el más amargo fue perder la segunda final de Roland Garros con Kuerten, porque tuve oportunidades, y ver que se me escapaba me dolió muchísimo. Y, aunque al año siguiente volví a llegar a semifinales, tuve la sensación que físicamente y mentalmente estaba tocado. Es una final que sí me duele recordarla, no tanto por la conciencia, pero sí porque estuve muy cerca, y de ganar a perder sí hay una diferencia bastante grande.
Es difícil innovar, hacer algo que no se haya visto nunca. No creo que se puedan inventar grandes cosas, pero sí que lo más importante es entender bien el juego para saber cómo tienes que jugar. Cuanto más entiendes tu deporte más bueno te conviertes. Y saber siempre que sin sufrimiento no hay éxito. No hay nadie que gane sin sufrir, puedes disfrutar un día o dos, pero es imposible que no sufras. Tienes que encontrar el equilibrio, disfrutar sufriendo y asumir que ese sufrimiento es parte de tu vida. La única manera es aguantando las situaciones más difíciles y dominar cuando puedas, porque si no dominas te dominarán a ti. En el circuito profesional no eres el único que tiene potencia, y por eso debes entender que tienes que ser lo suficientemente bueno como para saber defenderte cuando toca. Debes tener una combinación entre inteligencia y potencia.
100% sí. Federer mejora su revés alto porque se da cuenta que si no lo hace no va a poder ganar a Rafa Nadal. Y esa evolución es lo que le convierte otra vez en campeón. Y a Rafa o a Djokovic les pasa exactamente lo mismo. La competencia les obliga a mejorar. Se han encontrado los 3 mejores y han necesitado progresar al máximo porque si no, no podían volver a ganar. En las empresas pasa lo mismo, cuando tienes una empresa muy potente y ves que otra lo hace mejor necesitas innovar y seguir creciendo. Porque si no, no vas a volver a ser la mejor. Tienes que buscar las herramientas para mejorar.
En mi caso fue atípico porque tuve un problema en el ojo, y me tuvieron que operar de la mácula, así que fue una retirada obligada. Me retiré realmente por culpa de eso, aunque mis años buenos ya habían pasado. Me habría gustado retirarme en pista. No fue así y es una pena, pero me sirvió también para apreciar todos los años buenos que había tenido.
Va a ser una época brillante pero más intermitente. No creo que haya nadie que domine el tenis masculino como lo han dominado los tres jugadores actuales. Yo creo que vamos más en tendencia de lo que ha sucedido con el tenis femenino, pero sí habrá algunos jugadores que marcarán diferencias, y Alcaraz será uno de ellos.