La transformación digital avanza con fuerza, pero aún persisten resistencias estructurales en el tejido empresarial español. En esta conversación realizada al calor del VIII Encuentro de Consejeros y Protectores de APD, Chus Llorente, Directora de Estrategia y Negocio de Prodware, analiza los principales desafíos para adoptar soluciones cloud escalables y seguras, y señala por qué el verdadero reto de la Inteligencia Artificial no es su capacidad técnica, sino nuestra capacidad para formular las preguntas adecuadas. En un mundo donde la IA agéntica marca el siguiente gran salto, la clave estará en saber pensar estratégicamente con estas tecnologías y no simplemente saber utilizarlas.
Es un hecho que la adopción de la nube ha crecido en España, pero aún queda mucho por hacer. Todavía hay organizaciones que siguen confiando en infraestructuras on-premise que son limitadas, rígidas y difíciles de evolucionar. Hoy, eso ya no tiene sentido si tenemos en cuenta que disponemos de una plataforma como la nube, viva y conectada al pulso de la innovación continua.
La nube ofrece beneficios indiscutibles. En primer lugar, la velocidad de innovación: gigantes tecnológicos como Microsoft invierten miles de millones de euros cada año en I+D para integrar avances en Inteligencia Artificial, automatización, seguridad o gestión de datos. En segundo lugar, la escalabilidad y flexibilidad: permite adaptar los recursos a la demanda real del negocio en cada momento. Y, en tercer lugar, la seguridad y el cumplimiento normativo, gracias a grandes equipos de ciberseguridad que protegen la infraestructura 24/7 y garantizan un compliance robusto.
Entrevista a Chus Llorente, Directora de Estrategia y Negocio de Prodware
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Hoy no hay conversación empresarial que no incluya a la Inteligencia Artificial. Es una obviedad decir que lo está transformando todo: los modelos de negocio, los procesos, las industrias. Pero en nuestra experiencia desde Prodware, lo que realmente marca la diferencia no es la tecnología en sí, sino la adopción real de esa tecnología.
Y la adopción empieza con una pregunta muy sencilla, que no siempre nos hacemos con la honestidad necesaria: ¿Para qué queremos realmente que nuestros equipos trabajen con IA en su día a día? Porque la IA, en general, no falla. Lo que suele fallar es su implementación cuando no hay un propósito claro, compartido y bien entendido dentro de la organización.
Yo estoy convencida de que el secreto no está en la respuesta, sino en la mente de quien hace la pregunta. Esa es una de las grandes batallas de la IA. La otra gran batalla son los datos. Al final, los datos son el alimento y el motor de la IA, y su calidad determinará directamente la calidad de las soluciones que se desarrollen a partir de ellos. Por eso, garantizar la seguridad, gobernanza y trazabilidad de esos datos es fundamental para que todo lo demás funcione.
Si hablamos del ámbito empresarial, el próximo gran salto es la IA agéntica. Hablamos de sistemas que no solo ejecutan tareas cuando se les ordena, sino que actúan de forma autónoma, dirigidos a un propósito específico, permitiendo delegar procesos enteros de negocio.
Un ejemplo claro sería un retailer de moda que, dentro de su ERP, tenga un agente inteligente que detecte que ciertas prendas se están agotando y genere automáticamente una orden de aprovisionamiento. O, en sentido inverso, que identifique un exceso de stock y active por sí solo una campaña promocional previamente diseñada para ese escenario. No estamos hablando solo de automatización, sino de inteligencia que piensa por sí misma y toma decisiones con base en el contexto.
Por eso es tan importante discernir los “para qué” de la IA. La clave no está solo en saber de Inteligencia Artificial. Lo más relevante será saber pensar con ella, integrarla estratégicamente en la organización y sacar el máximo partido de su potencial transformador.