REVISTA APD LIDERAR LA INCERTIDUMBRE
La educación “debe ser la base que permita hacer evolucionar a una sociedad”. Así lo asegura el Presidente de la Sectorial de Escuelas Infantiles de ACADE, Ignacio Grimá, en la presente entrevista, en la que además de analizar los efectos que la crisis del COVID-19 está teniendo en el sector, reflexiona sobre los retos a los que se habrán de enfrentar de ahora en adelante los centros educativos. ¿Se abre un nuevo futuro también para la enseñanza?
Desde una perspectiva pedagógica, esta crisis ha supuesto un reto importante para los centros educativos en términos de evidenciar su capacidad de adaptación a un entorno absolutamente nuevo para todos (capacidad de desarrollar mayores competencias online, creatividad a la hora de superar la barrera física en la educación, etc.). Y desde una perspectiva empresarial, esta crisis está suponiendo un fuerte impacto para todo el sector, con especial incidencia en las escuelas infantiles, en las que, dadas las limitaciones de las edades tempranas, no pueden desarrollar un proyecto educativo online análogo a cómo se está desarrollando en alumnos más mayores.
Si bien esta situación es novedosa para todos los sectores, en los centros de educación privados -exceptuando las escuelas infantiles, por el motivo antes mencionado- no se ha producido una paralización: sencillamente, se ha producido una adaptación al nuevo entorno, a través de programas online interactivos, plataformas educativas adaptadas…
Esta crisis obliga a todos a adaptarse a una nueva normalidad en la que los skills tecnológicos serán aún más importantes. Y por supuesto, la apertura física exigirá a los centros una generación de confianza fundamental en las familias, a través de protocolos de control, adaptación a la nueva situación, etc.
La principal necesidad se está identificando en las escuelas infantiles privadas, en tanto que, por no poder llevar a cabo un proyecto online análogo a los cursos superiores, la situación de inactividad está haciendo que se encuentren con nula capacidad de generación de ingresos y, por contra, un alto nivel de costes fijos que seguir asumiendo. Esta situación se ve agravada en aquellas Comunidades -como Madrid- que no han adoptado medidas de ayuda urgente a dichos centros, lo que probablemente lleve a un cierre definitivo de muchísimas escuelas infantiles privadas.
Efectivamente. Los alumnos mayores tienen una mayor capacidad de adaptación, comprensión de la crisis… aunque, por supuesto, requerirán en muchas ocasiones de apoyo por parte de la familia y del centro educativo, el impacto emocional será algo más limitado en ellos. Por el contrario, los más pequeños se están encontrando con que todo ha cambiado y, sencillamente, no entienden por qué: se encuentran confinados en casa, sin ver a sus compañeros… Rutinas que han desaparecido y que eran clave a la hora de aportarles una estabilidad emocional como base para su desarrollo emocional.
Si bien en entornos de normalidad la educación debe ser la base que permita hacer evolucionar a una sociedad, en contextos de crisis como el actual la educación se hace aún más imprescindible, de cara a aportar a los alumnos no solo conocimiento, sino competencias clave para afrontar este nuevo futuro: creatividad como vía de identificación de soluciones, adaptación como competencia de resiliencia, trabajo en equipo como herramienta clave para la resolución de problemas complejos…
Por supuesto, este escenario debe llevar a los centros educativos a repensar, aún más si cabe, cuál es su propuesta de aportación de valor a un alumno ante un contexto como el que se nos presenta. El nuevo futuro ha acelerado retos que el sector educativo ya estaba afrontando, y que sin duda alguna, van a implicar una constante adaptación de los centros educativos. Eso sí, nunca perdiendo los ejes y valores de cada institución, pero sí abordando los nuevos desafíos que tenemos por delante.