Desde enero de 2019, Leire Pajín Iraola preside la REDS-SDSN, entidad dirigida a movilizar y sensibilizar a la sociedad española, a las instituciones públicas y al sector privado para que conozcan de manera más rigurosa y comprometida los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En la presente entrevista, conducida por Ignacio Pi, Responsable Global de Mediapost, los analiza de manera minuciosa haciendo especial hincapié en el ODS 3, Salud y Bienestar, y destacando el papel del sector privado.
Miguel Ángel ha sido para mí un maestro, un jefe y un compañero de trabajo, por lo que sin duda es un honor seguir sus pasos al frente de REDS.
El ODS 3 es muy importante por su cualidad de objetivo transversal. Hoy no podríamos hablar de modelo urbano —recogido en el ODS 11, Ciudades y comunidades sostenibles— sin tener en cuenta el impacto de la movilidad en la salud de los ciudadanos y ciudadanas; o de crecimiento económico —en el ODS 8— sin hablar de salud laboral. Por otra parte, el impacto que las empresas pueden generar en el medio ambiente también es relevante desde el punto de vista de este tercer objetivo.
Existe una relación directa del rol del sector privado frente a cada uno de los objetivos, y creo además que las empresas han entendido muy bien este mensaje. El sector privado se ha puesto al frente de esta Agenda 2030, se ha tomado en serio su cumplimiento y entiende que no se trata solo de una agenda de valores —que lo es—, sino que representa una oportunidad enorme para un mejor posicionamiento del negocio.
El Observatorio de sector privado y ODS, con el que colaboramos estrechamente desde REDS, pone de manifiesto que han sido efectivamente las grandes empresas las primeras en liderar este proceso, y que todavía tenemos que llegar aún más a la pyme. En este sentido, la Red Española para el Desarrollo Sostenible quiere colaborar para seguir difundiendo la Agenda 2030 en este ámbito.
Tenemos que ser capaces de traducir esa agenda en términos concretos. Se trata de que la empresa entienda que los ODS son una apuesta por cosas que ya hacen actualmente, que pueden aportar muchas de las soluciones innovadoras que requiere la propia agenda de cara a cumplir sus metas. De esta manera se darían cuenta del papel que juegan. También hay que entender que la empresa no puede ni debe tratar de abordar los 17 Objetivos, sino que debe priorizar, elegir y apostar por aquellos que puedan convertirse en un valor añadido.
Afortunadamente, España cuenta con empresas familiares y pymes muy competitivas, que incluso se han internacionalizado. Es este capital el que debemos aprovechar para hacer esta apuesta por los ODS desde la perspectiva del sector privado.
Creo que aquellas empresas que han sabido entender que dentro de sus estructuras, a todos los niveles, cuentan con el mejor motor de revolución tanto para mejorar su modelo de negocio y su cadena de valor como para posicionarse en la sociedad, son las que mejor se están sabiendo enfrentar a esto.
Hay muchos ejemplos de empresas españolas que cuentan entre sus plantillas con verdaderos catalizadores del cambio en términos de solidaridad y sostenibilidad, lo que se traduce en una apuesta clarísima por los Objetivos de Desarrollo sostenible. Es más, esta Agenda 2030 tiene que ser una agenda ciudadana. Nuestro objetivo en esta nueva fase que comienza para REDS es no solo seguir impulsando a la administración pública, sino que tenemos que conseguir que la ciudadanía entienda que es una agenda de todos y de todas, y que cada uno, de forma individual, puede ser un gran actor del desarrollo sostenible.
A pesar de los tiempos convulsos que corren, que a veces nos nublan el futuro con muchas amenazas, creo precisamente que los Objetivos de Desarrollo Sostenible configuran una agenda que nos va a permitir llegar a grandes consensos en un momento en el que no parece fácil encontrarlos. Creo que es una agenda que, aunque está profundamente ideologizada en el sentido de que es una agenda transformadora con valores muy claros, puede llegar a muchos ámbitos ideológicos, tanto a nivel internacional como en el contexto de España. Y eso es lo que tenemos que conseguir: tejer una amplia vocación de consenso alrededor de la Agenda 2030.
Si miramos atrás, si hacemos un análisis de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío. Medio lleno porque desde luego hemos conseguido grandes objetivos que nos habíamos marcado 15 años antes de la alianza global para la Agenda 2030: acabar con la pobreza extrema, conseguir el acceso a la educación de niños y especialmente de niñas, etc. Hay muchos objetivos que hemos conseguido, pero hay otros que han quedado rezagados y que deben ser recogidos por esta nueva agenda.
Soy optimista en tanto que creo que estamos ante una agenda con vocación de transformación y de mayoría amplia. Si somos capaces de convencer a la ciudadanía de que esta hoja es la que nos va a permitir vivir —y vivir mejor— en el futuro, podremos derribar los grandes muros que tenemos por delante y conseguir estos grandes retos.