Hablamos con Marta Grañó, profesora en ESADE y experta en innovación.
Esta consultora, convencida de la importancia de cambiar el ‘chip’ y de que las organizaciones impulsen fórmulas de trabajo que organicen equipos que no trabajen como máquinas -con un modelo repetitivo, siempre igual-, sino equipos que trabajen como seres vivos -que se adaptan a su entorno y responden de un modo flexible-, nos define durante la entrevista los distintos aspectos necesarios para trabajar en Agile y nos explica cómo aplicar la metodología en las organizaciones para fomentar la innovación desde las personas. ¿Sabrán las organizaciones ponerlo en práctica?
La filosofía Agile busca introducir un nuevo modo de trabajo que permita ser más flexibles ante un entorno que cambia constantemente. Ya no sirve repetir conceptos y hacer las cosas siempre del mismo modo, es necesario saber adaptarse a lo que ocurre a nuestro alrededor.
Agile busca optimizar el resultado en nuestro trabajo, mejorar el trabajo en equipo y generar el máximo valor posible para nuestro cliente. Es un modo distinto de trabajar, que pretende conseguir un cambio realmente profundo: pasar de organizaciones que funcionan como máquinas a organizaciones que funcionan como seres vivos.
En la 4ª Revolución Industrial no podemos trabajar del mismo modo que lo hacíamos en la 1ª Revolución Industrial. Y, para conseguirlo, nos plantea utilizar las distintas metodologías Agile.
Las metodologías Agile son un conjunto de metodologías para el desarrollo de proyectos que precisan de rapidez y flexibilidad para adaptarse a condiciones cambiantes del entorno o del mercado, y que aprovechan dichos cambios para proporcionar ventaja competitiva, para ofrecer más valor al usuario final. Nacieron en el mundo del desarrollo de software, pero su aplicación se ha extendido a todos los sectores y a cualquier organización.
No son metodologías nuevas, de hecho, el “Manifesto Agile” este año ha cumplido 18 años, sin embargo, en estos últimos años han adquirido un especial protagonismo, y es fácil encontrar compañías en todos los sectores que las están aplicando. Y los resultados son francamente buenos.
Aplicar Agile se trata, en definitiva, de trabajar de un modo que permita asumir un gran reto al que se enfrentan las empresas y que, en gran medida pivota sobre dos necesidades primordiales:
En mi opinión, sí. Todas las organizaciones deberían ser más ágiles. Otro tema distinto es que no se puede aplicar a todas las áreas de la organización por igual.
Las empresas deben ser capaces de gestionar su corto plazo, a la vez que buscan fórmulas de innovación en el medio y largo plazo. Esta gestión dual resulta realmente compleja, ya que sabemos que los modelos de negocio cambian a mayor velocidad, pero no sabemos de qué modo se van a producir los cambios y eso requiere investigar y probar.
Esta necesidad de compatibilizar la gestión del corto plazo –que podemos denominar “explotación”- con la gestión del largo plazo –que equivaldría a la “exploración” de nuevos productos/servicios que aporten innovación-, ello está conduciendo hacia estructuras de organización duales.
No todos los ámbitos de las organizaciones son igual de adecuados para la implementación de metodologías ágiles. Por ello, sabemos que en las organizaciones que ya han adoptado las metodologías ágiles, mayoritariamente han optado por una organización dual, en la que los nuevos negocios se gestionan a través de equipos ágiles, mientras que las funciones tradicionales quedan fuera de esta aproximación.
La principal barrera son siempre esas personas que no ven la necesidad de cambio en las organizaciones. Siempre digo que la frase más peligrosa es “siempre lo hemos hecho así…”. Esa es la barrera contra la que es necesario combatir.
Cada organización debe decidir su implicación con Agile. No existe una fórmula universal. Puede haber casos de transformación total profunda y casos -los más habituales- de transformación progresiva hacia Agile. Para ello, no es necesaria una gran inversión, pero si un convencimiento profundo de las personas de que es necesario evolucionar.
Scrum es la metodología Agile más utilizada en el mundo, estadísticamente. Scrum propone un marco de trabajo que da soporte a la innovación en las organizaciones, basándose en equipos autogestionados.
De ahí que se haya convertido en la metodología más apropiada para introducirse en Agile y los resultados que se obtienen son sorprendentes en cualquier organización.
Para mí, lo más relevante es el hecho de poner las personas en el centro. Las personas de una organización son quiénes mejor conocen el producto, el sector, la empresa… Y, por tanto, son quiénes más valor pueden aportar, a la organización y a la sociedad. Aunque cambiar siempre es difícil, estoy convencida de que cambiar merece la pena.
Tengo la enorme suerte de ver los resultados conseguidos por esas grandes empresas que confían en mí en sus proyectos, proyectos para promover nuevas metodologías de innovación y de comprobar lo bien que valoran el resultado del trabajo realizado.
El cambio nunca es fácil, y ello provoca muchas veces que las personas lo eviten. Sin embargo, yo tengo una máxima muy clara: el cambio duele, pero el no cambio, mata.