Puede que no exista un empresario u organización que no considere su capítulo destinado a la inversión en capital humano. Ha llovido mucho desde las hipótesis de Adam Smith, padre de la economía moderna. Un poco menos desde las teorías sobre el atractivo productivo que puede tener la mano de obra, según Gary Becker, autor de “Capital humano” (1964). Pero ambos estarían fascinados ante el reto de la robotización.
El capital humano es la cotización del conjunto de competencias del personal que trabaja en una empresa. Aquí conviven cuestiones como el nivel educativo, su cultura general o el grado de experiencia. Todo lo que pueda cooperar para aumentar el desarrollo productivo y económico de la organización.
Gracias a la robotización, y a pesar de la destrucción de 75 millones de empleos, será necesaria la creación de otros 133 millones de nuevos puestos
El nivel de productividad del trabajador es el que importa. Gracias a él, el patrimonio de la empresa se vuelve activo. Buscar el rendimiento impecable del capital humano pasa por su formación continua. Así se dota al individuo del instrumental preciso para desarrollar su trabajo.
El conocimiento es el recurso mejor valorado. Las organizaciones buscan que ese activo intangible, aporte un plus a su economía empresarial. Debe servir para crear riqueza: el grado de preparación del empleado está estrechamente ligado con su capacidad de mejorar la producción.
Por otro lado, el trabajador deberá seguir actualizando permanentemente sus conocimientos y preparación. De este modo, a lo largo de su vida laboral, continuará pujando al más alto nivel de cara al interés de la empresa.
Esta es la manera en que el capital intelectual de una organización se une a los activos tangibles de la empresa. Así se combinan los dos factores fundamentales para la cotización de un negocio.
En el comercio actual, las compañías valoran ciertos conocimientos y herramientas que el empleado aporta para justificar la inversión y garantizar el Retorno de Inversión (ROI):
Es uno de los primeros pilares que se analizan. La cualificación del empleado debe estar avalada por una formación adecuada. Esta debe ser acorde con el puesto que va a desempeñar y las tareas que le serán asignadas.
Un mundo globalizado impulsa a la internacionalización de los procesos de negocio. En este sentido, poder comunicarse con personas que viven otras culturas y hablan otras lenguas elevan el valor del empleado.
Dentro del proceso de capacitación de un trabajador, la capacidad de innovar se cotiza al alza. En un mercado absolutamente vivo, rápido y competitivo, se aprecian las personas capaces de ir un paso por delante.
La creatividad, la imaginación, la habilidad para resolver cuestiones críticas o aportar una visión renovadora son cualidades que permiten la innovación y el crecimiento del nicho de mercado.
Ya hemos señalado que un trabajador debe estar siempre en formación continua. En este sentido, su capacidad de aprendizaje resultará fundamental. Servirá para que pueda adaptarse con mayor facilidad a los nuevos procesos empresariales. Está claro que se buscan trabajadores vitales y con afán de superación.
Hablamos de un trabajador dúctil, capaz de aclimatarse a distintas situaciones. Un empleado que puede defender distintas tareas en la empresa. Estos son los favoritos a la hora de realizar inversiones en capital humano.
Según el Foro Económico Mundial (WEF) de Davos, las máquinas se encargarán del 52% de los puestos de trabajos existentes. Sin embargo el saldo neto será favorable. Gracias a la robotización, y a pesar de la destrucción de 75 millones de empleos, será necesaria la creación de otros 133 millones de nuevos puestos.
El documento de Davos se denomina “The future of Jobs 2018”. Las conclusiones son claras. La imparable Cuarta Revolución Industrial ya ha comenzado. Afortunadamente se conoce cada vez mejor cuál va a ser su incidencia.
Casi el 55% de los empleados de las grandes corporaciones tendrá que reciclarse para puestos más tecnológicos. Casi un 50% de los empleadores precisarán contratar mano de obra especializada.
Los negocios precisarán invertir en un capital humano de más calidad. Esto se deriva del hecho de que la robótica se ocupará de los empleos de peor calificación. A cambio, el empleado podrá dedicarse a áreas notablemente más productivas.
Actualmente, el 30% de la actividad ya está automatizada. Se prevé que esa cifra ascienda hasta casi el 45% en 2022. Empresas y trabajadores disponen de poco tiempo para hacer los deberes.
La mano de obra humana deberá prepararse para un cambio en el tipo de empleo. Los puestos no solo se verán expuestos a una transformación cualitativa. Tendrán que acostumbrarse a nuevos formatos, a trabajar desde distintas ubicaciones y con diferentes tipos de permanencia.
Según los responsables del WEF, las empresas están obligadas a invertir en capital humano. Es un imperativo si desean continuar siendo dinámicas, punteras y competitivas.
La innovación tecnológica también aterriza en los procesos de selección de personal. La evolución de la robotización trae de la mano un nuevo formato de reclutamiento. Son los robots de selección o ATS, de sus siglas en inglés Applicant Tracking System (Sistema de Seguimiento de Candidatos).
Se trata de un software capaz de realizar los primeros filtros antes de que los currículos de los candidatos más cualificados pasen a recursos humanos. Ya se están empleando. Un ejemplo de ello serían las webs corporativas o los portales de empleo que utilizan formularios electrónicos. El aspirante cuelga sus datos personales y toda la información referente a formación y experiencia profesional.
Casi el 55% de los empleados de las grandes corporaciones tendrá que reciclarse para puestos más tecnológicos
El proceso de selección comienza en su versión automatizada. Además del filtrado, también realizan la agrupación y segmentación de los aspirantes en función de un perfil determinado por la empresa. Una de las mayores redes de profesionales, que funciona en la actualidad y que usa esta tecnología, es LinkedIn. Es una fórmula que permite encontrar candidatos en RRSS, en función de las keywords adecuadas.
La automatización es imparable. Su implementación está yendo más rápido de lo estimado. La destrucción de empleo puede ser contrarrestada con la creación de nuevos puestos de trabajo. Las empresas precisarán, por tanto, acondicionar sus inversiones en capital humano para no perder en visibilidad y competitividad.