La sostenibilidad se ha convertido en una cuestión central para muchas empresas. Por eso muchas de ellas ya trabajan con herramientas de sostenibilidad como eje central de su estrategia de negocio. El objetivo es claro, que su actividad esté alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. La sostenibilidad empresarial se constituye como la inclusión de medidas sostenibles en el medio corporativo para lograr ciertos beneficios. Por ejemplo mejorar la reputación de la empresa, aumentar la eficiencia energética, incrementar el compromiso de los empleados o generar nuevas oportunidades de negocio.
Una compañía sostenible es aquella que tiene en cuenta el impacto que sus acciones tienen en el entorno. Aquellas organizaciones que buscan generar con sus acciones un mundo más justo (ambiental y socialmente) necesitan adoptar herramientas de sostenibilidad como las siguientes:
Cada español genera al año una media de 460 kg de residuos urbanos, es decir, seis veces más que su peso medio. Por tanto, es necesario implantar un sistema de economía circular que aproveche los recursos y dé una nueva vida a los residuos que generamos. A nivel gubernamental, se ha aprobado recientemente la Estrategia de Economía Circular España Circular 2030. Algunos de sus objetivos son reducir los residuos un 15% en 2030 e incrementar la reutilización. Y también mejorar la eficiencia del uso del agua o reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Es importante, por lo tanto, que las empresas reduzcan su consumo de insumos y produzcan menos residuos, a la vez que reutilizan los recursos. El reciclaje tecnológico o priorizar el mantenimiento antes que la sustitución, son algunas medidas que se pueden tomar para impulsar una economía circular.
El primer paso para que las empresas tomen conciencia del impacto ambiental que tiene su organización es calcular la huella de carbono. El cálculo se puede hacer para productos o servicios específicos, y toma como base los estándares internacionales. En última instancia, el objetivo del cálculo es también obtener la etiqueta ecológica europea de un producto (ecoetiqueta).
La huella de carbono es el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero que una actividad tiene en un periodo de tiempo concreto. Calcular la huella, pues, es el primer paso para reducirla y para poder incorporar a continuación medidas que reduzcan el consumo de recursos naturales.
Para reducir su huella de carbono las empresas pueden optar por distintas operaciones. La introducción de sensores, instalar sistemas basados en inteligencia artificial que controlan la actividad o abordar la economía hídrica, son algunas de ellas. Sea como sea, todas las acciones deben estar enfocadas a reducir o compensar la huella de carbono.
El Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea es una de las herramientas de sostenibilidad más recientes. Su objetivo es que una parte importante de las inversiones que reciben los 27 países miembros se destinen a empresas sostenibles.
Uno de los pilares de este plan es la taxonomía verde. Es decir, conseguir clasificar de una forma objetiva y homogénea todas las actividades económicas basándose en su sostenibilidad. De este modo, para poder ser considerada como sostenible, una empresa deberá cumplir con ciertos objetivos, que serán diferentes en función de su sector.
El análisis de materialidad es el diagnóstico que permite definir la estrategia sostenible de una empresa. Se puede identificar, así, cuáles son las cuestiones más relevantes para una empresa, sus inversores y sus clientes y, acorde a eso, priorizarlos. En este caso, la herramienta más utilizada para elaborar los estándares y los análisis de materialidad son los estándares GRI.
Esta es una herramienta que se utiliza para asegurar la sostenibilidad de la actividad empresarial. Para cumplir con la normativa existe una amplia variedad de herramientas de software que detectan los requisitos legales que aplican a la empresa.
El Reglamento nace del Plan de acción de finanzas sostenibles. Su objetivo es definir qué actividades económicas son consideradas como actividades económicamente sostenibles, en base a una clasificación homogénea y común.
Para avanzar en el desarrollo sostenible, las empresas deben minimizar los impactos negativos que su actividad pueda tener a nivel medioambiental, y maximizar los positivos. Para ello, es imprescindible que definan una estrategia y un plan de acción adecuados. Una de las herramientas que tienen las empresas para hacerlo es la guía para la acción empresarial en los ODS de SDG Compass.
La memoria de sostenibilidad es un documento que recoge de forma ordenada todas las acciones que una empresa ha llevado a cabo en un periodo determinado. El informe, generalmente anual, expone la información acerca del desempeño económico, social y ambiental de la compañía, y se suele hacer si se tiene una estrategia de sostenibilidad.
Para realizar la memoria, se deben tener en cuenta varias regulaciones, como el Eco-Management and Audit Scheme (EMAS) de la Unión Europea. Pero también estándares como los de GRI o los de la Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD).
Este tipo de informe, regulado por directivas europeas y nacionales, solo es obligatorio para las grandes empresas. En el Estado de Información No Financiera se aporta información sobre cuestiones medioambientales, de personal, derechos humanos y sostenibilidad medioambiental de la compañía.
Hay muchas herramientas que permiten reforzar la sostenibilidad de una empresa y demostrar que se están tomando las medidas adecuadas. Y no solo porque lo marcan regulaciones europeas y nacionales, sino porque son los propios consumidores e inversores los que demandan ser más sostenibles. Aquellas que no incluyan estrategias de sosteniblidad o caigan en el greenwashing, corren el riesgo de ser penalizadas por sus clientes.
