Antes de que el coronavirus sacudiera el mundo, el respeto por el medioambiente había irrumpido con fuerza en todos los ámbitos socioeconómicos. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 promovidos por Naciones Unidas, así como el Pacto Verde aprobado por la UE, que prevé la neutralidad climática del continente para 2050, son claros ejemplos de la hoja de ruta prevista para las próximas décadas. Pero con una pandemia aún coleando y una crisis energética de futuro incierto, la salud colectiva, junto con la sostenibilidad, han añadido nuevas variables a la normalidad prevista en la era post-COVID. Y en esa normalidad, arquitectura sostenible y diseño, serán dos de las principales prioridades.
Las organizaciones tratan de adaptarse a un escenario volátil y de ofrecer soluciones ante una realidad en cambio constante. Por ejemplo, ahí queda la evolución del teletrabajo. Cuando parecía que iba a convertirse en el nuevo modelo laboral, los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) apuntan lo contrario: apenas el 9,5% de los ocupados trabajó más de tres días desde su domicilio el año pasado -menos de la mitad que durante 2020-.
Esta tendencia no anula la evolución que había sufrido la arquitectura de los centros de trabajo. La mayoría de organizaciones ha apostado por los denominados espacios híbridos. Lugares que fusionan diferentes usos, capaces de configurarse fácilmente para responder a múltiples requisitos y necesidades diversas como el trabajo en remoto. Por si fuera insuficiente, la sostenibilidad debe incluirse en esta concepción moderna de las oficinas. Como explica Soledat Berbegal, Consejera y Directora de Reputación de Marca de Actiu, deben adoptar otro papel. Dejar atrás su rol tradicional para convertirse en un espacio de socialización. “Pueden ser una gran herramienta para impulsar, motivar y fidelizar el talento”, precisa.
El 83% de los empleados exige un compromiso de la organización con un ambiente saludable, y un 68% con valores socialmente responsables y sostenibles
Un estudio de la consultora Randstad concluye que a los trabajadores ya no les vale con que la compañía consiga una gran cuenta de resultados. El 83% de los empleados exige un compromiso de la organización con un ambiente saludable y un 68% con valores socialmente responsables y sostenibles. Las empresas tienen que replantearse ahora más que nunca qué atmósfera laboral ofrecen. Y hasta cómo construyen estos entornos. Sin ir más lejos, cada vez más corporaciones se han comprometido con las fuentes de energía renovables y las cero emisiones. En esta categoría aparecen grandes nombres como Google, Apple e Inditex.
“Las oficinas deben aportar una experiencia única al trabajador en cuanto a sostenibilidad, bienestar y conexión con los compañeros. En este sentido, van a cobrar aún más importancia certificados como Leed, de arquitectura sostenible, y Well, que determina el nivel de bienestar del interior de los edificios”, zanja Berbegal.
Resulta innegociable que los edificios sean autosuficientes e inteligentes. Toca construir de manera consciente. Cuidando los materiales, productos e instalaciones para que su impacto en el medioambiente sea imperceptible. Universidades, hospitales, hogares o centros de trabajo tienen al alcance de su mano la eficiencia energética. Desde la instalación de paneles solares hasta recurrir a la energía eólica pasando por el aprovechamiento del agua de las lluvias. “Los planteamientos ágiles desde el punto de vista de la arquitectura y el diseño interior favorecen la reconfiguración de manera sencilla. Con vistas al futuro, los espacios tendrán dimensiones más reducidas; pero serán más polivalentes, con una arquitectura y diseño más sostenible y saludable”, sostiene la ejecutiva de Actiu.
Las compañías han de fijarse en otros conceptos como la economía circular, así logramos extender la vida útil tanto de materiales como de productos y respetar el planeta
Respeto por el medioambiente no significa que todo gire en torno a las emisiones, el reciclaje o el consumo eléctrico. Las compañías han de fijarse en otros conceptos como la economía circular, así logramos extender la vida útil tanto de materiales como de productos y respetar el planeta, y las políticas de kilómetro cero. Es decir, aquellas que buscan proveedores en un radio inferior a los 100 kilómetros, lo que reduce drásticamente los costes y la huella de carbono. “La toma de esas decisiones, desde materiales hasta el uso que da a las mermas productivas, influye en la sostenibilidad de una organización”, añade Soledat Berbegal.
De cara a optimizar los espacios, la tecnología resulta un aliado indiscutible. Este rediseño discurre por digitalizar un buen puñado de temas que afectan diariamente a las oficinas. Para mejorar las condiciones de trabajo, por ejemplo, existen plataformas inteligentes como Gaia, capaces de medir las condiciones ambientales en aras de tomar las medidas oportunas para mejorar la salud y el bienestar de los empleados. A partir de varios sensores, y con la ayuda del Internet de las Cosas (IoT), sabemos en tiempo real temperatura, humedad, luminosidad, calidad del aire y ruido en cada puesto de trabajo.
El estudio más reciente de Fjord sobre tendencias empresariales previstas para 2022 aclara que sin tecnología no hay innovación y viceversa. “La tecnología ha pasado a ser un nuevo canal y una fuente de soluciones, pues la pandemia ha obligado a la adopción y aceptación masiva de tecnología para sanidad y bienestar”, redunda el informe. Si a esta realidad le sumamos el conocido como design thinking, una metodología que utiliza herramientas del mundo del diseño y la creatividad para descubrir cuáles son los problemas reales de los usuarios y plantear ideas innovadoras que supongan una solución, podremos abordar con garantías este futuro guiado por la disrupción técnica.
“Innovar es hacer las cosas de manera diferente, pero con el objetivo de lograr que la gente se sienta mejor. Y que todos se sientan conectados con sus compañeros, aunque sea de manera digital”, destaca Berbegal. Por esta razón, flexibilidad, hibridación, sostenibilidad y bienestar serán cruciales en la arquitectura y diseño en todo tipo de espacios, cuyos límites se desdibujan casi por segundos. “Esos espacios incluyen hoteles que permitan teletrabajar a sus huéspedes; hospitales más cómodos; centros comerciales reconvertidos en espacios de coworking o gimnasios; oficinas más similares a una cafetería o punto de encuentro; y hogares que sirven para descansar, reunirse y trabajar”, matiza.
La nueva normalidad demanda evolucionar a espacios donde se tiene en cuenta la acústica, la distribución, los materiales y las necesidades de las personas
Como parte de esta innovación en la definición de los nuevos espacios laborales, la flexibilidad cobra un gran protagonismo. Su uso y equipamiento deben reconfigurarse con facilidad -“un elemento que mejora la rentabilidad de los edificios a largo plazo”, asegura Berbegal-. La nueva normalidad demanda oficinas con metros cuadrados más cuidados. Evolucionar de grandes zonas donde no se han aplicado criterios de diseño interior a otros donde se tiene en cuenta la acústica, la distribución, los materiales y las necesidades de las personas. “En esa configuración es importante tener en cuenta los materiales de todos los elementos, el reciclaje y la reutilización de todos los sobrantes”, puntualiza.
Las predicciones de Fjord apuntan a que la búsqueda por parte de la sociedad de un equilibrio entre rentabilidad y sostenibilidad ofrecerá a las organizaciones una oportunidad de explorar nuevos territorios. “Es probable que muchos clientes pongan en la balanza la protección del planeta y las necesidades básicas de sus familias a la hora de tomar decisiones. La innovación de las marcas en sostenibilidad debe buscar un equilibrio entre ambos factores”, sugiere.
La Responsabilidad Social Corporativa debe atender el compromiso de preservar la Tierra. Se ha convertido en un elemento diferencial para elegir entre toda la oferta del mercado. Dicho de otra manera: el precio ha dejado de ser tan relevante. Otras variables como el respeto medioambiental cobran gran importancia. “Muy pronto serán imprescindibles auditorías no solo económicas, sino relacionados con el impacto de esa responsabilidad social”, indica Berbegal. Tanto es así que los criterios ESG, que hacen referencia a los factores que convierten a una compañía en sostenible a través de su compromiso social, ambiental y de buen gobierno, cada vez son más determinantes para atraer inversión.
Pocas dudas caben de que el diseño está llamado a jugar un papel esencial en la configuración de los entornos. Ahora bien, atrás quedan las concepciones clásicas de las oficinas. La pandemia ha acelerado aspectos transversales como la sostenibilidad, la innovación, la experiencia más allá de la estética y la tecnología. Palancas clave para conformar una nueva realidad que se abre paso irremediablemente. “En este sentido, en la disposición y equipamiento de los edificios corporativos, la apuesta por el diseño biofílico, que conecta el interior de los espacios con los elementos naturales, contribuye a la protección del medio ambiente y al bienestar de las personas que lo utilizan”, concluye Berbegal.