El Índice de Progreso Social (IPS) es una magnitud que se utiliza para conocer cuál es la calidad de vida real en un determinado territorio. En el caso de España, se desglosa esta magnitud en Comunidades Autónomas para conocer el impacto real de las políticas que realiza cada gobierno regional y ponerlas en relación con el global estatal.
Hay varias razones para saber cuál es la media de progreso social de cada territorio. En algunos casos, el cálculo recuerda a esquemas como el de la pirámide de necesidades de Abraham Maslow, pero en este caso, aplicado al conjunto de la sociedad. Esto sirve para tener una idea aproximada de cómo progresa el territorio y de si la riqueza llega a toda la población.
Por otra parte, el cálculo de este índice va más allá de las cuestiones meramente económicas. En consecuencia, sería posible que un país con una renta per cápita media tuviese un IPS más alto. Lo más habitual es que países ricos tengan un IPS alto, aunque a veces hay variaciones, sobre todo en los segmentos superiores.
Lo más habitual es que países ricos tengan un IPS alto, aunque a veces hay variaciones, sobre todo en los segmentos superiores
Se tienen que medir las siguientes áreas divididas en 12 componentes para contabilizar los 50 indicadores con los que se tomará la media:
Se tiene en cuenta si las condiciones básicas para la vida diaria se cumplen. Para ello, se calculará si se come cuando corresponde, el acceso a la sanidad, energía, industrias y una gobernanza correcta.
En este caso, se trata de que una persona tenga un entorno lo suficientemente accesible para vivir en tranquilidad. Para lograr una sociedad mínimamente cohesionada, hay que cubrir este aspecto.
Una sociedad sostenible y con bienestar es aquella que actúa de forma responsable sobre los recursos naturales y aplica políticas medioambientales. Otros aspectos importantes son el acceso a la educación pública, acceso a saneamientos y concienciación social.
En algunos casos, hay parámetros comunes con el ámbito de las necesidades básicas. La principal diferencia es que aquí ya se exige un nivel de especialización mayor, sobre todo para poder realizar otro tipo de actividades.
El crecimiento económico puede ser insalubre si se basa en falta de equidad social o en una política de explotación de los recursos no sostenible.
El bienestar se refiere, más allá de las necesidades básicas, a la conservación medioambiental o a la capacidad de tomar decisiones vitales.
Hay sociedades ricas que no tienen una política de oportunidades abierta, bien porque hay desigualdades, bien porque hay grupos excluidos. Las sociedades más avanzadas se caracterizan por ofrecer oportunidades a sus ciudadanos, independientemente de su origen.
Por ejemplo, se valora la tolerancia hacia las minorías, la igualdad de género o la promoción de valores de igualdad por parte de las instituciones.
El IPS ha utilizado metodologías diferentes a lo largo de su historia y, desde 2016, la Unión Europea utiliza cálculos propios basados en 50 ítems. Hay que considerar los siguientes retos para el futuro:
Un aspecto irrenunciable es alcanzar el consenso con respecto a las técnicas de medición. En un primer momento, la organización encargada ha sido la Social Progress Imperative, pero en 2015 se trabajó con una alternativa. Ahora mismo trabajan conjuntamente esta ONG y la consultora Deloitte.
Ahora mismo, para realizar el cálculo de índice se utilizan en exclusiva indicadores sociales y ambientales. Ahora bien, se hace necesario mejorar los instrumentos de medición y la información de los indicadores, puesto que hoy solo un tercio son fiables.
Ya no solo se trata de la cantidad de variables de que se disponen; el número de países de los que se calcula este índice aún es limitado. De hecho, en 2017 tan solo se pudieron obtener datos suficientes de 128 países.
La agrupación es uno de los desafíos principales porque el cálculo del IPS se realiza tomando como referencia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El objetivo es mejorar las técnicas de ponderación y agrupación de datos para conseguir un índice más ajustado a la realidad. No solo hay que calcular los resultados, sino también agruparlos de forma correcta para que sean representativos.
Este índice ha de ser utilizado en varios contextos y sería un error considerar que es suficiente con el ámbito nacional. Muchas instituciones locales y regionales lo utilizan porque así se tiene una visión completa de la situación en relación con el resto del país.
En el caso de España, ya se empieza a calcular esta variable por Comunidades Autónomas para conseguir una perspectiva global del territorio.
Aunque hay variaciones regionales acusadas, hay que decir que ninguna Comunidad Autónoma española está por debajo de 60 puntos. En consecuencia, se puede afirmar que los niveles de cohesión regional son altos y que las diferencias, aunque existen, no son tan acusadas.
Otro aspecto que hay que señalar es que las comunidades con rentas per cápita más altas están en los primeros puestos y viceversa. Esto significa que, con sus limitaciones, en España el aumento de la riqueza se distribuye bien.
Las Comunidades Autónomas con un IPS alto coinciden con territorios que también tienen una renta per cápita superior a la media. El ranking español lo lideran el País Vasco y la Comunidad de Madrid. Otros territorios como Navarra, Islas Baleares o Cataluña están también en los primeros lugares.
Quizás la excepción sea Castilla y León, que sin tener una renta per cápita especialmente alta sí está en los primeros puestos del índice.
El grupo de territorios con el IPS más bajo se concentra en la zona centro y sur del país, coincidiendo con las zonas con menos renta. Son Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, respectivamente.
El índice de Progreso Social es una de las variables que sirve para medir más allá del crecimiento económico. La tendencia a medio plazo es que se utilice cada vez más por las instituciones.