Mucho se ha hablado en el último año de las consecuencias que la pandemia motivada por la COVID-19 ha supuesto, tanto a nivel global como en el caso concreto de España. Y de forma más específica, sobre el impacto que esta situación ha tenido en el tejido empresarial español -además de las evidentes consecuencias a nivel humano-sanitario-. En el recuerdo reciente, muchas compañías aún tienen presente la crisis financiera de 2008 (que afectó a España con importante virulencia en 2012). Y aunque diferentes, en aquel momento la internacionalización no fue solo una salida a una situación negativa, sino una oportunidad de expansión, crecimiento y desarrollo.
Apoyados en la marca país, saber-hacer y experiencia acumulada o espíritu emprendedor, entre muchos otros factores, España exportó al resto del mundo soluciones empresariales con notable éxito. No por casualidad, desde 2009 hasta 2017 el dato de exportaciones de bienes y servicios en porcentaje del PIB nominal no paró de crecer. Con esto en mente, la pregunta lógica es: ¿es la internacionalización ahora, también, la respuesta a la situación que estamos viviendo?
Son varias las incógnitas a despejar en la ecuación para poder dar respuesta. En primer lugar, es importante entender la situación actual desde una visión de conjunto. Lo vivido hasta el momento nos ha dejado enseñanzas muy positivas en materia de gestión y de mercados que presentan oportunidades para la empresa española. Y es que quizá el análisis, si bien debe tener en cuenta el componente país, debería centrarse en oportunidades sectoriales, ya que no todos los países ni todos los sectores se han comportado de manera homogénea durante la pandemia, ni se comportarán de idéntica forma una vez hayamos pasado esta situación.
Por ello, toda experiencia de internacionalización debe ir acompañada, previamente, de un ejercicio de análisis anclado en la estrategia que pase por definir qué países están ofreciendo mejores oportunidades para cada negocio, y cuáles encajan mejor con la oferta de valor de quien protagoniza esa internacionalización.
Lo vivido hasta el momento nos ha dejado enseñanzas muy positivas en materia de gestión y de mercados que presentan oportunidades para la empresa española
Otra clave importante de determinar es que el mundo ha cambiado enormemente en la última década. Así, la empresa que inicia un proceso de internacionalización lo hace en 2020 ante una sociedad completamente diferente a la que lo hacía en 2010. Esto significa que toda compañía debe estar preparada para operar en un contexto en el que conviven nuevas generaciones, con nuevas sensibilidades, nuevas preocupaciones y mucho más conscientes de la importancia de operar de forma responsable. Nuevos tiempos que requieren a las organizaciones de una mayor exigencia en cuanto a su forma de comportarse y desenvolverse.
El hecho de haber vivido en el último año en un contexto de crisis nos ha podido hacer olvidar, en algunos casos, las oportunidades que se presentan en el horizonte. Que son numerosas, pero requieren de la capacidad de detectarlas y aprovecharlas. Para 2021, el Banco Mundial anunciaba en enero sus previsiones de crecimiento del PIB mundial en torno al 4%, llegando esta cifra hasta el 5% en el caso de las denominadas economías emergentes, etiqueta que engloba a China en este caso. País al que, por su parte, el organismo atribuye un crecimiento del 7,9% para este ejercicio.
Pero más allá de un análisis de oportunidades por países o regiones, merece la pena poner la vista en aquellos sectores que también están ofreciendo oportunidades. Y es que la irrupción de la COVID-19 ha supuesto una oportunidad también para otras industrias como puede ser todo lo relacionado con el comercio electrónico, la logística y distribución, el sector sanitario, salud o asegurador, que han visto revitalizados sus números durante los últimos meses, así como las perspectivas de crecimiento futuro.
Para 2021, el Banco Mundial anunciaba en enero sus previsiones de crecimiento del PIB mundial en torno al 4%, llegando hasta el 5% en el caso de las economías emergentes
Por último, si hablamos de internacionalización, es esencial hacerlo también del impacto de las nuevas tecnologías en este proceso, y la oportunidad y ventaja competitiva que representan. Hoy en día nadie puede dudar de que la clave en estos procesos pasa por las nuevas tecnologías, y a ese respecto, las empresas españolas tienen recorrido ganado debido a la intensa penetración de lo digital y, en concreto, del comercio electrónico.
Por supuesto, el proceso de transformación digital presenta también retos para las empresas, que van desde las diferencias culturales o de idioma, pasando por la propia distancia física, la unificación de múltiples y diferentes tecnologías, la legislación específica de cada país, coordinación con proveedores, etc.
En definitiva, las empresas españolas se encuentran ante un gran reto: continuar la tendencia desarrollada durante los últimos años en materia de internacionalización, y afianzar su posición y crecimiento. Un desafío que, trabajando conjuntamente como país, seremos capaces de superar. Cada uno en su sector y en sus mercados.