En los pasillos de la innovación
Buscar un vídeo de YouTube, disfrutar de un partido en Movistar Plus+, compartir con un amigo un TikTok, ver un capítulo de una serie en el autobús, tarde de Netflix y manta… Todas estas situaciones cotidianas son fruto de una evolución en el mundo del vídeo durante muchas décadas. Pero quizá no todos tengamos presente cómo hemos llegado hasta aquí, siendo interesante echar la vista atrás para ver cómo ha ido evolucionando la tecnología para permitir que el usuario pueda disfrutar de la mejor experiencia de TV de una forma sencilla, en cualquier momento y lugar, ocultando entre bambalinas una elevada complejidad tecnológica.
Desde la primera transmisión de la televisión por la BBC por radiofrecuencia en 1927 hasta hoy, la distribución del vídeo evoluciona a ritmo exponencial. En los años 40 comienzan a crearse en EEUU las redes de distribución por cable. En los años 60 comienzan las primeras transmisiones satelitales, un gran salto que permite la cobertura en grandes zonas geográficas mediante satélites geoestacionarios que se encargan de transmitir las señales broadcast de TV hasta la casa de cliente.
La gran explosión llega con el advenimiento de la digitalización y la creación de redes IP para el acceso ubicuo a Internet
La TV satelital habilitó modelos de pago por suscripción, lo que implicaba de forma necesaria proteger los contenidos, para lo cual fue necesario poner en marcha mecanismos de encriptación/desencriptación de la señal y visionado del propio contenido en la casa de cliente a través del descodificador o STB, que nos sigue acompañando hoy en día.
Sin embargo, la gran explosión en torno a la industria de la TV llega con el advenimiento de la digitalización y la creación de redes IP para el acceso ubicuo a Internet, lo cual permitió a inicios del siglo XXI la aparición del IPTV en algunos países como España, de la mano de Telefónica. Primero, con la llegada del ADSL que permitía llevar a cada domicilio un ancho de banda suficiente para dar un servicio de TV aceptable. Posteriormente llegarían los despliegues de la fibra óptica que ha permitido mejorar de forma notable la calidad de los contenidos dado el incremento de ancho de banda, pasando de contenidos en SD, a FullHD, 4K, 8K, etc., y lo que llegará a futuro.
No debemos olvidarnos de las redes móviles que han sido y serán claves en la distribución de los contenidos para que el usuario pueda disfrutar el contenido audiovisual en cualquier momento y lugar. Su evolución hasta la red móvil 5G ha venido acompañada de capacidades como mayor ancho de banda y menor latencia, fundamentales para el consumo de TV con calidad.
Sin olvidar la complejidad tecnológica, los servicios de TV actuales ofrecen al cliente una experiencia de usuario sencilla que permite que esa complejidad pase desapercibida para el cliente. Pero, ¿en qué consiste la tecnología y los procesos de un servicio de TV?
Internet ha generado una completa reconfiguración en los modelos de negocio tradicionales mediante la aparición de nuevos servicios en todos los ámbitos, y también en la TV. Esto, en algunos casos, se concreta en la ruptura de la cadena de valor tradicional, en la aparición de nuevas posibilidades de comercialización o en la desintermediación de algunos actores. La industria de la TV no ha sido una excepción, y está en constante transformación.
En primer lugar, se ha masificado el uso de los protocolos unicast, es decir, el consumo individualizado del video, mediante plataformas como YouTube o Netflix, los cuales se orientan al consumo de video bajo demanda. Esta explosión del consumo unicast ha disparado el tráfico en las redes de telecomunicaciones, y como indican algunos estudios, llegando a ser el 80% del tráfico de Internet.
Se ha producido una disrupción en la industria de contenidos tras el impresionante crecimiento de Netflix en los últimos años
También se ha producido una disrupción en la industria de contenidos tras el impresionante crecimiento de Netflix en los últimos años. Esta situación ha provocado que otros grandes productores tradicionales de contenidos como Disney, así como otras empresas que inicialmente no estaban vinculadas al sector de la TV como Amazon, hayan lanzado en los últimos años servicios de TV de forma directa al consumidor, realizando inversiones muy relevantes en la producción de contenidos, lo cual ha generado otros cambios significativos en la industria.
Sin embargo, esta situación de cara al consumidor genera una complejidad elevada ya que, con la gran oferta de plataformas de TV, el hecho de encontrar un contenido se llega a convertir en una tarea compleja. También, es interesante observar la democratización de la producción del contenido. De la generación de vídeos caseros hemos pasado a ver cómo incluso se profesionaliza esta actividad con miles de seguidores. Son las plataformas como YouTube o Twitch quienes remuneran al creador, y a su vez explotan modelos basados en la publicidad, prescindiendo totalmente de las grandes productoras.
Será interesante ver en los próximos años si hay cabida para tantas plataformas de TV o sí por el contrario el modelo cambia de nuevo. De lo que no cabe duda es de que la generación y consumo de vídeo seguirá creciendo, impulsado por múltiples casos de uso apoyados en un mayor enriquecimiento de metadatos, modelos de publicidad personalizada y venta online, así como por nuevos formatos de mayor calidad y resolución como el 4K y el 8K, las experiencias de consumo en 360 grados, la Realidad Virtual, el metaverso o los juegos online. La industria de la TV, pues, en constante transformación.