Tanto los emprendedores como los directivos de empresas ya consolidadas procuran informarse y recopilar todos los datos posibles antes de escoger el camino que deben seguir sus proyectos corporativos. Sin embargo, los expertos en coaching revelan que la razón no tiene tanto peso como muchas veces pensamos a la hora de realizar esas elecciones.
Cabeza y corazón son protagonistas a la hora de tomar una decisión tanto personal como empresarial pero, ¿cuál de ellos suele ganar? Por sorprendente que nos parezca pese a los esfuerzos que muchas veces todos intentamos hacer para que pese lo racional, el Centro de Estudios del Coaching (CEC) –escuela de formación en coaching, liderazgo y consultoría de empresas– señalaba recientemente que la parte irracional termina por influir más de lo que pensamos. El centro ha emitido una serie de reflexiones sobre los caminos más habituales en la toma de decisiones dentro de las empresas, poniendo en una balanza todos los factores que afectan al proceso de decisión para intentar dilucidar si los directivos actúan con la cabeza o con el corazón a la hora de realizar elecciones importantes.
“Nuestro cerebro tiene una importante base emocional. La neurociencia nos dice que las emociones están en la base de la toma de decisiones. Si queremos elegir de una manera más libre, tenemos que aprender a gestionar mejor nuestro mundo emocional”, señala José Manuel Sánchez, socio director del CEC. Este especialista apela a la observación y al autoconocimiento del directivo como única fórmula de equilibrar estos elementos. Estas son algunas claves que estos expertos recalcan que hay que tener en cuenta:
Pese a esos esfuerzos, el CEC recuerda que queramos o no somos seres emocionales y tomamos decisiones desde lo que sentimos. “El buen líder no es aquel que permanece con la cabeza fría mientras el resto entra en pánico, sino la persona que siente como los demás, es consciente de sus emociones, las gestiona y toma las decisiones (correctas) más conscientes y libres a partir de ellas”, aseguran los expertos en coaching.
El centro señala que otra situación habitual es que basemos nuestras decisiones en criterios aparentemente objetivos que en realidad no lo son. Aunque datos y los hechos pueden ser objetivos, la interpretación o la deducción que se haga de ellos no tiene por qué serlo.
Para crear una empresa, arrancar un proyecto o montar un equipo de trabajo hace falta un impulso emocional sin el que no sería posible poner en marcha esos proyectos. La acción requiere emoción.
Desde el CEC aseguran que puede llegar a ser prácticamente imposible actuar de un modo diferente al que nos marcan las emociones en cada momento. Por ello, recomiendan, por ejemplo, ser conscientes de que hay que tomar medidas como adaptar nuestro estado de ánimo antes de una reunión o encuentro importante, evitando enfados o rencores previos que puedan echar a perder las conversaciones.
Los expertos aseguran que el auténtico reto para enfrentarse a este tipo de situaciones en que nos dominan los sentimientos es ser consciente se ellos. “Cuando no tenemos identificadas las emociones nos dejamos llevar por ellas, nos secuestran y nos impiden decidir en libertad”.
Enemigo de la innovación y la creatividad, el miedo llega a ser incapacitante para abordar cualquier decisión que implique riesgo ya que por su culpa el cuerpo pedirá replegarse aunque la razón sea consciente de que hay que arriesgarse para salir adelante. ¿Cómo superarlo? Siendo capaces de reconocer la emoción del miedo y gestionándola evitando que nos controle.
Esa transferencia de la emoción más negativa y peligrosa a la que se enfrentan los directivos solo servirá para contagiar el temor al grupo y acabar por incapacitarlo. Desde el Centro de Estudios de Coaching afirman que esa transferencia del miedo es relativamente común en mandos intermedios, para los que la presión desde la cúpula directiva y desde las bases de la empresa es constante.
Así, pese a la peligrosidad del miedo, emociones como el entusiasmo, la ilusión, la serenidad o la confianza, que son fundamentales y necesarias para tomar determinadas decisiones en muchos momentos, también deben ser identificadas y controladas para que se mantengan en su justa medida. “Hay que tomar un poco de distancia de estas emociones positivas ya que nos pueden llevar, en algunas ocasiones, a emprender acciones temerarias”, asevera el CEC.
Por tanto, en la clave para tomar cierta distancia respecto a ellas y así analizar todas las opciones desde un punto de vista menos afectado emocionalmente y, por tanto, más racional.