A pesar de llevar más de medio siglo desarrollando vías para comunicarnos de forma natural con las máquinas, es en esta década cuando por fin hemos comenzado a cosechar avances muy relevantes, gracias en parte al despegue del aprendizaje automático y a las posibilidades casi ilimitadas de la computación en la nube.
Y, si bien es cierto que la tecnología actual nos ofrece la oportunidad de trabajar de forma automatizada y a escala, también ha ido eliminando ese elemento humano y conversacional que, por fortuna, ahora empezamos a reincorporar gracias a la interfaz voz los Asistentes de Voz.
Sus nombres y capacidades ya empiezan a resultarnos familiares: Alexa, Siri, Cortana, Asistente de Google, Bixby…
El objetivo de estos “sirvientes digitales”, más allá de ayudarnos con nuestras necesidades diarias en un amplio ámbito de situaciones, es cerrar el círculo de lo que era la Experiencia del Cliente hace 50 o 100 años.
En aquel entonces, esa experiencia suponía por lo general entablar una cierta relación personal y de confianza con un vendedor en un comercio, y es ahora cuando tenemos la oportunidad de usar estas nuevas herramientas de Inteligencia Artificial para volver a esas raíces, pero de forma más afinada y sofisticada. Después…