Aunque la inmensa mayoría de las empresas sabe qué es una patente, lo que quizás desconozca un buen número de ellas es cómo puede el registro de una patente aumentar considerablemente los ingresos de la compañía. Hasta un 36 % más, según los últimos datos publicados por la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) y la Oficina Europea de Patentes (OEP).
De hecho, la gran ventaja es que no es necesario que una empresa se dedique a la investigación científica o la innovación tecnológica: cualquiera puede registrar una patente, incluso para procesos técnicos internos potencialmente escalables. Pero, llegados a este punto, exactamente, ¿qué es una patente?
Una patente puede definirse como el conjunto de derechos exclusivos que se conceden al creador de una invención. Normalmente, se ciñe al ámbito científico, tecnológico o de producción industrial, ya que para otras cuestiones como las artísticas hablaríamos de derechos de autor. Teóricamente, la patente otorga a su creador derecho exclusivo sobre su uso y explotación… Aunque existen algunas diferencias:
Pero para poderle sacar todo el partido a una patente, hace falta algo más que el derecho exclusivo sobre la explotación y el uso de una idea. En este sentido, el citado informe de la EUIPO y la OEP señala que las empresas titulares de al menos una patente, un diseño o modelo registrado o una marca generan un 20 % más de facturación por empleado que las empresas que no son titulares de ninguno de estos derechos de propiedad intelectual (DPI).
También se constata en el estudio que estas empresas pagan, por término medio, unos salarios un 19 % superiores a los de las demás empresas. En cuanto a los distintos DPI, es la titularidad de patentes la que presenta mejores resultados económicos: un 36 % más ingresos por empleado y unos salarios un 53 % más elevados.
Pero, ¿en qué se traduce todo esto? Principalmente, en que las empresas capaces de patentar productos o procesos adquieren una ventaja decisiva frente a la competencia. Y, por ende, una mayor cuota de mercado. Es más, si la idea en cuestión es realmente innovadora, puede terminar transformando un sector concreto.
De hecho, la mayoría de las patentes -de entre 10 y 20 años, por norma general- acaban redifiniendo las reglas de juego del mercado. Pensemos, por ejemplo, en el primer teléfono de la historia, la primera bombilla o el descubrimiento de la penicilina. Tres casos históricos que resumen a la perfección la importancia de las patentes:
De ahí la importancia de las patentes, especialmente, para las pymes. Son la base económica no solo en España, sino también en el resto de Europa. Por eso, por ejemplo, en el Plan Estratégico 2025 de la EUIPO se ofrecen una serie de mecanismos para fomentar que las pequeñas empresas protejan sus innovaciones y su creatividad.