Hace unos días, al tiempo que celebrábamos el almuerzo de Navidad de la empresa, tuve la oportunidad de dirigir unas palabras a varios compañeros, que, por distintas razones, personales y profesionales, ya no iban a estar con nosotros en 2024. Pensé que era una ocasión especial para hacerles llegar –a ellos y a todos los que todavía nos iban a seguir acompañando– toda una serie de consejos que pudieran serles de utilidad, basados en mis experiencias personales como CEO, y en las vivencias de tantos otros directivos que he tenido la fortuna de conocer a lo largo de todos estos años. Con toda modestia, me atrevo a compartirlos contigo, querido CEO, por si en algún momento tuvieras que hacer un discurso parecido:
1.- La vida es pasión. En tu familia, tus amigos, tus hobbies… Si en tu empresa no te gusta lo que haces, o con quién lo haces, vas a ser infeliz la mitad del tiempo que estás despierto, y por tanto lo mejor es que cambies de aires.
2.- Si no tienes tu vida en orden, el trabajo no va a venir a arreglar las cosas. Busca tu equilibrio personal, y a partir de ahí tendrás más probabilidades de encontrar tu equilibrio profesional.
3.- Tu jefe va a intentar hacer siempre las cosas lo mejor posible. Unas veces acertará y otras no, porque es tan humano como tú. Intenta ayudarle igual que él lo hace contigo. Y siempre que vayas con un problema, llévale también una solución.
4.- Dedica tiempo a gestionar personas, que es mucho más difícil que alcanzar un presupuesto o diseñar un plan estratégico. E intenta escuchar siempre, aunque estés agotado y desbordado. Ten en cuenta, además, que el interés del que escucha estimula la lengua del que habla.
5.- Se ejemplar. La gente reproduce siempre lo que ve en los jefes, lo bueno y lo malo.
6.- Procura ser dueño de tu tiempo. Que nadie lo administre por ti. Hay personas que no saben perder su tiempo completamente a solas, y son la perdición de los que están ocupados.
7.- Trabaja siempre con humor. Decía Charlie Chaplin “Ríe, y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote la espalda, te dejará llorar.” Nadie quiere estar al lado de un triste o de alguien que se queja siempre.
8.- Se leal. Y aplica el principio de que la confianza se gana, el respeto se da, y la lealtad se demuestra.
9.- Transmite seguridad y certeza, aunque no la tengas. Kant decía que la inteligencia de una persona se mide por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar.
10.- Evita los chismes y los chismorreos. Te desprestigian a ti y a la organización. La rumorología es como los virus, se contagian tan rápido que en menos de lo que crees, todos están infectados.
11.- Se siempre agradecido, humilde, y reconoce en cada ocasión que puedas el trabajo de los demás. Ese es uno de los mejores elementos motivadores que puede encontrar un trabajador. Decía Lao Tse que el mejor líder es aquel que, cuando su trabajo está hecho y su meta cumplida, sus colaboradores dicen “Lo hicimos nosotros”.
12.- Y finalmente, sal siempre de los sitios con elegancia y dignidad. Recuerda que la gratitud ennoblece, y la ingratitud envilece.
Y si me permites, querido CEO, una recomendación final para tu discurso. No se llega a ser un gran ser humano –y por supuesto un gran directivo– si no se tiene el coraje y la gallardía de ignorar una infinidad de cosas inútiles.
Cuídate mucho.
Enrique Sánchez de León
