Los ratios financieros son una de las herramientas más útiles para poder valorar el estado de salud de una empresa. Se trata de medidas estandarizadas de control financiero que, de manera muy simplificada, sirven para ofrecer una fotografía estática sobre determinados aspectos clave. A continuación te vamos a explicar cómo valorar la situación financiera de tu empresa.
Los principales ratios financieros son unos cálculos estandarizados que aportan luz sobre algunos aspectos relevantes para valorar el funcionamiento actual de la empresa. Sirven para poder valorar si el estado de endeudamiento es el adecuado, si la liquidez existente es suficiente para hacer frente a los gastos a corto plazo o si se obtiene un beneficio suficiente en la venta de productos y servicios para amortizar los gastos y generar beneficios.
Los ratios financieros sirven para ofrecer una fotografía estática sobre determinados aspectos clave para valorar la empresa en su situación económica actual
Este tipo de medidas se utilizan de manera regular para realizar auditorías tanto internas como externas que indiquen el funcionamiento del negocio y revelen las posibles luces rojas sobre las que haya que actuar. Al ser medidas numéricas, ofrecen una información objetiva y veraz, lo que hace de los ratios herramientas muy útiles en la toma de decisiones.
Para calcular los ratios es necesario hacer uso de los balances de situación, de las cuentas y de los estados financieros. Con la información agregada se puede, de manera muy sencilla, calcular los porcentajes en los que se encuentra la empresa en la situación actual y tomar medidas posteriormente. A continuación se explican algunos de los más importantes en detalle, ya que tienen un importante impacto en la toma de decisiones empresariales.
El fondo de maniobra es una medida que se refiere a la liquidez de la empresa y determina si tiene suficiente capital circulante para hacer frente a las deudas a corto plazo. La medida ideal del fondo de maniobra es cercana a cero.
Si el fondo de maniobra es negativo, quiere decir que las obligaciones a corto plazo (pasivo circulante) son mayores que el líquido del que dispone la empresa en el momento actual. En este caso hay posibilidades de hacer frente a situaciones de impagos o falta de liquidez si no se actúa de manera inmediata.
Si el activo circulante es mucho mayor que el pasivo circulante, significa que la empresa estará cometiendo el error de no sacar todo el partido a su liquidez, produciéndose una situación de apalancamiento financiero. Los recursos extra que tiene en el activo circulante podrían ser reinvertidos para generar mayor beneficio. En consecuencia, el fondo de maniobra siempre tiene que ser positivo y, preferiblemente, cercano a cero.
Aquí la medida de liquidez no tiene en cuenta las existencias y se plantea cuánto dinero tiene la empresa entre dinero, activos financieros, derechos, patentes, etc. para hacer frente a sus obligaciones a corto plazo.
El valor óptimo es 1, por lo que todo lo que se aproxime a esta cifra es una buena señal de que la empresa dispone de la solvencia suficiente. De nuevo, todo lo que sea inferior a 1 implica falta de solvencia, y lo que sea mayor de 1 hablará de un apalancamiento financiero.
Con este sencillo cálculo se mide la dependencia que tiene la empresa de financiación externa. Cuanto mayor sea este ratio, mayor será la independencia económica de la empresa y más sencillo le resultará hacer frente a posibles contratiempos.
Indica la proporción de deuda con respecto a los fondos propios, es decir, en qué medida la empresa es dependiente del capital ajeno. Es una medida relativa, por lo que es muy fácil de interpretar. El resultado del ratio multiplicado por cien es el porcentaje de capital que depende de deudas.
En cuanto a su interpretación, hay que valorar dos cosas por separado. La deuda a corto plazo, que interesa que sea lo menor posible para no tener problemas de liquidez; y la deuda a largo plazo, que también interesa que sea pequeña, aunque no tendrá impacto en el corto plazo. En cualquiera de los casos, cuanto más se aproxime a 1 menos independencia tendrá la empresa.
Este ratio es tal vez uno de los que mayor relevancia tiene y su utilidad es enorme tanto a nivel estratégico como táctico. Sirve para calcular cuánto dinero se gana con respecto a lo que cuesta producir el bien o servicio que se ofrece. Existen dos tipos de margen: el margen bruto y el margen neto.
El margen bruto se calcula dividiendo el precio de venta final entre el coste directo de producción. Debe añadir los costes de materiales, mano de obra y un prorrateo de los costes directos, mientras que el neto incluye los costes indirectos.
Dependiendo del sector, este margen puede variar pero siempre tiene que ser superior a 1. En negocios donde hay mucha rotación de productos puede ser algo menor, y en negocios donde la rotación es muy lenta tiene que ser más grande.
Por su parte, el margen neto se obtiene de la división del beneficio neto (sin el IVA) entre las ventas. Para calcularlo es necesario contar con los ingresos de la compañía y el saldo final de la cuenta de resultados. Este permite conocer la capacidad de la empresa para convertir ingresos en beneficios y saber si hay control de costes eficiente.
Se conoce también como ROE (Return of Equity). Mide la rentabilidad que obtienen los propietarios de la empresa, es decir, el beneficio que obtienen por cada euro invertido.
En este caso, lo ideal es que sea positivo, ya que indicará que la propiedad está ganando dinero y sacando partido de su inversión.
Mide la eficiencia de la inversión en una empresa, es decir, ayuda a conocer los resultados de una inversión. A diferencia del ROE, es un dato mucho más táctico ya que no tiene en cuenta la propiedad sino la eficiencia con la que ha funcionado el dinero gastado en el funcionamiento del negocio.
Cuanto mayor sea el ROI, mejor y más rentable habrá sido la inversión, generando un impacto muy positivo en la cuenta de resultados.
Con estos ratios se puede realizar un análisis financiero básico sobre el funcionamiento de una empresa, sabiendo si su salud es buena en términos de rentabilidad, liquidez y nivel de endeudamiento.