En 2020 se aprobó la tasa Tobin y una versión descafeinada de la conocida popularmente como ‘tasa Google‘. La primera tiene como objetivo gravar las transacciones financieras entre divisas un 0,2 % sobre la venta o compra de acciones. La aplicación de la segunda, aunque los expertos prevén que supondría la recaudación de 850 millones de euros al año directamente de empresas y bancos, ha suscitado un gran número de detractores. Entre los que se encuentran determinadas fuerzas políticas y algunos grupos de consumidores.
Muchos analistas coinciden en advertir que la tasa Tobin también tiene implicaciones negativas que podrían penalizar a los pequeños ahorradores e inversores. ¿Ha traído su aplicación peores consecuencias que beneficios?
La tasa Tobin es un impuesto indirecto sobre las operaciones de adquisición de acciones de sociedades españolas, las cuales son gravadas con un 0,2%, siempre y cuando sean empresas cotizadas y con un valor de sociedad superior a los 1.000 millones de euros. La liquidación de la misma es mensual y se debe presentar una declaración anual.
La tasa Tobin es un impuesto indirecto sobre las operaciones de adquisición de acciones de sociedades españolas, las cuales son gravadas con un 0,2%
Este nuevo impuesto entró en vigor en España el 16 de enero de 2021, aunque el pago del mismo es obligatorio desde el 18 de enero de 2021.
Originariamente, la tasa Tobin se pensó como un impuesto sobre las operaciones de conversión entre divisas que se llevan a cabo al contado. La tasa Tobin recibe su nombre por el estadounidense James Tobin, un reconocido economista, que fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1981.
La idea surgió de la mano del mencionado economista, quien introdujo el concepto en la economía mundial en el año 1972, bajo unas circunstancias económicas especiales. La propuesta llegó un año después de que se produjera el cambio de sistemas de tipos fijos (Breton Woods) al sistema de tipos de cambios flexibles, todavía vigente en la actualidad.
El cambio de sistemas de tipos provocó una migración masiva de flujos de fondos en distintas divisas, que se tradujo de manera inmediata en un fuerte sacudida a la economía mundial debido a la especulación entre divisas y los costes derivados de la migración de fondos entre divisas distintas.
El propósito original con el que se planteó la tasa Tobin ha cambiado conforme se ha ido implementando en los distintos países. Algunos, como por ejemplo Italia, han implementado la tasa como una forma de generar ingresos para impulsar la economía nacional en situación de baja disponibilidad presupuestaria. Esto se aleja del objetivo original con el que se creó la tasa y hace que el número de detractores aumente.
En principio, la tasa Tobin solo se aplica al flujo excesivo de dinero que se mueve regularmente a corto plazo en los mercados de divisas, no a las inversiones a largo plazo.
El impuesto afecta a los bancos e instituciones financieras y empresas, que deben pagarlo. La tasa Tobin afecta a acciones de empresas españolas que tienen una capitalización bursátil superior a 1.000 millones de euros (es decir, que el valor de la suma de todas sus acciones sea superior a 1.000 millones de euros). En febrero de 2021, eran 64 empresas españolas las afectadas, entre las que están las del IBEX 35. Pero también algunas compañías del mercado continuo.
Algunas de las compañías afectadas en 2021 han sido: Inditex, Iberdrola, Santander, BBVA, Endesa, Aena, Meliá Hotels, Indra, Sacyr, y así un largo etcétera, hasta las 56 empresas.
En su día muchos países aventuraron que la tasa Tobin también afectaría a los consumidores a través de comisiones, fondos de inversión y sus planes de pensiones puesto que dudan que las entidades bancarias asuman el impuesto íntegramente.
Esta tasa no afecta a las adquisiciones de acciones de sociedades que hayan entrado en un mercado regulado por primera vez en el periodo entre el 16 de enero de 2021 y 31 de diciembre de 2021.
La tasa Tobin puede afectar al pequeño ahorrador que invierte en bolsa. Un acumulado del impuesto de un 0,2% en algunas situaciones termina restando una cifra considerable a las inversiones y repercute en la rentabilidad de estos tipos de inversiones.
La aprobación de este impuesto afecta tanto a partícipes de fondos de inversión como fondos de pensiones que, según Ángel Martínez-Aldama, presidente de Inverco, su rentabilidad podría reducirse un 5,6% alcanzando el 7,4% en 25 años.
Los detractores de la tasa Tobin coinciden en que el impuesto ha evolucionado desde su objetivo original de gravar las transacciones financieras entre mercados con diferentes divisas, que solo afectaba a entidades financieras y empresas, hasta un impuesto que repercute también en el consumidor y en los pequeños ahorradores.
Las principales críticas se centran en la esquiva responsabilidad de los bancos y entidades financieras de asumir el impuesto en operaciones de intermediación, y en la penalización en la rentabilidad que supone para los que invierten en bolsa o tienen un fondo de pensiones o de inversión.
Tras su llegada, la tasa repercute en los consumidores y pequeños ahorradores e inversores, que han visto cómo sus planes de pensiones y fondos han sufrido una pérdida de rentabilidad.
En definitiva, la “solución” Tobin, que en principio iba a suponer una recaudación de casi 850 millones para el estado directamente de empresas y bancos, recibe también la aportación de los ciudadanos de a pie que la conciben como una penalización al ahorro.