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Por qué la empresa del futuro debe tomar como modelo a una red social

Las empresas deben convertirse en la nueva red social de moda. No se trata de que inunden sus departamentos de likes, sino de concebir su funcionamiento con las mismas características que Facebook, LinkedIn o Twitter. Los nuevos modelos corporativos, aquellos que liderarán un futuro cada vez más cercano, han de atender la descentralización de las relaciones laborales.

Tejer un entramado de conexiones personales y profesionales donde poco importa en qué lugar del mundo sucedan. La oficina física ha dejado de ser el epicentro de las compañías. El medio y largo plazo dibuja unas organizaciones alejadas de jerarquías férreas, con estructuras muy flexibles.

Rodrigo Miranda, Director de la escuela de negocios ISDI, concibe los nuevos modelos empresariales como órganos de relaciones abiertas, distribuidas y deslocalizadas. Aclara que nadie debe entender la deslocalización como algo negativo.

«La compañía debe diseñarse como una estructura de interacciones interna, de trabajadores, y externa, de clientes. Para poder trabajar desde cualquier punto del mundo. Con la pandemia nos hemos dado cuenta de que es posible gracias a virtualizar los entornos laborales», sostiene Miranda.

Los conocidos como modelos híbridos, que mezclan presencialidad con teletrabajo, serán la norma en la gran mayoría de organizaciones. Así lo explica Luis Díaz, Responsable de Talento y Organización de Accenture. Más sencillo será para aquellas que hayan realizado un esfuerzo en medios tecnológicos y de adaptación organizativa.

Replantearse la manera de trabajar

Pese al papel central que el teletrabajo jugó durante el momento más duro de la pandemia, su continuidad no está del todo asegurada. La mayoría de expertos comprende que ha de mantenerse y potenciarse, pero su implantación lleva meses menguando.

Paralelamente, la competitividad también se sitúa en el centro de esta nueva red social. Y toca replantear su definición si una organización pretende salir adelante ante los retos y desafíos que se le presentan, que cada vez serán más complejos. Mejor eliminar la idea del número total de horas trabajadas. El nuevo contexto impone fijarse en la ejecución de tareas y consecución de objetivos.

Mejor eliminar la idea del número total de horas trabajadas. El nuevo contexto impone fijarse en la ejecución de tareas y consecución de objetivos

Por si no fuera suficiente, conviene replantear la manera de trabajar y organizarse. Los departamentos estancos tocan a su fin. Todo se configura en torno a proyectos. Un formato líquido donde las estructuras fijas no tienen cabida. Como buena red social, la empresa del futuro debe adaptarse rápidamente a lo que sucede ante un contexto cada vez más volátil.

Las metodologías ágiles, también lean, suponen un punto de encuentro para las compañías. ¿En qué consisten? «En hacer pequeños pilotos o prototipos a partir de los que aprender y evolucionar en caso de que sean exitosos. Sin embargo, en España cuesta hacerlos por lo cambiante del entorno, así como por la escasa tolerancia al fallo y al error», zanja Miranda.

Mejor experiencia de trabajo

Parece más o menos evidente que, sin una experiencia de trabajo adecuada, la competitividad desaparece. Díaz destaca la importancia de contar con un nuevo paradigma de medición de este factor. Tener en cuenta su rendimiento en función de la tipología de trabajo realizado y siempre centrada en los objetivos. Un cambio solo al alcance de aquellas empresas que aceleren su transformación cultural. Que entiendan la transversalidad de este fenómeno.

«Si la colaboración es capaz de instaurar dinámicas ágiles y productivas de colaboración en remoto, si los jefes más controladores o más analógicos no son capaces de gestionar su propia ansiedad de no ver al equipo en su mesa y piensa que ser productivo es estar siempre disponible… probablemente la productividad decaiga”, matiza Díaz.

Catastrofismos al margen, la nueva realidad deja claro que el camino discurre por esta senda tecnológica

Deloitte sitúa la automatización de procesos como materia obligatoria para cualquier empresa del futuro. Especialmente para las que pretendan consolidar su posición el día de mañana. En su informe más reciente, la consultora concluye que el 73% de las empresas emplea estas tecnologías, sobre todo robots, aprendizaje automático, procesamiento de lenguaje natural y gestión de procesos de negocio (BPM). Si comparamos el porcentaje de adopción con el primer estudio que realizó en 2015, el incremento ha sido del 60%. Y aumentando la competitividad en una media del 12%.

Aún existen críticos con la introducción de estas herramientas. Siguen surgiendo voces que temen poco más que una rebelión de las máquinas, al más puro estilo descrito por el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov. Catastrofismos al margen, la nueva realidad deja claro que el camino discurre por esta senda tecnológica.

No se trata de sustituir la mano de obra, sino de comprender qué procesos o áreas son repetitivos, carentes de valor añadido. La mayoría de expertos entiende que hay elementos automáticos y otros en los que inventar y operar con excelencia. Tareas ingenieriles que dan opciones a la creatividad. Y ahí los empleados pueden aportar valor al cliente final.

Por la igualdad

Para completar esa empresa del futuro, la lucha por romper la desigualdad de género no puede quedarse al margen. El informe de la consultora Grant Thornton sobre este asunto arroja una conclusión preocupante: solo el 34% de las mujeres ocupaba un puesto de alta dirección en España en 2020.

A esto hay que sumarle la brecha salarial, que el INE sitúa en un 16,2%. Por todo ello, el tejido empresarial cuenta con una tarea de inclusión por delante que condicionará buena parte de las relaciones laborales durante esta década. Porque, en España, al ritmo actual de inclusión, tardaríamos 35 años en cerrar la brecha de género.

Se avecina un escenario de cambios profundos. Una transformación de los cimientos del sistema dignos de revoluciones pasadas. Sin embargo, ningún experto duda de que sea factible competir con éxito. Sumarse a esa parte alta de la recuperación en K. Y no existe mejor receta que comenzar por los mandos directivos. Son los primeros que han de creer en esta evolución.

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