Amaya Valdemoro es, con toda probabilidad, la mejor jugadora española de baloncesto de la historia. Y su currículum está lleno de premios: 3 anillos de la WNBA, 8 ligas españolas, 9 Copas de la Reina y un Campeonato de Europa con la selección española. Dos veces olímpica, fue la deportista española con más internacionalidades de la historia de España, hasta que en 2017 fue superada por otro mito del baloncesto español: Laia Palau.
Actualmente comentarista de baloncesto en televisión, Valdemoro es un auténtico ejemplo de compromiso, superación y esfuerzo. Hablamos con ella sobre liderazgo, sobre cómo mantener la motivación, acerca de los diferentes conceptos de trabajo en equipo que se encontró en los diferentes países en los que compitió, y de la necesidad de asumir la derrota para conseguir el éxito.
El deportista tiene una suerte tremenda al poder dedicarse a lo que fue un día su sueño y su hobby. A mí me encantaba jugar, me parecía que era la persona que más suerte tenía en el mundo. Desde luego, en una carrera deportiva hay momentos en los que es muy duro ir a entrenar, las lesiones, la incertidumbre, y saber que dicha carrera es muy corta. Pero al ser un deporte en equipo siempre encuentras motivación, a nivel individual y sobre todo a nivel colectivo. Y siempre tienes a alguien que te está empujando, y eso es importantísimo.
Sí, cada país es una historia totalmente diferente. Se nota muchísimo, sobre todo en el carácter de los países; la cultura se diferencia una auténtica barbaridad. Asimismo, la forma de trabajo es muy diferente, pero ganar y perder siempre es igual.
Lo es, y me costó mucho. Por ejemplo, aquí cuando llegan las jugadoras americanas te desvives para que se adapten al país, al clima o a la ciudad. En Estados Unidos es un deporte de equipo, pero donde cada uno va a lo suyo. Sin embargo, pienso que, cuando vas a jugar a otro país, tienes que adaptarte e imitar lo que ves. Y, afortunadamente, el ser humano tiene una capacidad de aprendizaje espectacular.
Cualquier deportista, sea líder o no, debe tener una ética de trabajo muy seria y muy constante, con muchísima capacidad de trabajo. Además, y de acuerdo a cómo he evolucionado, creo que un líder debe tener empatía, humildad y ser un ganador nato. Al final, para conseguir los objetivos tienes que tener ese espíritu ganador.
Los profesionales que venimos del deporte estamos acostumbrados a estar en una situación de estrés continua y con mucha presión, lo que hace que tengamos una capacidad resolutiva muy grande. Y más concretamente, los que venimos de deportes de equipo, no nos cuesta pedir ayuda y aceptamos el error. Asumimos que la derrota es parte de la victoria, y si nos equivocamos lo decimos y no pasa absolutamente nada. No nos da vergüenza decir: “me he equivocado«.
El líder no lo eliges, y menos en un deporte de equipo. Generalmente te eligen. Y hay varios tipos de liderazgo: está el liderazgo dentro de la pista, que es por ejemplo a quien le va el balón en un momento decisivo, que quizás es la persona que tiene menos miedo a la resolución final; pero luego están también los líderes dentro del vestuario, que son más vocales, por ejemplo. Yo creo que no te preparas para ser líder, creo que es algo que va muy ligado al carisma y a la personalidad del individuo. Y por supuesto, hay líderes que son muy silenciosos y que quizá no se ven desde fuera, pero que son parte fundamental para un equipo.
Cuando empecé a hacer deporte, incluso las disciplinas en las que podíamos participar eran pocas; como mucho, baloncesto, voleibol y atletismo. Y si tenías mucho dinero podías hacer tenis, pero parecía incluso elitista. Por ejemplo, el futbol femenino estaba mal visto.
Creo que el deporte femenino en España ha ido creciendo muchísimo a través del talento y de los éxitos que hemos logrado en diferentes disciplinas a través de la consistencia y del trabajo, pero también del quejarse poco. Ahora las nuevas generaciones, gracias a movimientos como el Me Too son mucho más vocales y tienen menos miedo a pedir la igualdad. Cuando veo a las nuevas generaciones admiro el poder que tienen de expresar todas las desigualdades, porque en mi época pedir era sinónimo de ser conflictiva.
No obstante lo anterior, a día de hoy sigue existiendo una brecha muy importante, pero lo cierto es que el deporte femenino avanza en la buena dirección y habrá un momento en el que se igualará la balanza, aunque creo que todavía falta mucho camino por hacer. Lo más importante es el hecho de que ahora hay referentes, y me doy cuenta de que yo misma he podido ser referente para muchas niñas. A día de hoy hay referentes deportivos de muchas más disciplinas -futbol, bádminton, sincronizada, natación, balonmano, waterpolo, atletismo…-. Y ese es uno de los secretos del éxito que está empezando a tener el deporte femenino en España.
Sí es cierto que los exjugadores aportamos algo diferente, que es el sentimiento de una persona que ha estado dentro de la cancha de baloncesto. Yo no puedo pretender hablar igual que un entrenador comentarista, pero sí he vivido muchas situaciones dentro de una pista, y he tenido la suerte de que me han entrenado los mejores entrenadores del mundo. En este sentido, intento explicar lo que veo siendo objetiva, aunque me pueda equivocar, e intentando defender al jugador, porque es muy difícil estar ahí dentro. No obstante, soy la primera que, si hay alguien que se equivoca en una acción, lo dice, porque creo que la crítica es lo más productivo que te puede pasar para seguir creciendo.