¿Preparados para la internacionalización?
En un mercado cada vez más globalizado, la internacionalización se convierte en uno de los factores clave para el crecimiento de las empresas. Pero a la vez que supone nuevas oportunidades y una diversificación geográfica de los ingresos, un proceso de internacionalización implica haber desarrollado un plan de empresa que incluya un exhaustivo estudio del mercado en el que se quiere establecer.
Del mismo modo, un proceso de internacionalización supondrá un importante reto para el departamento de Recursos Humanos, debido a la gestión de los expatriados y trabajadores de mercados diferentes, además de que las distintas legislaciones laborales y sociales pueden constituir una dificultad añadida, especialmente en la fase inicial del proceso.
Hablamos con Francesc Xavier Mena, Catedrático de Economía y Profesor de ESADE, que además ha desarrollado proyectos encargados por empresas y organismos internacionales en cerca de 50 países.
La globalización ofrece un amplio conjunto de oportunidades a las empresas, con sus riesgos asociados. El mercado doméstico se ha quedado pequeño y está abierto a nuevos competidores locales y del mundo. La internacionalización no es sólo una opción para la empresa. Se ha convertido en una necesidad.
La presencia en los mercados internacionales es una decisión estratégica que requiere la elaboración de un plan de empresa que establezca prioridades geográficas, que determine el proceso de internacionalización desde la mera exportación al establecimiento de una cadena de valor con la logística y la comercialización internacionales, que evalúe la gestión de los expatriados y de los directivos locales del mercado de destino, que cubra los riesgos geopolíticos, económicos (riesgo de tipo de cambio, etc.), que se adapte a las preferencias de sus nuevos consumidores, etc.
La decisión de la internacionalización debe planificarse proactivamente a medio y largo plazo, evitando que el acceso a los mercados globales sea una reacción cortoplacista obligada por la desaceleración del mercado doméstico.
La internacionalización es un proceso temporal por etapas, que debe acabar impregnando al conjunto de la empresa más allá del ‘departamento internacional’. La disponibilidad de recursos humanos con competencias internacionales es un factor clave. Otros factores relevantes dependen de si la empresa afronta una mera exportación o ya se encuentra en una fase más avanzada en su internacionalización.
La disponibilidad de un estudio del mercado de destino, así como de recursos humanos que impulsen las operaciones. La opción de establecer acuerdos estratégicos con otras empresas ya internacionalizadas, relaciones con socios locales, acompañamiento de instituciones financieras, etc. puede facilitar el proceso de internacionalización.
La gestión de expatriados y de personas del mercado de destino constituye uno de los retos más difíciles, por las diferencias culturales generales y en el ámbito corporativo en particular. La legislación laboral y social, así como la fiscal, regulatoria, etc., constituye un esfuerzo adicional para una empresa en los procesos iniciales de internacionalización.
La internacionalización puede requerir la asignación de numerosos recursos humanos y materiales durante un período de tiempo dilatado exigido por la maduración de las operaciones. Un análisis de riesgos y contingencias debe incorporar la naturaleza de las relaciones con las autoridades locales a efectos de autorizaciones y permisos, la disponibilidad de proveedores locales y suministros (agua, electricidad, telecomunicaciones, etc.), la legislación sobre propiedad del suelo, de marcas y patentes, repatriación de beneficios, fiscales y tributación, el riesgo de tipo de cambio, la seguridad personal de los expatriados, la seguridad jurídica en relación a las normas legales y a las inversiones realizadas, la calidad de sus instituciones (corrupción, etc.), etc.
El ejercicio 2019-20 proyecta unos escenarios de desaceleración económica en algunos mercados de economías avanzadas. Los mercados emergentes ya no constituyen una panacea general a corto plazo en el ámbito de los costes laborales para la deslocalización o del crecimiento de sus clases medias, aunque la tipología y comportamiento de dichas economías emergentes es muy diverso (Brasil, Argentina, Turquía, Sudáfrica, Vietnam, etc.). Por otro lado, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, así como el regreso al proteccionismo arancelario por parte de la Administración Trump están apuntando hacia un freno en el proceso de globalización. Las cadenas de valor de las empresas se están fragmentando a escala global por primera vez desde hace décadas. El comercio internacional de manufacturas se está contrayendo, según anuncian los índices de los gestores de compras (‘Purchasing Managers Índex’ (PMI)). A medio-largo plazo, esta circunstancia podría revertir el multilateralismo comercial y la estandarización tecnológica, dando lugar a compartimentos estancos liderados por Estados Unidos y China.
La digitalización está significando una nueva fase del desarrollo histórico de la industria y del comercio internacional. La inteligencia artificial, la robotización, la supercomputación, y la omnipresencia de las redes sociales están cambiando las ventajas competitivas en el tablero de juego internacional. La digitalización impulsa la globalización, si bien sus efectos pueden tener efectos contraproducentes a través del llamado ‘digital divide’ en términos salariales y de cohesión en la distribución de la renta. En particular, los grupos sociales afectados por dicho proceso pueden cuestionar los beneficios de la globalización en favor de opciones populistas proteccionistas.
Sin duda, a pesar que no es previsible que estalle una guerra comercial de desgaste entre Estados Unidos y China. Las empresas afectadas por estas tensiones comerciales ya revelan índices de capitalización a la baja en los mercados bursátiles. Los riesgos geopolíticos se extienden a todos los confines de los mercados globales, alimentados por la reacción proteccionista y populista de los grupos sociales afectados y de un número creciente de dirigentes políticos.