En los últimos años ha crecido mucho la concienciación sobre la importancia de la salud mental en los entornos de trabajo. Es por eso, que cada vez son más las empresas que invierten en programas de salud mental y bienestar, al mismo tiempo que ponen en marcha políticas que facilitan el equilibrio entre la vida personal y la profesional. Porque una empresa emocionalmente saludable será, en definitiva, más productiva.
Hablamos con Joan Piñol, Director de la Fundación Salud y Persona, sobre cómo afecta la salud mental de los empleados a su productividad, y sobre qué medidas pueden tomar las empresas para crear entornos de trabajo respetuosos, que ayuden a retener talento y a mejorar los resultados.
La salud mental tiene un impacto directo en la productividad de las personas. Los empleados que se sienten emocionalmente equilibrados son más creativos, resilientes y comprometidos con su trabajo. Por el contrario, aquellos que enfrentan problemas como ansiedad, depresión o estrés crónico suelen tener mayores tasas de ausentismo, menor rendimiento y dificultades para colaborar eficazmente.
Para mejorar el bienestar emocional de los empleados, las empresas pueden adoptar varias estrategias: implementar programas de apoyo psicológico accesibles, anónimos y confidenciales, fomentar un ambiente de trabajo saludable con políticas que promuevan el equilibrio entre la vida personal y laboral, y formar a los líderes para que sean capaces de identificar y gestionar emociones en situaciones de estrés en sus equipos. Es fundamental ofrecer servicios como sesiones psicológicas gratuitas o una línea de atención psicológica 24/7 para empleados y sus familias. Estos programas no solo previenen problemas mayores, sino que también reducen el estigma asociado al uso de servicios de salud mental.
Sin duda, la percepción sobre la salud mental en las empresas ha cambiado mucho en los últimos años. La pandemia de COVID-19 fue un catalizador importante, ya que puso de manifiesto cómo el estrés y el aislamiento pueden afectar a la productividad y al bienestar general. Actualmente, muchas empresas han comenzado a invertir en programas de salud mental y bienestar, pero aún queda mucho por hacer.
En términos de mejora, hemos visto avances significativos, como el aumento en la contratación de especialistas en bienestar organizacional, la creación de políticas más flexibles y la inclusión de beneficios como la terapia psicológica. Es especialmente relevante que estas iniciativas incluyan talleres de manejo de estrés y charlas sobre salud mental, así como la garantía de privacidad para quienes utilicen estos servicios.
Hay varias señales que pueden indicar que un empleado o equipo está enfrentando estrés o deterioro emocional. Entre las más comunes están los cambios en el comportamiento habitual, como el aislamiento, la irritabilidad o el descenso en la calidad del trabajo. También pueden aparecer síntomas físicos, como el cansancio extremo o un aumento en las ausencias por enfermedades.
A nivel grupal, podrían observarse tensiones entre colegas, disminución en la comunicación efectiva y una pérdida general de motivación. Las empresas deben estar atentas a estas señales para actuar de manera preventiva y ofrecer programas de apoyo psicológico accesible y confidencial que normalicen la búsqueda de ayuda.
El manejo del desgaste emocional y del burnout requiere una estrategia integral. Es esencial crear una cultura organizacional que valore la salud mental desde el principio. Esto incluye proporcionar formación a los líderes para identificar signos de agotamiento, establecer sistemas de apoyo como mentorías y ofrecer acceso a profesionales de la salud mental mediante servicios externos.
Para adelantarse a estas situaciones, las empresas pueden realizar evaluaciones regulares del clima laboral, encuestas de bienestar y sesiones de retroalimentación con los empleados. Además, fomentar una carga de trabajo equilibrada, establecer horarios razonables y promover pausas durante la jornada laboral son medidas clave para prevenir el burnout. Las iniciativas como sesiones grupales de apoyo y talleres también fortalecen la resiliencia del personal.
Una empresa emocionalmente saludable se caracteriza por varias cosas:
Estas características no solo benefician a los empleados, sino también a la organización, que verá mejoras en la retención de talento y en el rendimiento general.
Hoy en día, los trabajadores valoran principalmente el respeto por su tiempo personal, la posibilidad de acceder a recursos de apoyo emocional y un ambiente laboral donde puedan desarrollarse sin miedo al estigma asociado con la salud mental. También buscan líderes empáticos y espacios para expresar sus preocupaciones.
En cuanto a las generaciones más jóvenes, sí tienen expectativas diferentes. Son más conscientes de la importancia de la salud mental y esperan que las empresas adopten medidas concretas para protegerla, como políticas de trabajo flexible, programas de bienestar y un enfoque claro hacia la diversidad e inclusión. También valoran medidas tangibles, como servicios psicológicos gratuitos, talleres y garantías de privacidad para fomentar el uso de estos recursos, creando así un entorno laboral más humano y sostenible.