José Gabriel Carrillo Fernández, CEO de Grupo Carrillo, defiende con claridad que adoptar una estructura holding no es una moda, sino una decisión estratégica. Desde su experiencia al frente de una firma especializada en asesoramiento a empresas familiares, subraya cómo este modelo organizativo se está consolidando como un auténtico catalizador de eficiencia, protección patrimonial y continuidad generacional.
En la presente entrevista, analiza las claves del auge del holding en España, su potencial transformador para la mediana empresa y las razones por las que, cada vez más, el tejido empresarial familiar apuesta por estructurar el futuro… desde la base.
Estoy totalmente de acuerdo. Se están constituyendo muchos grupos como holding y, desde nuestro punto de vista, esto se debe principalmente a que la mediana empresa ha empezado a ver que este modelo también es para ella. Antes se asociaba a grandes corporaciones o patrimonios, pero ahora el empresario medio ha entendido que puede aplicar estas estructuras y beneficiarse de ellas. Esto también responde a un mayor conocimiento y a un mayor acceso a información por parte de los empresarios.
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La comparto absolutamente. Siempre que se utilice de forma racional y dentro de la estricta legalidad, el holding ofrece ventajas desde distintos prismas. A nivel fiscal, permite ahorros significativos. Desde el punto de vista jurídico, proporciona protección patrimonial ante situaciones graves. Y organizativamente, ayuda a estructurar la empresa en base a sistemas de gobierno y control de riesgos más sólidos. Son tres ventajas que, en conjunto, están despertando mucho interés entre los empresarios.
El 90% del tejido empresarial en España es familiar, y el holding les ofrece ventajas concretas. Por ejemplo, facilita una organización ordenada del voto entre ramas familiares cuando entran en juego segundas o terceras generaciones. También permite cumplir de forma más sencilla con los requisitos para seguir siendo considerada empresa familiar, lo cual tiene beneficios fiscales claros. Además, ayuda a resolver cuestiones emocionales muy comunes: proteger a familiares que no trabajan en la empresa, incluso garantizándoles dividendos, o permitir que otros participen de los beneficios aunque desarrollen otras actividades fuera de la estructura.
Esta es una pregunta clave. Cada vez vemos más controversias internas en empresas familiares, quizá en parte por la incorporación de nuevas generaciones con ideas y prioridades distintas. Sea como fuere, el holding permite pactos de socios más claros o establecer mecanismos de salida ordenada. Todo ello, además, con un impacto fiscal menor como comentaba anteriormente. Al fin y al cabo, esta estructura actúa como el esqueleto de un edificio: sobre ella puedes construir muchas soluciones personalizadas según las necesidades y circunstancias de cada familia.
Cuando una compañía alcanza cierto nivel de crecimiento o de complejidad, hay que valorar si su estructura es la más adecuada, no solo para la empresa, sino también para los socios a nivel patrimonial. En procesos de internacionalización, es vital tener muy en cuenta, por ejemplo, la inseguridad jurídica que existe en algunos países. En casos como estos, no recomendamos que la empresa principal se exponga directamente. Es preferible crear una empresa española dependiente del holding, que sea la titular de la sociedad en el extranjero. Esto actúa como freno ante posibles responsabilidades en otros territorios con menor seguridad jurídica.
En cuanto a posibles tensiones entre socios, no es lo mismo tener 15 socios con 15 votos, que tenerlos organizados en tres sociedades con un voto por grupo. En casos como estos, la gobernabilidad mejora de forma notable bajo una estructura holding.
Y respecto a la presión fiscal creciente, no cabe duda de que este tipo de estructuras son una buena opción pues al generar valor y estabilidad patrimonial están más protegidas. Ahora bien, no basta con crear la estructura, hay que mantenerla conforme a la ley, con rigor y profesionalidad.
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