Desde aquel 23 de junio de 2016, y sus repentinas consecuencias, media Europa se sigue preguntando ¿qué pasa con el Brexit? Dos años y medio -largos- después, hay novedades en el acuerdo del Brexit: de la primera ministra británica Theresa May fue rechazado por una diferencia de 230 votos en la Cámara de los Comunes. La derrota fue más contundente de lo previsto y deja a May tres días para ofrecer un plan alternativo.
“La situación política sigue siendo incierta. Entre los posibles escenarios, cabe citar una prórroga del Artículo 50, una salida desordenada de la Unión Europea sin acuerdo, o las dos. El líder laborista Jeremy Corbyn presentó una moción de censura contra el gobierno que se debatirá en el parlamento el miércoles”, explica Leigh Himsworth, Gestor de fondos de Renta Variable de PeopleMatters, sobre la votación que apostaba por la salida de Europa de Reino Unido y que dejó boquiabiertos al resto de ciudadanos miembros.
El Brexit: de la primera ministra británica fue rechazado por una diferencia de 230 votos en la Cámara de los Comunes
Ahora, la situación cambia radicalmente. ¿Citará May una prórroga del Artículo 50? ¿Defenderá la salida desordenada de la Unión Europea sin haber llegado a un acuerdo? ¿Acabarán con cualquier atisbo de Brexit la moción de censura de los laboristas?
Todo apuntaba a que el gobierno británico perdería la votación y algunos comentaristas esperaban, como finalmente sucedió, que May sufriera la peor derrota jamás cosechada por un gobierno en la Cámara de los Comunes, superior a los 166 votos con que fue derrotado Ramsay MacDonald en 1924.
Por su parte, May ha indicado que tratará de renegociar con la UE. «Las conversaciones tendrán que ser aceleradas: solo cuenta con tres días laborables para presentar un acuerdo revisado al parlamento y la magnitud de su derrota debilita su poder de negociación», advierte Himsworth, quien, como tantos otros miles de personas, se mantiene a la espera de conocer cuál será el plan B de la Primer Ministra británica.
En opinión del Gestor de fondos de Renta Variable de la consultora de RRHH fundada en el año 2009, «si se consiguen arrancar concesiones significativas a la UE, sobre todo en relación con el denominado backstop o mecanismo de protección para Irlanda, el acuerdo revisado podría convencer a un número suficiente de diputados, pero la magnitud de la derrota de la última votación hace que sea una posibilidad remota».
El reloj está corriendo para el Artículo 50, que, de no prorrogarse, provocará que el Reino Unido salga de la UE sin un acuerdo el 29 de marzo. «Sigue habiendo todavía muchos escenarios posibles tras la votación de ayer, como una prórroga del Artículo 50, un Brexit sin acuerdo, unas elecciones generales o un segundo referéndum», asegura el experto.
85.300.000 referencias en Google es un dato significativo que indica un evidente interés por parte de los internautas. Y es que el debate de qué pasa con el Brexit no ha dejado de ser un tema de actualidad: a fecha 2 de marzo de 2018, los resultados vinculados al divorcio de Reino Unido con la Unión Europea registrados en el buscador más utilizado del mundo dejan claro que la ruptura entre ambos entes no ha quedado en el olvido y sigue generando información.
Lejos ya de los resultados de un referéndum que dio una victoria ajustada al ‘sí al abandono’ –el 52% de los británicos apoyó esta opción, frente a un 48% registrado por la ideología contraria–, el día a día informativo está marcado por la incierta fecha en la que el Brexit se hará efectivo.
Las conversaciones tienen que acelerarse: solo cuenta con tres días laborables para presentar un acuerdo revisado al parlamento y su derrota debilita su poder de negociación
El pasado 29 de enero, la Eurocámara aprobó el plazo de casi dos años de margen para que Reino Unido prepara su salida, fijando así como fecha clave el próximo 31 de diciembre de 2020 para gestionar la transición fuera de la UE –prevista de manera efectiva para el 29 de marzo de 2019–. El país liderado por la primera ministra Theresa May no se mostró conforme y aseguró, casi un mes después de que se hiciese público el borrador con la fecha, que no debería existir un día tope para cerrar su adiós a Bruselas.
Por aquel entonces, Reino Unido se planteaba abandonar su puesto como estado miembro de la Unión Europea el 29 de marzo de 2019 y tendrá, a priori y según un borrador aún no definitivo, nueve meses más para gestionar su divorcio. Según parece, este tiempo no fue suficiente para Londres, que quiere seguir acaparando las ventajas del mercado único y la unión aduanera durante un periodo algo más amplio.
La idea de May era que la Unión Europea les permita esa concesión a cambio de que Reino Unido siga aportando ingresos al presupuesto comunitario en el plazo que finalmente se estipule como fijo. Sin embargo, esta postura no ha sido bien recibida por un grupo de más de 60 ‘tories’ que consideran abusiva la propuesta. En su opinión, tal y como se expresa en la carta que remitieron a la primera ministra, la negociación entre Londres y Bruselas debería hacerse “de igual a igual” eliminando ese halo de fuerza extra que parece ejercer la UE sobre el país.
Según recalcaba este grupo de ‘tories’, durante el periodo de tiempo que dure la transición su nación no podría influir sobre las leyes comunitarias, aunque seguiría al abrigo de estas. Jacob Rees-Mogg, uno de los parlamentarios conservadores que se niegan a aceptar las normas de la Eurocámara, considera que la obediencia ciega de su país convertiría a Reino Unido en un estado “vasallo” de la Unión Europea. Las negociaciones continúan y aún no hay nada claro al respecto.
A pesar de que May ha defendido una pequeña ampliación del plazo para hacer efectivo el Brexit, el negociador jefe comunitario se muestra tajante en su postura y remarca en el calendario el 31 de diciembre de 2020. Según Michel Barnier, no cabe la dilatación del plazo: la fecha está fijada en la Nochevieja de 2020 porque es ese día cuando se cierra el periodo presupuestario de siete años que entró en vigor en 2014.
De esta manera, según la postura que aboga por continuar con el 31 de diciembre de 2020 como ‘deadline’ en el Brexit, la Unión Europea tendría las cosas más fácil para poner al día su marco financiero plurianual: efectuando el divorcio con Reino Unido ese día permitiría empezar el siguiente presupuesto sin tener en cuenta las aportaciones del país.
Esta postura que, a priori, haría más sencillo sacar números sin sumar ingresos que luego habría que descontar, no ha sido bien recibida por algunas empresas británicas que temen ver lastrada su actividad comercial. El miedo llega al pensar que, en cuanto el Brexit se haga efectivo, las relaciones comerciales de bienes y servicios de Reino Unido con el resto de países que siguen formando parte de la Unión Europea se verán resentidas.
Algunos estudios pusieron de relieve las posibles consecuencias económicas que tendría el Brexit para la economía de Londres, y se llegaron a leer titulares que auguraban unas pérdidas de hasta 100.000 empleos en las plantillas de las empresas asentadas en Reino Unido que empezaron a atisbar nuevos horizontes fuera de la City londinense. Por el momento, la situación sigue inestable por la incertidumbre al respecto.
El escenario al que se enfrenta Londres tras aprobar el ‘sí’ a la salida de la UE es complejo. Entran en juego muchos actores –incluido Irlanda del Norte, que también ha adquirido un papel relevante en el discurso sobre el Brexit– que incluso han llegado a promover un nuevo referéndum que constate de manera definitiva si los votantes británicos quieren o no permanecer sujetos a las normas comunitarias.
Ante estos brotes, May no dudó en afirmar tajante: «Que nadie tenga duda de nuestra determinación o cuestione nuestro propósito de que el Brexit se lleve a cabo«. La primera ministra, debilitada tras perder la mayoría absoluta en las elecciones generales del pasado mes de junio, cerraba así el debate sobre si su postura empezaba a flaquear y no se mostraba tan firme como antes del sondeo.
Sin embargo, a pesar de su determinación sobre la salida de su país de la Unión Europea, la primera ministra se mostró abierta a acercar posturas a nivel comercial dejando claro que “esto es una negociación y nadie puede tener todo lo que quiere”. Estas palabras, pronunciadas el pasado 2 de marzo durante un discurso en el que exponía su visión de futuro de cara a los acuerdos con Bruselas, aludieron a un cambio radical en las políticas comerciales registradas hasta ahora: «Estamos abandonando el mercado único. La vida va a ser diferente”, dijo hace algunos meses.
El país liderado por la primera ministra Theresa May no se mostró conforme y aseguró que no debería existir un día tope para cerrar su adiós a Bruselas
Para asegurar la relación entre Londres y la UE, May determinó que Reino Unido busca cerrar un acuerdo «lo más amplio y profundo posible, cubriendo más sectores y cooperando más intensamente que en cualquier otro acuerdo de libre mercado existente en cualquier otro lugar en el mundo». Eso sí, con matices: la primera ministra británica también reivindicó el derecho de Reino Unido de firmar un acuerdo “a la medida de las necesidades” de su economía, una tesis muy criticada por los que reprochan a la isla querer salir de la UE obteniendo ventajas.
Entre ellas, la de seguir permaneciendo dentro de agencias europeas como la del medicamento, los productos químicos o la aviación. “Creo que eso se puede lograr porque redunda en interés de la UE, así como también en el nuestro, y porque partimos en un mismo punto de salida en el que ahora ambos tenemos las mismas leyes y normas. En lugar de tener que acercar dos sistemas diferentes, el reto será gestionar la relación una vez que seamos dos sistemas legales diferentes”, matizó.
En el Brexit, al contrario de lo que suele argumentar el refranero popular, el juego ha empezado, sí, pero parece que no todas las cartas están sobre la mesa.