Las perspectivas 2026 dibujan un escenario global en plena transformación, donde la persistencia de la inflación, la irrupción acelerada de la IA, los cambios en la política monetaria y la creciente fragmentación geopolítica están alterando los fundamentos tradicionales de decisión empresarial.
Con tipos de interés aún elevados, mayor concentración bursátil y una reconfiguración acelerada de Asia y los mercados emergentes, compañías y responsables financieros afrontan un año decisivo para anticipar riesgos, reforzar estrategias y adoptar una mirada más amplia sobre la gestión del capital.
El informe ‘Perspectivas 2026: La era del alfa’, elaborado por Fidelity International, introduce el año con una advertencia: entramos en un ciclo en el que conviven oportunidades significativas con riesgos estructurales profundos. Como señala su Presidente, Keith Metters, “los inversores tendrán que considerar cómo dar sentido a los cambios estructurales que se están produciendo en las economías, los sectores y las regiones”.
Es una frase que resume con precisión el paisaje económico: un mundo menos integrado, con cadenas de suministro que se regionalizan, bloques comerciales más definidos, tensiones entre grandes potencias y nuevas formas de política industrial que desafían la lógica de décadas anteriores. En ese marco, la depreciación deliberada del dólar, identificada por Fidelity como parte de una estrategia económica más amplia, introduce un factor adicional de complejidad. Este debilitamiento de la divisa estadounidense reordena los flujos de capital y afecta tanto a la competitividad internacional como a la gestión del riesgo de divisa para las compañías expuestas al comercio global.
El mensaje de fondo de estas perspectivas 2026 es claro: los parámetros que gobernaban el crecimiento y las decisiones financieras hasta ahora se están modificando, y los decisores deberán ampliar el radio de análisis para no depender exclusivamente de correlaciones históricas que han perdido utilidad en un contexto tan cambiante.
La inflación es uno de los ejes centrales de las Perspectivas 2026, y Fidelity insiste en no infravalorar su persistencia. La CIO de renta fija, Marion Le Morhedec, afirma que “la inflación estadounidense será probablemente más alta de lo que espera el mercado en 2026”, lo que afectará directamente al ritmo de bajadas de tipos de la Reserva Federal.
Esto tiene implicaciones evidentes para las empresas:
Además, en un entorno donde la deuda pública estadounidense presiona al alza los rendimientos y los diferenciales crediticios están en mínimos, Le Morhedec advierte de que “los diferenciales investment grade son extremadamente estrechos”, una señal que exige una lectura más cuidadosa de la solvencia de los emisores para evitar deterioros inesperados de cartera o tensiones de liquidez.
En definitiva, la inflación vuelve a ocupar un lugar central en la agenda financiera, porque no solo afecta a los mercados, sino que condiciona el día a día operativo de las compañías.
La IA es, sin duda, la gran protagonista de las perspectivas 2026. Fidelity observa que su impacto trasciende la narrativa tecnológica y se convierte en un fenómeno económico transversal que transforma productividad, empleo, estructura empresarial y valoración de activos.
Niamh Brodie-Machura, CIO de renta variable, lo expresa con claridad: “la IA será la temática que marque los mercados en 2026”. Y no es una afirmación retórica. La inversión en modelos, chips, centros de datos, energía y automatización industrial ha escalado hasta niveles sin precedentes, generando una oleada de innovación, pero también dudas razonables.
Los riesgos identificados por Fidelity son relevantes:
Para las empresas, y especialmente para los CFOs, esta realidad implica medir cuidadosamente cada inversión, priorizar casos de uso con retorno tangible y evitar competir en un terreno donde el capital puede no recuperarse al ritmo esperado.
Fidelity Perspectivas 2026
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Pese a los desafíos inflacionarios, la renta fija vuelve a ser un componente estratégico en las perspectivas 2026. Con rendimientos elevados y un entorno donde la volatilidad seguirá presente, los bonos vuelven a ofrecer un colchón para las carteras. Pero no vale cualquier cosa.
James Durance, Gestor de Deuda Corporativa, explica: “Sigo cómodo con las perspectivas de la deuda corporativa con enfoque de rentabilidad total”, especialmente en segmentos como el crossover, donde la relación riesgo-rentabilidad aún ofrece margen.
Europa destaca frente a Estados Unidos en valoración relativa, y los mercados emergentes atraen interés por sus elevados rendimientos reales. En todos los casos, la selección es crítica: calidad crediticia, curva temporal, estructura de capital y resiliencia sectorial determinarán el éxito o el fracaso de las estrategias de renta fija.
Los mercados emergentes aparecen como una de las áreas de oportunidad más destacadas en las perspectivas 2026. La depreciación estructural del dólar y las políticas monetarias más flexibles abren espacio para la entrada de capital en estas regiones.
Mike Riddell lo resume así: “Hay razones de peso para apostar por las economías emergentes, donde los tipos siguen siendo elevados y existe un mayor margen para la apreciación de las divisas”.
A ello se suma la mejora de fundamentales en países como Corea del Sur o Sudáfrica, donde, como señala Becky Qin, “la renta variable está volviendo a subir al calor de la mejora de los fundamentales”.
Para las empresas multinacionales y exportadoras, estos movimientos implican revisar coberturas, cadenas de suministro, estructuras de precios y exposición a riesgos geográficos.

Asia es, probablemente, la región que mayor protagonismo recibe en las perspectivas 2026. Su papel no es coyuntural, sino estructural. Fidelity señala tres grandes fuerzas que convierten a Asia en el epicentro de un nuevo ciclo económico:
China desarrolla un ecosistema propio de IA, desde modelos hasta hardware especializado. Corea del Sur y Taiwán lideran la fabricación de chips de memoria, componentes críticos para la nueva automatización industrial. La región está reduciendo su dependencia tecnológica de Occidente, acelerando su capacidad de innovación y atrayendo inversión global.
Japón ha iniciado uno de los procesos de mejora de gobierno corporativo más relevantes de su historia contemporánea. Las empresas aumentan dividendos, reducen participaciones cruzadas y optimizan la eficiencia del capital. Min Zeng señala que “los beneficios de las empresas japonesas deberían mejorar bajo el efecto de una inflación moderada y una normalización monetaria gradual”.
Corea, con su programa “Value Up”, avanza en la misma dirección, buscando reducir descuentos históricos frente a sus pares globales.
Con inflaciones controladas y bancos centrales con más margen que en Occidente, Asia afronta el año desde una posición ventajosa. Belinda Liao apunta que “los bonos de Singapur, Japón y Malasia brillarán en 2026”, apoyados por demanda local, disciplina fiscal y estabilidad macroeconómica.
En conjunto, estas fuerzas consolidan a Asia como un bloque económico con capacidad no solo de resistir tensiones globales, sino de liderar tendencias tecnológicas, financieras y productivas.