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Los próximos 8 y 9 de mayo, conoceremos las claves para recalcular las rutas que están afectando a la función de marketing y ventas con la analítica de datos.
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Qué es el reciclaje tecnológico y por qué se posiciona como la apuesta de futuro para las grandes empresas

Para quienes aún se pregunten qué es el reciclaje tecnológico, los datos hablan por sí solos.

Según el Global E-Waste Monitor 2020 de la ONU, en 2019 se batió el récord de desechos electrónicos en todo el mundo, con 53,6 millones de toneladas métricas (Mt). Esto supone un incremento del 21% en relación a hace 5 años.

Y no solo eso, sino que si no cambiamos la forma en la que nos deshacemos de la tecnología obsoleta, se estima que para 2030 la cifra de desechos electrónicos en el planeta alcanzará los 74 millones de toneladas métricas, cantidad que roza lo inasumible.

Así pues, ¿Cómo podemos gestionar de forma sostenible los residuos electrónicos? ¿Cómo nos deshacemos de la tecnología obsoleta y de los datos que contiene con seguridad y sin que ello genere graves problemas ambientales, sociales o de salud? ¿Se está posicionando realmente el reciclaje tecnológico como una apuesta de futuro para las grandes empresas?

El e-waste: un problema que no para de crecer

La tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas, y la cantidad de residuos electrónicos que generamos es cada vez mayor. Tanto en el entorno particular como, especialmente, en el empresarial, el incremento en la cantidad de e-waste se ha convertido en una preocupación a nivel mundial. Ordenadores, servidores, teléfonos y demás activos tecnológicos obsoletos son ya un problema al que es imprescindible buscar una solución.

Solo el 17,4% de los desechos electrónicos generados en 2019 se recogió y recicló adecuadamente

En la actualidad, el porcentaje de e-waste que se recicla de forma adecuada es muy bajo: Solo el 17,4% de los desechos electrónicos generados en 2019 se recogió y recicló adecuadamente, lo que se traduce en que más de 44 millones de toneladas métricas de desechos electrónicos, valoradas en 57.000 millones de dólares, se depositaron en vertederos, se quemaron o se comercializaron y trataron ilegalmente. Cifra escandalosa teniendo en cuenta que el 71% de la población mundial cuenta con legislación en materia de desechos electrónicos.

Incluso en Europa, que es líder mundial en reciclaje de desechos electrónicos, apenas se registra la recolección y reciclado por las vías oficiales del 42,5% de los desechos electrónicos. Y es que, la falta generalizada de conciencia pública está impidiendo que los países desarrollen economías circulares para el reciclado de equipos electrónicos.

El reciclaje tecnológico: del reto económico que (también) afecta a la salud

La gestión ilegal de los residuos electrónicos no solo tiene como resultado una enorme pérdida de materias primas valiosas. Los envíos ilegales de desechos desde las grandes potencias mundiales provocan graves problemas de salud, ambientales y sociales en los países en desarrollo. De hecho, los expertos hace tiempo que lo advierten: si no se siguen los procesos adecuados, los materiales nocivos que contienen los activos de TI -como por ejemplo el cadmio, el plomo o el cromo- se acaban filtrando al suelo, contaminando el agua y liberando gases tóxicos.

Es necesario, pues, aprovechar los materiales plásticos, metálicos y electrónicos de los que están hechos para producir otros aparatos. Tal y como destacan desde CSI Renting, una de las empresas líderes en el arrendamiento de equipos en todo el mundo, “la gestión de los activos tecnológicos de forma segura y sostenible, siguiendo los modelos comerciales de economía circular, puede contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas”.

De la economía lineal a la economía circular

Se calcula que en 2030 la población mundial superará los 9.000 millones de personas. Esta cifra hace prever que el modelo de producción y gestión de recursos actual -que potencia el consumo a corto plazo reduciendo la vida útil de los productos- no es sostenible en el tiempo.

Es por ello que crece la apuesta por otros modelos como el de la economía circular, que tiene como objetivo lograr un modelo de producción y consumo más eficiente que genere valor a partir de ciclos regenerativos. Así, se pasa del ciclo de extraer-fabricar-usar-tirar a un proceso circular que optimiza los recursos y reduce el consumo de materias primas y energía, minimizando también el impacto de los residuos.

Una mala gestión de la tecnología obsoleta genera un grave daño medioambiental, pero también supone un riesgo de posibles brechas de seguridad por una mala eliminación de activos informáticos

Es en el marco de la economía circular donde encontramos iniciativas como la ITAD (IT Asset Disposal), que se encarga de la recuperación y re manufactura de tecnología de la que se quiere prescindir. Y es que las empresas, en el momento de plantearse como deshacerse o reutilizar equipos informáticos que contienen información, deben reformular su estrategia de eliminación de activos tecnológicos. Así pueden asegurar la correcta eliminación de datos sensibles, así como el respeto a los factores de sostenibilidad y medio ambiente.

Los expertos de CSI Renting insisten en que una buena gestión de los activos tecnológicos puede ser clave para incrementar la competitividad: “En un mundo globalizado y competitivo en el que la tecnología puede marcar la diferencia, las organizaciones intentan minimizar los costes y reducir las inversiones con una gestión del ciclo de vida del activo de TI lo más eficiente posible”.

Porque una mala gestión de la tecnología obsoleta, no solo supone un riesgo de posibles brechas de seguridad por una mala eliminación de activos informáticos, sino que el daño que genera el e-waste en el medio ambiente es cada vez mayor.

Se nos ha acabado el tiempo y toca reaccionar. Nos encontramos ante una transformación del modelo económico que no puede tardar. La economía lineal dominante hasta el momento -fuertemente cuestionada a causa de su dependencia de recursos no renovables- deja paso a la economía circular.

Una nueva forma de generar valor económico, ambiental y social más responsable, resiliente y competitiva.

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