Revista APD Diciembre 2017

Hoy, el trabajo ya no se concibe como una transacción, sino como un espacio de pertenencia. Paradójicamente, la transformación digital ha devuelto al centro de la ecuación algo profundamente analógico: la necesidad de sentirse parte de un propósito.

En este cambio de paradigma, el contrato emocional emerge como la nueva arquitectura del compromiso. No se firma, se cultiva. No se mide en productividad, sino en coherencia. Este pacto invisible define la relación entre personas y empresas en una era que exige flexibilidad, empatía y propósito compartido. Según el ‘Chief People Officers Outlook 2025’ del World Economic Forum, 9 de cada 10 líderes de Talento sitúan la cultura y el propósito por encima de cualquier otro indicador estratégico. La cultura, durante años considerada un intangible, se ha convertido en un factor medible de competitividad.

Por to ello, el papel de los departamentos de Recursos Humanos, aseguran los expertos, será indiscutible: no ya como guardianes de procedimientos, sino como arquitectos del vínculo entre personas y organización.

“Circular” no significa solo sostenible. Significa más resiliente, más eficiente, más preparada. Según la Fundación Ellen MacArthur, aplicar principios de economía circular podría generar un ahorro de 600.000 millones de euros al año para las empresas europeas. No hablamos de un gesto simbólico. Hablamos de una oportunidad estratégica.

Pero el salto no es automático. El 70% de los directivos en Europa dice entender el concepto. Solo un 12% lo aplica con criterios estructurales. La mayoría lo aborda desde la gestión de residuos, o reutilización de insumos, pero no desde la innovación del modelo de negocio. El resultado es previsible: baja rentabilidad, escasa credibilidad, impacto limitado.

Integrar lo circular en la estrategia requiere liderazgo. Los expertos coinciden en que no basta con reciclar: hay que rediseñar. Cambiar el foco del “más” al “mejor”. Desde la concepción del producto hasta la logística. Desde la elección de proveedores hasta la experiencia del cliente.

En España, más del 60% de los departamentos de Atención al Cliente ya han integrado Inteligencia Artificial en alguna fase de su operativa. Chatbots, análisis de sentimiento, personalización de ofertas y asistentes virtuales forman parte de un nuevo ecosistema que está redefiniendo la relación entre empresas y clientes. En España, el 94% de los profesionales que utilizan IA en Atención al Cliente aseguran que ahorran tiempo. Pero no se trata solo de eficiencia. Se trata de expectativas. Para 2028, el 70% de las interacciones de servicio podrían estar completamente automatizadas.

Este cambio no es menor. Afecta al corazón mismo del modelo de negocio. Porque automatizar la atención no es solo reducir costes: es repensar cómo se genera valor. La IA permite escalar la personalización, anticiparse a necesidades, convertir cada interacción en una fuente de datos accionables. No es casual que muchas compañías ya estén midiendo el éxito del customer service en ingresos, no en tickets resueltos. Y tampoco es casual que sectores como la banca, el retail o las telecomunicaciones lideren esta transformación, ya que son las industrias que mejor entienden que la Experiencia de Cliente no solo es consustancial al negocio, sino que aporta elementos claramente diferenciales.

En un mercado donde el talento decide dónde, cómo y con quién trabajar, algunas compañías han conseguido algo más que fidelidad: se han convertido en verdaderos destinos laborales. Lo han logrado alineando valores y propósito, creando experiencias memorables y anticipando las claves que definirán el futuro del trabajo. Las organizaciones más valoradas ya no se limitan a competir por ofrecer un salario competitivo, sino por diseñar un entorno donde el desarrollo personal y profesional sea posible, sostenible y estimulante.

Es solo un dato de muchos pero, por primera vez, el equilibrio entre la vida laboral y personal se considera más importante que el salario para el 83% de los empleados a nivel global, frente al 82% que valora más la remuneración, según el estudio ‘Randstad Workmonitor 2025’.

Durante años, la conversación sobre el liderazgo femenino en la empresa ha girado en torno a la igualdad de oportunidades y la necesidad de representación. Hoy, el debate ha evolucionado: más allá de un imperativo social, la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo se ha convertido en un factor clave para la competitividad empresarial.

Las cifras lo confirman. Según el informe 'Women in Business 2023' de Grant Thornton, el 36% de los puestos directivos en España están ocupados por mujeres, una cifra que, aunque creciente, aún deja margen de mejora. Sin embargo, el verdadero cambio no radica solo en el número, sino en el impacto: estudios del Peterson Institute y McKinsey han demostrado que las empresas con mayor diversidad de género en la alta dirección registran hasta un 25% más de rentabilidad.