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Sectores productivos en clave de futuro: el complejo equilibrio entre tradición y transformación

Todavía es temprano para determinar si la crisis provocada por el coronavirus ha dejado heridas profundas o pequeños rasguños. Ningún experto se atreve a vaticinar hasta dónde ha removido los cimientos del sistema. O a qué sectores productivos ha dañado de muerte. Lo único que queda claro es que la pandemia ha abierto un momento único para replantear verdades consideradas hasta ahora irrebatibles.

Una etapa de parón obligatorio que ha servido tanto para reiniciar las organizaciones como para mirar al futuro con algo más de aire. Y, en el caso de España, los sectores productivos llamados a dominar la generación de riqueza parece que habrán de hacer equilibrismos entre consolidar actividades tradicionales y una transformación tecnológica casi impuesta por el entorno. También, por supuesto, por la guerra en Ucrania.

La emergencia sanitaria ha acelerado como nunca antes la digitalización. Como sostiene Nacho Somalo, Doctor en Economía Aplicada, aquellos que no comprendan que los cambios ahora se suceden vertiginosamente se quedarán fuera del sistema: «Siempre han existido los ciclos, pero ahora son infinitamente más rápidos. Las compañías han de innovar, modificar su modelo de negocio, el concepto de sus productos y hasta la forma de producir. No existe otro camino».

Según las estimaciones del Foro Económico Mundial, 97 millones de nuevos puestos de trabajo guardarán relación con los sectores emergentes de aquí a 2025

Sectores como el turístico, el agroalimentario, el hostelero, el de la automoción y todos aquellos relacionados con los servicios mantendrán su fortaleza en el medio y largo plazo. Como apunta Javier Recuenco, CSO de Singular Solving, por mucho que empuje lo digital, sería absurdo prescindir de actividades económicas que cuentan con una ventaja competitiva en comparación con el resto del mundo. Ahora bien, toca apoyarse en la innovación. En evolucionar unos modelos líderes que generen valor añadido.

El escenario de futuro idóneo debería sumar a estos negocios otros nuevos, aún desconocidos para la mayoría de empresas pero llamados a generar una riqueza casi sin precedentes. Según las estimaciones del Foro Económico Mundial, 97 millones de nuevos puestos de trabajo guardarán relación con estos sectores emergentes de aquí a 2025. Y la consultora PwC concluye que la gran mayoría de los puestos que impulsarán la economía en 2030 ni siquiera existen hoy en día.

Un nuevo escenario de sectores productivos

La última crisis financiera dejó a España con un modelo basado en precios y salarios bajos. En el contexto actual no basta con esta fórmula. La transformación requiere innovación, tecnología y relaciones laborales gobernadas por el cumplimiento de objetivos. Sin ir más lejos, el último informe de la Fundación Rafael del Pino, titulado Diez tecnologías para impulsar España, apunta a la telemedicina, la fotónica, el hidrógeno verde, la neurociencia, el procesamiento de datos, la realidad aumentada, la supercomputación, la agricultura de precisión y la nanomedicina como posibles motores de la productividad española. 

Somalo prefiere centrar el análisis en las economías de escala. A mayor fabricación o producción, más barato será el proceso. España no opera bajo esta lógica debido a la prevalencia del sector servicios. Sin embargo, la especialización en actividades competitivas puede corregir esta dinámica. En el caso español podría optarse por la automoción o la fabricación de software, poco potenciada pero referente a escala europea. Precisamente, este cambio en la productividad ha de suceder bajo el paraguas de la Unión Europea.

No hay futuro sin educación

Una de las piedras angulares de la nueva economía surgida a partir de la crisis del coronavirus es la educación. Todos los expertos la sitúan en lo más alto de las prioridades, seguida por la ciencia y la tecnología. Y es algo que afecta a todos los sectores productivos de nuestro país.

La escasez de trabajadores formados ya golpea directamente a la economía. La última encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el mercado laboral concluye que existen alrededor de 120.000 vacantes debido a un desajuste entre oferta y demanda. Una realidad más acuciante en los próximos años si tenemos presente que algunos de los sectores más desequilibrados son el energético y todos los relacionados con la digitalización.

El propio Somalo lamenta que España no saque provecho de sus virtudes. En sectores productivos tan particulares como el de la creación de software o el de la automoción nada tiene que envidiar al nivel productivo de Francia y Reino Unido: «Allí los costes son más elevados y su calidad no es mejor».

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