Las habilidades blandas o «soft skills» se han convertido en un aspecto crítico en la selección y desarrollo de personal en las empresas, especialmente en un mercado laboral cada vez más automatizado y tecnológico. La empatía, la comunicación, las habilidades sociales, la creatividad, la inteligencia emocional, la capacidad de aprendizaje o el pensamiento analítico son especialmente importantes en el entorno digital. En la actualidad las soft skills pueden multiplicar el valor de los perfiles técnicos. Así lo muestra el estudio Informe de empleos en auge publicado por Linkedin, en el que el 57 % de los directivos consultados considera las soft skills más útiles que las hard skills.
¿Pero qué son las soft skills? ¿Y cuál es la diferencia entre soft skills y hard skills? Las soft skills son las habilidades no técnicas relacionadas con el carácter y las relaciones sociales. Son aquellas que nos permiten trabajar en equipo, gestionar los conflictos o aprovechar mejor nuestro tiempo. Se convierten, por lo tanto, en imprescindibles si queremos desempeñar bien nuestro trabajo y hacer más eficientes a las organizaciones. Está claro, pues, que desarrollar las competencias soft en empleados y en empresas ayudará a aumentar la productividad y ofrecerá un gran retorno de la inversión. Pero, ¿cuáles son, en concreto, las más demandadas hoy en día?
En los dos últimos años hemos tenido que afrontar problemas de forma constante y contratiempos imprevistos. Es por eso que las empresas valoran, ahora más que nunca, aquellas personas capaces de resolverlos. Profesionales que sean resolutivos, que muestren proactividad y que sepan encontrar una respuesta creativa a los problemas que pueden presentarse en el día a día.
Otra de las soft skills más demandadas y necesarias para posicionarse en el mercado laboral es la capacidad de adaptarse al cambio y tener una actitud flexible. En un entorno en constante cambio, aceptar nuevas tareas y desafíos y ser capaces de integrar nuevos procesos de forma flexible es una habilidad muy valorada. Esto ayudará a adquirir nuevas tecnologías, nuevas funciones o responsabilidades, y ser capaces, en definitiva, de gestionar necesidades cambiantes. La flexibilidad y la buena adaptación al cambio ayudarán, también, a trabajar en proyectos con calendarios acelerados.
Ser capaces de conectar con nuestros compañeros o empleados, colaborar y establecer relaciones de calidad es una de las soft skills más valiosas para los trabajadores. La gestión de los propios sentimientos y de los de los demás es imprescindible para adaptarse a los entornos colaborativos.
La gestión de los propios sentimientos y de los de los demás es imprescindible para adaptarse a los entornos colaborativos
En este sentido, la inteligencia emocional y el liderazgo van de la mano, ya que en ella está el secreto para ser un buen líder. Por otro lado, la empatía permite considerar los sentimientos y las emociones de las personas con las que trabajamos, y ponernos en su lugar o en su situación. Estas habilidades soft, junto con el pensamiento crítico, ayudarán a trabajar mejor y a generar más confianza en el equipo.
Sin duda, la comunicación es una de las soft skills tradicionalmente más valorada, y lo va a seguir siendo. Ser capaz de transmitir ideas, saber qué y cómo decirlo y practicar la escucha activa son habilidades de comunicación vitales para trabajar o liderar equipos. Y más todavía en la actualidad, cuando el trabajo híbrido ya no es algo excepcional y nos debemos comunicar por distintos canales y adaptarnos a distintas audiencias y situaciones.
La ética profesional va vinculada a la honestidad, a la integridad y a los valores personales. La responsabilidad y la ética ayudan a inspirar a las personas, a motivarlas y a influenciarlas de forma positiva. Es por eso que es una soft skill muy valorada, pese a que no es de las más sencillas de detectar de inicio. En un entorno volátil, gestionar a partir de la integridad y la ética puede ser fundamental para lograr un éxito consistente.
Saber planificar el tiempo, organizarse y ser capaces de priorizar tareas es una cualidad muy necesaria en las empresas. La gestión del tiempo en el trabajo es clave para conseguir maximizar la eficiencia y lograr ser más productivos. Del mismo modo, saber qué tareas se pueden delegar y cuáles son las prioridades en cada momento puede ser determinante para marcar la diferencia y lograr el éxito profesional.
Un buen líder no solo dirige, sino que también escucha y se adapta, creando un entorno de trabajo en el que todos se sienten valorados
La creatividad e innovación son habilidades vitales que permiten ir más allá de los caminos convencionales, proponiendo ideas originales y soluciones disruptivas. Estas competencias impulsan el avance en todas las áreas del negocio, desde el desarrollo de productos hasta la mejora de procesos, asegurando que una organización pueda adaptarse y prosperar en un mercado en constante cambio. Fomentar un ambiente donde la creatividad y la innovación sean valoradas, significa apoyar la toma de riesgos calculados y la experimentación, cualidades indispensables para la evolución y el éxito a largo plazo.
El liderazgo es la capacidad de inspirar y movilizar a las personas hacia una visión común, facilitando la colaboración, impulsando el cambio y extrayendo lo mejor de cada miembro del equipo. Un buen líder no solo dirige, sino que también escucha y se adapta, creando un entorno de trabajo en el que todos se sienten valorados y empoderados para contribuir. En el mundo empresarial dinámico de hoy, el liderazgo incluye la habilidad para gestionar la diversidad, fomentar la inclusión, y promover el desarrollo personal y profesional de sus equipos.
En un contexto actual marcado por la rápida evolución de la tecnología y los cambios constantes en las estructuras de mercado, la capacidad de aprendizaje y el compromiso con el desarrollo continuo son esenciales. Estas habilidades implican una curiosidad intelectual, la voluntad de buscar conocimiento y la habilidad para aplicar lo aprendido de manera efectiva. Los individuos que poseen estas cualidades tienden a adaptarse con facilidad a nuevas situaciones y tecnologías, manteniendo su competitividad y relevancia en el mundo laboral.
Estas soft skills son el núcleo de la capacidad de un individuo para enfrentar desafíos y recuperarse de contratiempos. La persistencia y resiliencia se traducen en la tenacidad y la fortaleza mental necesarias para perseverar ante la adversidad, aprender de los errores y seguir adelante con un renovado enfoque y optimismo. En el ámbito profesional, estas cualidades son indispensables para superar los obstáculos y alcanzar los objetivos a largo plazo, incluso en momentos de incertidumbre o cambio.
En un mundo interconectado, la capacidad de operar y colaborar efectivamente en contextos multiculturales es más importante que nunca. La multiculturalidad y la conciencia global implican la comprensión y aprecio por las diferencias culturales, la capacidad de comunicarse y trabajar con personas de diversos orígenes, y la conciencia de los impactos globales de las acciones locales. Estas competencias habilitan a los profesionales para liderar equipos diversos, fomentar ambientes inclusivos y tomar decisiones conscientes que respeten la pluralidad de perspectivas y realidades en el ámbito global.
No hay duda de que vivimos en un entorno laboral cada vez más automatizado en el que la tecnología tiene un papel muy relevante. Pero precisamente por eso hay cada vez más demanda de las soft skills, aquellas que, precisamente, no son reemplazables. Como recuerda el informe El futuro del lugar de trabajo, de la consultora McKinsey, la demanda de habilidades sociales y emocionales aumentarán un 24 % en 2030. Porque estas habilidades ya son el motor de las organizaciones, pero serán todavía más determinantes en el futuro, ya que gracias a ellas los trabajadores se podrán adaptar a diferentes situaciones y ambientes, y afrontar los nuevos retos con eficiencia.