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Para personas con empleados a su cargo, saber cómo ser un buen jefe puede marcar la diferencia. Ser un buen líder contribuye de forma significativa al éxito de la empresa, ya que ayuda a generar un ambiente de trabajo positivo que se traducirá en mejores resultados y en equipos más eficientes y productivos.
¿Qué características debe tener un buen jefe? Está claro que no hay un modelo único y hay diferentes tipos de liderazgo que pueden ser eficaces, pero hay algunas características que los grandes líderes suelen compartir:
El jefe transmite los objetivos y la estrategia de la empresa, por eso es importante que mantenga una comunicación fluida con los empleados. La falta de comunicación, la poca transparencia o un entorno de trabajo en el que los trabajadores tienen miedo a expresar sus opiniones es potencialmente muy negativo para la empresa.
En opinión de Jorge Herraiz, Director Rewards & Performance de Aon España, «hoy las organizaciones se están dando cuenta de que lo importante es la calidad, mayor frecuencia y eficacia de las conversaciones que rodean el proceso entre el manager y el colaborador. Y todo ello, centrado en fomentar que las metas se cumplan de manera adecuada y de acuerdo con los valores y cultura de la organización. Se trata, en definitiva, de transformar los valores en comportamientos que cada empleado pueda mostrar en su día a día para conseguir los objetivos de negocio».
Valores como la empatía, fomentar el trabajo en equipo, la honestidad, ser justo o comportarse de forma responsable mejorarán sin duda el compromiso de los empleados y su desempeño en el trabajo. Todas estas actitudes ayudarán a construir un vínculo de confianza con los trabajadores.
Los trabajadores tienen a su jefe como referencia dentro de la empresa, por lo que es vital que dé siempre un buen ejemplo con sus actos para convertirse en un modelo a seguir. Un buen líder es ejemplar en su comportamiento e inspira a sus empleados.
El refuerzo positivo es una de las formas más efectivas para que los empleados se sientan valorados y sigan desarrollando una buena labor. Es importante mantener una comunicación constante y saber transmitir las cosas que se están haciendo bien, premiando y reconociendo los esfuerzos.
En este sentido, y según Herráiz, «para muchos profesionales vinculados con la gestión de personas, la cultura de desempeño se ha convertido en un nirvana y en una aspiración fundamental para implementar la estrategia y, en consecuencia, para el éxito a largo plazo de sus empresas. Aunque existe un gran desconocimiento y falta de orientación sobre lo que es realmente implantar una cultura de desempeño».
El buen líder será capaz de fijar unos objetivos que sean ambiciosos pero realistas, es decir, metas difíciles pero que en ningún caso sean inalcanzables y puedan generar frustración.
Un buen jefe valora los esfuerzos realizados y reconoce los méritos del equipo cuando se consiguen los objetivos
No hacer nunca mención al trabajo del equipo y querer acaparar todos los méritos puede ser contraproducente y provocar un ambiente laboral negativo. Un buen jefe es el que valora los esfuerzos realizados y reconoce los méritos del equipo cuando se consiguen los objetivos, de forma que los trabajadores se sientan partícipes de los logros de la empresa y estén preparados para los retos que se les presenten en el futuro.
Este es precisamente uno de los objetivos de la cultura del desempeño, y para su desarrollo, según el experto de Aon, «debemos reexaminar nuestros valores definiendo los comportamientos necesarios para conseguir los resultados esperados a través de la involucración constante y decisiva de todos los empleados, incluyendo, claro está, a Managers y Directivos».
Todas las personas cometen errores, y el jefe debe ser capaz de comunicarse con los empleados para buscar las soluciones adecuadas. Debe intentar siempre que las críticas sean constructivas y transmitir mensajes que ayuden a mejorar.
Es importante que el equipo perciba que se trabaja conjuntamente para buscar las mejores soluciones y no repetir los errores, más que centrarse exclusivamente en el problema. Siempre será mucho más efectivo buscar soluciones que buscar culpables.
Un buen jefe debe ser capaz de reconocer y destacar los talentos únicos de las personas a su cargo y motivarlas para que puedan desarrollar todo su potencial. Aprovechar al máximo todo el talento del equipo dará una gran rentabilidad a la empresa.
Mantener una relación cercana con el equipo sin caer en el exceso de confianza no es sencillo, pero un buen líder es aquel que consigue encontrar este equilibrio y que los empleados sientan que su superior es comprensivo y se preocupa por ellos.
El jefe acostumbra a ser una persona con experiencia y un gran conocimiento de la empresa, pero debe saber qué responsabilidades delegar. De esta forma no perderá demasiado tiempo en la microgestión y podrá dedicar todos sus esfuerzos a las decisiones que realmente aportan un valor diferencial. Además, los empleados que asumen las responsabilidades podrán desarrollar su potencial y estarán más motivados.
Las reuniones son una oportunidad para hacer balance de la situación y trabajar conjuntamente para resolver los problemas que hayan podido surgir. Hay que entender cada reunión como una oportunidad de mejora que puede fortalecer al equipo.
Una reunión mal gestionada puede ser frustrante y emocionalmente agotadora, por lo que es clave saber como conseguir reuniones eficaces.
Hay personas que siguen pensando que la mejor forma de tratar a los empleados y conseguir su fidelidad es manteniendo la distancia y ejercer la mano dura, ya que de lo contrario perderán autoridad y disminuirá la eficiencia de los trabajadores.
Jefes demasiado estrictos pueden acabar generando ambientes con altos niveles de estrés, poca motivación de los trabajadores y pérdida de productividad
Pero equipos mal liderados o jefes demasiado estrictos pueden acabar generando ambientes con altos niveles de estrés, poca motivación de los trabajadores y pérdida de productividad. Otras derivadas posibles de ambientes tóxicos generados por un mal liderazgo pueden ser el incremento de gastos médicos de la empresa o incluso las fugas de talento.
Aprender a ser un buen jefe no es, por lo tanto, una cuestión menor, si no que puede ser la mejor decisión estratégica para aumentar la eficiencia y la productividad de los empleados y conseguir grandes beneficios para la empresa.