Observatorio APD # 3
LOW TOUCH
Cuando hablamos de liderazgo transformador, debemos pensar en dos conceptos clave. Por un lado, la resiliencia, que tiene que ver con la capacidad para resistir en un entorno adverso mediante una gran capacidad de adaptación. En segundo lugar, la disrupción, que implica anticiparse y propiciar un cambio paradigma, en vez de esperar a que este se produzca por generación espontánea. Como conclusión, en tiempos de crisis, para aprovechar la imaginación y el conocimiento, hay que ser resiliente y disruptivo al mismo tiempo.
Porque existe un contexto que nos impulsa hacia un liderazgo transformador. La pandemia ha obligado a cambiar el modelo de consumo global hacia uno más sostenible. Más allá del creciente interés ciudadano en la economía circular, la e-mobility o una producción agroalimentaria equilibrada, la crisis del coronavirus parece haber trastocado incluso uno de los instintos más arraigados en las sociedades occidentales modernas: el capricho inmediato.
Cada vez aceptamos con más facilidad que, si queremos algo, no siempre tendremos a un repartidor en nuestra puerta en menos de 24 horas. Esto se aplica al retail o al comercio. Pero también a los modelos de negocio de las empresas y los entornos laborales, inevitablemente cada vez más flexibles a raíz de la crisis de suministros y energética que arrastramos desde 2021 y amplificada por la guerra en Ucrania.
Vender más con menos capacidad de producción en medio de una crisis global de suministros. ¿Cómo?Gracias a los modelos más imaginativos. Solo ellos serán capaces de encontrar refugio en el único modelo de negocio capaz de rentabilizar al máximo la falta de recursos materiales: el digital. Por eso, cuando hablamos de fuerzas transformadoras para las empresas, nos referimos a aquellas que pasan por entornos digitales.
Durante la pandemia se ha dado un salto digital. Tanto por parte de las empresas como de las personas. «Lo vemos en el número de transacciones con tarjeta de crédito, que se ha disparado incluso después de alcanzar un pico del 30% de las transacciones globales durante el confinamiento. Estamos viendo que el comercio digital ha tenido un incremento muy importante. Y que las empresas han tenido la necesidad de disponer de plataformas para acceder a personas que tenían que consumir desde casa», explica Miguel Cardoso, Chief Economist Spain & Portugal de BBVA.
En este tiempo hemos visto infinidad de servicios que se han transformado profundamente. «Por ejemplo, la restauración, que dio ese paso para tratar de compensar el impacto de la pandemia. Por otro lado, la manera de consumir entretenimiento ha cambiado radicalmente. Sí, el gasto en prensa ha incrementado sensiblemente; sin embargo, las plataformas de streaming le han ganado la partida a eventos sociales como el cine», continúa Cardoso.
Una tendencia a la moderación del consumo y el refugio en entornos digitales que los expertos consideran que se prolongará durante 2022 y quizás 2023. Especialmente a raíz de la crisis inflacionista que afecta a los hogares españoles. Quizás por eso, las empresas invierten más que nunca en transformación digital: según un reciente estudio de Accenture en colaboración con BusinessEurope, el 85% de las empresas españolas invirtió más en digitalización en 2021 que en el año anterior.
Si hablamos de imaginación y experiencia, no podemos dejar de lado el papel de las personas, el verdadero centro de la recuperación. En este sentido, la irrupción del liderazgo transformador ha resultado clave para la adaptación de las empresas a un contexto socioeconómico que muta sin previo aviso. De hecho, cada vez más empresas apuestan por modelos alejados del líder tradicional, que se siente presionado (o directamente amenazado) por el cambio.
Por todo ello, cada vez es más común que las empresas apuesten por el liderazgo transformador a todos los niveles. Desde su junta directiva hasta mandos intermedios o perfiles técnicos capaces de encabezar proyectos desde este nuevo paradigma basado en el conocimiento y la imaginación.