Más allá del liderazgo natural que siempre ha distinguido a los grandes gestores de equipos, existen una serie de nuevas competencias directivas que serán imprescindibles en los próximos años. Sobre todo, porque de aquí a 2025 el 50 % de los empleados necesitará renovar tanto sus conocimientos técnicos como sus soft skills, según un reciente informe del Foro de Davos.
Más aún, si hablamos de directivos. Hasta hace bien poco, para llegar a puestos de supervisión en una empresa se requerían principalmente un dominio del área, experiencia y tesón. Sin embargo, la progresiva digitalización de todos los sectores del mercado exige nuevas competencias directivas completamente disruptivas.
Durante los primeros meses de la pandemia, el interés por la adquisición de nuevas competencias directivas para hacer frente a este nuevo escenario se disparó a niveles insospechados. Según la plataforma de e-learning Udemy, hubo algunos campos cuya demanda creció de manera realmente sorprendente. Por ejemplo, la gestión de la ansiedad (+3.967 %), la resiliencia (+1.296 %), la gestión del estrés (+1.015 %), la meditación (+886 %) o el mindfulness (+784 %) fueron algunas de las competencias más buscadas.
Esta es una tendencia que se prevé que se mantenga a lo largo de 2021, especialmente porque a estas alturas parece evidente que los modelos de liderazgo han mutado para siempre. ¿El problema? Que la transformación del mercado acelerada por la COVID-19 no deja apenas margen de reacción.
Sin embargo, aún hay tiempo. Según el Foro de Davos, alrededor de 85 millones de puestos de trabajo están en riesgo de ser reemplazados por máquinas en 2025. Aunque pueda parecer catastrófico, supone que aún existe un amplio margen.
Además, la buena noticia es que la inmensa mayoría de estas nuevas competencias directivas pueden aprenderse rápidamente. De hecho, según los datos de LinkedIn y la plataforma de e-learning Coursera, las 10 skills más demandadas en el futuro inmediato pueden adquirirse en menos de cinco meses.
En este sentido, entre las nuevas competencias directivas existe una clara división entre las que se ciñen exclusivamente a la digitalización y otras que son más escalables a cualquier sector o puesto concreto. En el grupo de las primeras se encuentran, por ejemplo, la programación o la analítica de datos, mientras que entre las más transversales podemos observar:
No se trata de una competencia directiva estrictamente novedosa y, de hecho, el término se acuñó en Psicología hace un siglo. Pero es cierto que en los últimos años ha ganado peso, especialmente tras la progresiva aceptación de la teoría de las inteligencias múltiples (1983) de Howard Gardner.
Aunque en su origen se refería a la capacidad de relacionarse con los demás (e influir en ellos), hoy en día su significado es sensiblemente distinto. Y, trasladada al ámbito directivo, la inteligencia emocional tiene que ver no solo con la empatía, sino también con la ejemplaridad del líder.
En la era digital, la resolución de problemas complejos está íntimamente relacionada con la toma de decisiones en base a datos. La analítica o el big data serían las hard skills, mientras que la capacidad resolutiva sería la competencia directiva que marca la diferencia.
Especialmente, porque para encontrar una solución a problemas complejos hoy en día no basta solo con datos; requiere de la participación de varias partes de la organización para poder alcanzar una toma de decisiones realmente efectiva.
Tener pensamiento crítico permite tener nuevas ideas, algo fundamental en tiempos de crisis. Además, nos hace más analíticos, investigadores o curiosos. Algo especialmente útil a la hora de tomar decisiones durante una pandemia, ya que normalmente las ideas más tradicionales no suelen surtir efecto.
A modo de ejemplo, pensemos en la situación de la restauración o el turismo, que han tenido que reinventarse complemente a raíz de la pandemia… Algo que no hubiera sido posible sin el pensamiento crítico.
Al contrario de lo que se ha pensado durante siglos, el liderazgo no es una capacidad innata: nadie, ni siquiera Alejandro Magno o Napoleón Bonaparte, es capaz de liderar con éxito empresas mayúsculas como conquistar el mundo.
El respeto no se impone; se merece. Una máxima que la inmensa de los líderes actuales lleva asumiendo desde hace años y que se basa en el respeto a la opinión de los demás, la búsqueda del consenso y la toma de decisiones teniendo en cuenta absolutamente todas la variables.
Por último, la resiliencia es quizás la nueva competencia directiva más popular hoy en día. Mezcla de capacidad de resistencia y adaptación a un entorno cambiante, no hay empresa que no haya apostado por ella durante la pandemia.
Paralelamente, la flexibilidad ha demostrado ser vital para la supervivencia de la mayoría de las compañías. ¿O qué hubiera sido de ellas sin aspectos como el teletrabajo, las reuniones virtuales o las políticas de conciliación?
